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21 abr 2009

Energías renovables en órbita.



Durante décadas, la idea de instalar paneles solares en el espacio ha estado más cerca de la ciencia ficción que de las compañías energéticas que cotizan en bolsa. Hasta la semana pasada. Pacific Gas and Electric Company (PG&G), una empresa que suministra gas natural y electricidad a la mitad norte de California, ha anunciado su intención de pedir a las autoridades del estado la aprobación de un acuerdo firmado con Solaren Corp. Esta última compañía, también californiana, proporcionaría a PG&G, a partir de 2016, 200 megavatios de energía producida con paneles solares en órbita a lo largo de 15 años. Desde la central solar espacial, Solaren convertiría la energía en ondas de radiofrecuencia para enviarla a una base terrestre. Después, la transformaría en electricidad y la introduciría en la red eléctrica.



Los argumentos a favor de la instalación de paneles solares en el espacio no son nuevos. En órbita no hay noche ni nubes que tapen las células fotovoltaicas, con lo que la energía disponible se multiplicaría por diez. Además, la producción de electricidad dejaría de ser intermitente como hasta ahora y su producción ya no necesitaría el respaldo de las centrales térmicas o nucleares.

Pero no contentos con elaborar un proyecto tan ambicioso, Solaren incluye en sus planes el empleo de la energía producida en el espacio para destruir huracanes en formación. Según recuerdan en Wired, en una patente registrada en 2006, los responsables de la compañía californiana Jim Rogers y Gary Spirnak explicaban que, calentando los niveles medio y superior de un huracán en formación, sería posible trastocar el flujo de aire que impulsa estas tormentas para debilitarlas.

Miles de millones de euros
Pese a su acuerdo con PG&G, la tarea de Solaren no va a ser sencilla. Instalar en el espacio una cantidad suficiente de paneles solares requerirá una inversión de miles de millones de euros. Además, la tecnología aún está poco desarrollada. El consultor especializado en energía Chris Nelder ha recordado que, frente al millón de dólares que costaría producir un kilovatio de energía de origen espacial según un informe del Pentágono, la generación de energía solar terrestre sale por 4.850 dólares. Pese a las ventajas teóricas de la primera, parece que aún le queda un largo camino por recorrer para ser competitiva en el mundo real.

De momento, varias instituciones trabajan para probar la viabilidad de este método de cosechar energía. La compañía europea EADS Astrium quiere probar en 2012 un sistema de láser con el que sería posible transportar la energía espacial hasta la Tierra, una de las barreras técnicas que se deben superar para que las centrales solares orbitales sean viables. Ese año, transmitirían energía hasta un receptor en Tierra desde el módulo Columbus, el laboratorio europeo en la Estación Espacial Internacional.

Las estimaciones de EADS Astrium sobre su capacidad para colocar paneles solares en el espacio son mucho más cautas que las de Solaren. Medio siglo, vaticinan.

Para que la compañía californiana pueda cumplir la fecha propuesta, también deberá hacer frente al coste de lanzar objetos al espacio. Pese al abaratamiento reciente, los precios aún son demasiado elevados. Además, Solaren tiene que probar que sus paneles pueden desplegarse en el espacio sin necesidad de que intervengan astronautas. El acuerdo con PG&G puede ser un paso importante para esta tecnología, pero el ejemplo de otros proyectos espaciales hace dudar de que esté en marcha tan pronto.

WEB: http://www.publico.es/ciencias/220257/energias/renovables/orbita

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