Europa continúa con sus esfuerzos por aplicar la tecnología espacial al estudio del cambio climático. La Agencia Espacial Europea (ESA) ha presentado en Múnich el satélite CryoSat-2, que aportará mediciones precisas del deshielo de las regiones polares.
La nave no sólo elaborará un mapa sobre su extensión, sino que proporcionará datos sobre las variaciones en el volumen de los casquetes polares, haciendo posible una mejor comprensión de los efectos del calentamiento global.
El Cryosat-2, que se lanzará en febrero desde Baikonur (Kazajstán), recibió la aprobación de la Agencia tras el fracaso de la primera versión, cuyos restos cayeron sobre el Polo Norte tras un fallo en la secuencia de lanzamiento. Su puesta en órbita se había previsto para diciembre, pero tuvo que ser retrasada por la falta de fecha del cosmódromo.
Se espera que los datos que aporte esta nueva versión del satélite contribuyan a mejorar el conocimiento sobre la interacción entre la tierra y los océanos. Además de este proyecto, la ESA puso en órbita el pasado diciembre el satélite SMOS, centrado en estudiar el comportamiento de los océanos y lanzó el pasado febrero el GOCE, que proporcionará un mapa preciso de la gravedad terrestre.
Durante sus tres años de vida útil, el CryoSat orbitará a unos 700 kilómetros sobre la tierra en latitudes en torno a los 88 grados. Usando un sofisticado Radar-altímetro estudiará los dos tipos de hielo existentes en las regiones polares: el que flota en los océanos y el que se encuentra sobre la superficie terrestre.
Las dos variedades influyen de manera diferente sobre el clima. Por un lado el marino es relativamente fino, e influye en las temperaturas a nivel regional y en la circulación de los océanos. Por contra, el hielo que cubre la superficie de Groenlandia y la Antártida tiene varios kilómetros de profundidad, y las variaciones en su volumen condicionan el nivel de los océanos. Para conseguir una medición precisa el CryoSat debe establecer con exactitud su altura para después registrar su aumento o disminución.
"El grosor y la monitorización de grandes masas de hielo es crucial para evaluar el cambio climático", afirmo Volker Liebig, director de los programas de observación de la Tierra de la ESA.
La primera versión de este satélite debía continuar la labor iniciada en 2002, con el lanzamiento del Envisat, el mayor satélite de observación terrestre construido, con el que la ESA comenzó a desarrollar misiones de estudio de la tierra aplicando las últimas tecnologías al estudio del Medio Ambiente.
FUENTE:
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/09/14/ciencia/1252924500.html
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