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16 nov 2009

En la granja virtual, el trabajo nunca se acaba


En institutos y universidades de Estados Unidos, los alumnos trabajan duramente, arando la tierra y cosechando sus verduras. "Está claro que esta obsesión con Farm-Ville es un problema, sobre todo porque roba tiempo para estudiar y hacer los deberes de clase", escribía recientemente Danielle Susi en The Quad News, un periódico estudiantil de la Universidad de Quinnipiac, en Hamdem, Connecticut.

También los adultos culpan de sus problemas a Farm-Ville, un juego en red en el que los participantes deben atender granjas virtuales. En blogs como Farm-Ville Freak, los adeptos comparten consejos sobre abonos y se quejan, por ejemplo, de la adicción de un cónyuge. Una participante anónima, que dice estar embarazada, escribe: "¡Me moría de hambre... y me dijo que tendría que esperar un poco más hasta que él terminara de recoger las frambuesas!".

Farm-Ville se ha convertido rápidamente en la aplicación más popular en la historia de Facebook. Desde que se estrenó el juego, en junio, se han inscrito, según Zynga, la empresa que trajo Farm-Ville a este mundo, más de 62 millones de participantes, y 22 millones de ellos se conectan al menos una vez al día.

La devoción por Farm-Ville va más allá de Facebook. Los jugadores se reúnen en Internet para compartir hojas de cálculo caseras en las que muestran qué cultivos van a resultar económicamente más rentables. YouTube está plagado de odas al juego. Hay un movimiento llamado Farm-Ville Art, en el que los participantes colocan los cultivos de modo que parezcan imágenes conocidas como la de Mona Lisa. Y muchas citas para cenar prometedoras se han acortado para recoger calabazas.

"No puedo salir con ninguno de mis amigos sin hablar de manzanales y campos de arroz", comenta Taylor Lee Silvis, estudiante de la Universidad de California en Riverside, en un mensaje electrónico. "Tengo que esperar a que la soja de mis amigos crezca, porque no podemos relajarnos hasta que no la recojan. Todo lo que quiero es poder volver a hablar sobre algo tangible, pero Farm-Ville se impone a todo lo demás".

El juego empieza de manera sencilla: se nos da un terreno y semillas que podemos plantar, recoger y vender a cambio de monedas virtuales. A medida que se va acumulando dinero, se pueden comprar cosas, desde elementos básicos como semillas de arroz y de calabaza hasta otros verdaderamente superfluos, como elefantes y globos aerostáticos.

Pero como Los Sims y los Tamagochis, Farm-Ville pronto empieza a dejar de ser un juego para convertirse en una tarea de canguro interminable e inútil. Hay que recoger las cosechas a tiempo, ordeñar las vacas y cumplir con obligaciones sociales, como intercambiar regalos y abonar las calabazas del vecino.

Jil Wrinckle, trascriptor medico de 40 años residente en Filipinas, pone todas las noches el despertador a la una y media de la mañana. Cuando se despierta, se da la vuelta y recoge los arándanos. "Tengo el portátil al lado de la cama", comentaba por teléfono. "Lo primero que hago cuando me levanto por la mañana es cosechar, y vuelvo a hacerlo a las 10 de la mañana, a mediodía, por la tarde y finalmente antes de acostarme".

Farm-Ville no es el único juego de Facebook con las granjas como tema. MyFarm y FarmTown, creados por diferentes empresas, también tienen muchísimos seguidores. Algunos expertos comentan que su popularidad es señal de una añoranza generalizada por la vida pastoral.

"Todo el concepto se relaciona con la idea de 'estoy harto de este estilo de vida moderno y urbano, desearía poder simplemente cultivar plantas y verduras y verlas crecer', hay en ello algo muy terapéutico", opina Philip Tan, director de Singapore-M.I.T Gambit Game Lab, una empresa conjunta entre el Massachusetts Institute of Technology y el Estado de Singapur para desarrollar juegos digitales.

Por supuesto, hacer de agricultor en la vida real es mucho más caótico y peligroso que Farm-Ville y quizá esa sea una de las razones por las que los jugadores de Farm-Ville superan a los agricultores de verdad en Estados Unidos en una proporción de 60 a 1. Pero algunos de los mayores adeptos al juego son agricultores o ganaderos.

"Tenía muchas muertes en la granja y todos los días sufría con la ganadería de verdad", comenta Donna Schoonover, criadora de ovejas, cabras y conejos en Skagit County, Washington. "Ésta era una forma de recordarme los mitos sobre las granjas, y la razón por la que me hice ganadera".




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