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22 feb 2010

El mayor 'cazameteoritos' de España


El leonés José Vicente Casado, de 42 años, ha logrado acumular en su vivienda y en un garaje aledaño 3.000 kilos de material terrestre y extraterrestre: miles de fósiles, algunos de especies que no se conocían hasta que él se topó con ellas, como un antepasado del saltamontes, y también millares de meteoritos llegados a nuestro planeta de los confines del Universo.

José Vicente, de una familia modesta, nunca pudo estudiar en la universidad, pero su formación autodidacta le permite ser requerido para dar conferencias en importantes instituciones científicas, con las que colabora, y que sus colecciones sean visitadas por decenas de miles de personas en toda la geografía española.

El primer meteorito con el que se tropezó en su vida fue el que cayó en Villalbeto de la Peña (Palencia) en 2004. Desde entonces lleva 40 hallazgos. "El primero fue muy emocionante, como tener en las manos un trozo del cielo", recuerda.

Poco a poco, se enganchó en esta caza interminable, hasta el punto de que se pasa la vida de aquí para allá, recorriendo desiertos, subiendo montañas y visitando las ferias de compra-venta más concurridas del planeta. Y asegura que no lo hace por vivir de ellos (los alquila y los vende, pero también los dona para la ciencia), sino "para que se investiguen y se descubra lo que se pueda sobre el origen del Universo, de nuestro planeta y de la propia vida".


Un pedazo de 'Murchinson'

Su última adquisición, en un certamen en Tucson (Arizona) son unos gramos del meteorito Murchison, el mismo que esta semana se ha revelado como un tesoro de la diversidad química del Cosmos. Unos científicos europeos han descubierto que su composición esconde más de 14.000 elementos, que podrían dar lugar a millones de moléulas diferentes.

Hoy, este es uno de sus tesoros más pequeños, pero en su almacén, entre cajas y maquinaria, destaca una piedra negra, reluciente, de 600 kilos. Procede de Uruguay. "Me costó 30.000 euros, pero la forma que tiene es especial, nos explica cómo fue su trayectoria y por ello es interesante para explicar al público su largo viaje".

Entre los muchos meteoritos, fósiles y también tectitas (arena fundida por la caída de meteoritos) también se esconden falsficaciones. Las tiene para explicar al público las diferencias entre un pedrusco y un auténtica roca extraterrestre. Asegura que el 90% de lo que se vende en internet es falso.

Aunque nunca estudió geología, ni química ni física, reconoce que su verdadera cualidad es ser capaz de discernir de un vistazo un meteorito entre millares de piedras. Y es fruto de la experiencia. "Pero en este país no se valora. He tenido problemas por no tener carrera, pero estoy convencido de que se más que muchos que van de expertor por ahí".

El lugar que más ha visitado son los desiertos del norte de África. Están cerca, no hay vegetación que oculte los meteoritos y, además, es un lugar que ha permanecido estable durante miles de años. Hace un mes, en Libia, encontró cuatro. Y es encontrarlas que no es tarea fácil. Se calcula que cada año llegan a la Tierra entre 200 y 300 meteoritos, pero casi todos caen en el mar.

En su agenda, ya tiene para este año un nuevo viaja a Bolivia y Chile (el desierto de Atacama), otro a Malí y un tercero a Omán, con el norteamericano Mike Farmer, que con José Vicente forma parte del este pequeño grupo de unos 50 ¡'cazameteoritos' que hay en el mundo.

También está escribiendo un libro de divulgación sobre el tema en español, porque dice que no hay ninguno. "Mi sueño sería que en España se hiciera con todo ésto un Museo del Espacio, pero no hay interés", concluye.


Recreando seres prehistóricos

Una actividad paralela de José Vicente Casado son los fósiles: los busca y también los reconstruye. Entre las negras rocas cósmicas, en su almacén se pueden ver centenares de plantas fosilizadas, trilobites, insectos en ámbar antiguo, cránesos y dinosaurios.

Su primera actividad científica fue la reconstrucción de fósiles de cráneos de antepasados humanos y de animales prehistóricos, como los dinosaurios y los megadolones (tiburones gigantes).

Algunos de sus ejemplares, sorprendentes recreaciones hechas con resinas, pueden verse en Dinópolis (Teruel) y en otros museos europeos. "Normalmente, los hago por encargo y casi siempre fuera de España. Yo hago los moldes, las resinas y las soldaduras, y tengo los dedos manchados pero, para hacerlo, antes leo muchos artículos científicos. Aquí, por desgracia, la intelectualidad se desliga de la manualidad, asi que ahora me dedico más a los meteoritos", explica.

En estos momentos también prepara una colección de fósiles leoneses que serán expuestos en el futuro Museo de la Minería del Bierzo, aún en construcción.




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