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18 mar 2010

Un gemelo de Júpiter fuera del Sistema Solar


El Observatorio Europeo Austral (ESO, en sus siglas en inglés) ha descubierto la 'Piedra Rosetta' de los exoplanetas, los cuerpos celestes que se encuentran fuera del Sistema Solar. Se trata de CoRoT-9b, un astro similar a Júpiter, con una órbita que se asemeja a la de Mercurio y cuya temperatura es estable y fría, entre -20 y 160 grados centígrados. "Sospechábamos que existían planetas similares a los de nuestro entorno fuera del Sistema Solar", recuerda Hans Deeg, del Instituto de Astrofísica de Canarias y que ha dirigido la investigación. "Ésta es la confirmación. Es el primer planeta exosolar 'normal', al que se pueden aplicar modelos como el de Júpiter o Saturno".

"La mayor parte de los planetas que se conocen hasta ahora son del tipo 'Júpiter caliente', es decir similares a Júpiter pero más cercanos a su estrella que Mercurio del Sol, de ahí sus altas temperaturas", explica Rafael Bachiller, el director del Observatorio Astronómico Nacional. Es el primer exoplaneta normal, el primero que los científicos podrán estudiar a fondo. "Al estar a la misma distancia de su estrella que Mercurio del Sol, tiene una temperatura más moderada", añade, "es un 'Júpiter templado', un nuevo tipo de planeta que puede reservar muchas sorpresas".

"Es importante medir el radio y la masa de los planetas para conocer su historia, su composición, la presencia de una atmósfera, sus condiciones 'meteorológicas'...", dice Claire Moutou, del Laboratorio de Astrofísica de Marsella y que forma parte del equipo de 60 astrónomos que han realizado el descubrimiento. "Sólo es posible un estudio a fondo de los planetas en tránsito, como CoRoT-9b", matiza. El tránsito planetario se produce cuando un cuerpo celeste pasa frente a su estrella central y bloquea una parte de su luz.

"Ver un tránsito es más fácil cuando el planeta tiene un periodo breve -su órbita alrededor de la estrella dura sólo unos días-, lo que significa que están muy cercanas a su astro, algo menos de la distancia del Sol a la Tierra, y por tanto fuertemente calentadas", continúa Moutou, "su temperatura suele ser de 1.000 ó 2.000 grados".


Un planeta similar a los del entorno terrestre

CoRoT 9-b está a gran distancia de su estrella. De ahí su baja temperatura, de entre -20 y 150 grados centígrados. Pasa regularmente frente a una estrella parecida al Sol -de ahí su similitud con los planetas del entorno terrestre- que está situada a 1.500 años luz de la Tierra, en la constelación de la Serpiente. "Es importante estudiar planetas que tengan temperaturas más próximas a la terrestre y analizar las características de sus atmósferas", apunta Rafael Bachiller. "El rango dado, de -20 a 150 grados centígrados, puede variar en función de las nubes atmosféricas -en principio no consideramos el efecto invernadero-, si son altas y de agua, serán altamente reflectantes y permitirán una temperatura más baja", explica Hans Deeg. Bachiller concluye: "Tanto la temperatura como la cantidad de radiación en la superficie son parámetros clave en el posible desarrollo de vida".

Se han descubierto unos 400 exoplanetas, 70 de los cuales, como este, transitan alrededor de una estrella. Como Júpiter o Saturno, este planeta está compuesto en su mayor parte de hidrógeno y helio y los investigadores especulan con la posibilidad de que contenga otros elementos, tales como agua o roca a una elevada temperatura y presión.


'Tierras' fuera del Sistema Solar

CoRoT-9b pasa frente a su estrella central cada 95 días (según se percibe desde la Tierra). Su tránsito dura unas 8 horas y permite a los astrónomos recoger mucha más información. "Existen numerosos planetas gigantes a una distancia similar de su estrella, pero sólo con CoRoT 9-b ha sido posible medir su radio, y por tanto su densidad", comenta Moutou. "En algunos años conoceremos la composición de su atmósfera, que permitirá saber mucho más de toda una familia de planetas equivalentes".

"Por ahora es complicado descubrir un planeta similar a la Tierra fuera del Sistema Solar, pero de aquí a unos diez años deberíamos ser capaces de encontrarlo y estudiarlo, como hemos hecho con los planetas gigantes", anticipa la astrónoma.






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