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11 may 2010

El «efecto Mozart», un mito científico que se derrumba


Hace casi una década, Frances Rauscher y Gorson Shaw, una pareja de investigadores de la Universidad de Wisconsin (EE.UU.), se hicieron mundialmente famosos tras publicar un estudio en la revista Nature. En su trabajo, aseguraban que los estudiantes que escuchaban música de Mozart antes de un examen obtenían mejores resultados. La investigación se hizo muy popular, pero también resultó muy polémica. Otros científicos intentaron repetir el experimento y nunca se llegó a los mismos resultados. Los últimos en insistir en el asunto son un grupo de psicólogos austríacos que hoy han hecho públicas sus conclusiones. Y de nuevo, el enésimo varapalo para el trabajo de Rauscher y Shaw: no, escuchar al genial músico no te hace más inteligente. En otras palabras, no existe el «efecto Mozart».

Los investigadores del Departamento de Psicología de la Universidad de Viena han tratado de reproducir el «efecto Mozart» sin resultados. Según explican después de haber analizado otros estudios al respecto, no son las melodías de Mozart lo que «funciona», sino el estímulo, «ya sea Bach o Pearl Jam». En el estudio de Nature, 36 estudiantes adolescentes escuchaban durante diez minutos la sonata para dos pianos en re mayor (1781). Estos chicos obtuvieron mejores resultados en unas pruebas de razonamiento espacio temporal que los que se habían quedado en una habitación en silencio. «Da igual lo que escucharan, ya sabemos que una persona es más eficiente con un estímulo», explica Jakob Pietschnig, responsable de la nueva investigación. Según explica, el estudio de 1993 se limitaba a sólo 36 estudiantes y es un caso típico de sesgo de publicación: un estudio con resultados positivos tiene más posibilidades de ser seleccionado por las revistas científicas que otro con resultados negativos.


Impacto en la opinión publica

La publicación de Nature tuvo un considerable impacto en la opinión pública. Florida creó una ley que exigía que en las escuelas estatales se escuchara música a diario y el gobernador de Georgia dio un presupuesto de 105,000 dólares anuales para que cada niño que naciera en su estado tuviera un disco de música clásica. Además, un buen número de empresas quiso aprovechar el eco de la investigción y se lanzaron al mercado productos musicales para niños. Sin embargo, Pietschnig recuerda que el estudio se hizo con adultos, no con niños, y que se midió puntualmente el espacio cognitivo, no la inteligencia. «Recomiendo a todos escuchar a Mozart, pero eso no les hará incrementar las capacidades cognitivas como algunos esperan», ha puntualizado.

El «efecto Mozart» se encuentra en la sexta posición en la lista de leyendas y mitos científicos recopilados por el psicólogo norteamericano Scott E. Lilienfeld («50 grandes mitos de la Psicología popular», 2009). A pesar de todo, nadie discute los efectos beneficiosos de la música.





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