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27 may 2010

Un transistor de sólo siete átomos


Un grupo de investigadores australianos de la Universidad de Nueva Gales del Sur ha conseguido llevar al extremo la miniaturización de transistores, construyendo uno completamente funcional con sólo siete átomos, convirtiéndose así en el dispositivo electrónico más pequeño que existe en el mundo.

A pesar de su reducidísimo tamaño, apenas cuatro nanómetros, frente a los 40 de un transistor corriente (un nanómetro es la millonésima parte de un milímetro), el transistor realiza satisfactoriamente su función de regular el flujo de corriente eléctrica. Pero las auténticas posibilidades que abre este logro no se limitan a la construcción de aparatos electrónicos cada vez más pequeños, sino que son un primer paso para la construcción de ordenadores cuánticos ultra rápidos y con una potencia de cálculo capaz de ridiculizar a las más poderosas computadoras actuales.

Los investigadores utilizaron un microscopio de efecto túnel para sustituir con toda precisión siete átomos de silicio en un cristal del mismo material por otros siete átomos de fósforo. El resultado fue un dispositivo increíblemente pequeño pero capaz, no obstante, de regular la entrada de corriente eléctrica. Algo en lo que supera a otros transistores aún menores logrados en otros experimentos. En efecto, ya en 2009 otro equipo de investigadores (también australianos) descubrió (más que fabricó) un transistor de sólo un átomo que aprovechaba las extrañas propiedades de la mecánica cuántica para, por ejemplo, permitir a los electrones pasar a través de un único átomo de fósforo.


Manipulable e integrable

Sin embargo, aquél transistor se reveló muy difícil, casi imposible, de manipular o de integrar en un sistema eléctrico, mientras que el transistor de siete átomos presentado ahora ha sido construido deliberadamente y es perfectamente manipulable en nuestra escala de tamaño, e integrable en componentes elécricos convencionales.

Por supuesto, un único transistor no hace un ordenador completo, y el camino que queda para conseguir uno que sea operativo es aún largo y difícil. Se trata, más bien, de un primer paso, y de la demostración práctica de que es posible producir a voluntad componentes en una escala atómica, e integrarlos en circuitos lógicos o en cualquier otro tipo de dispositivo electrónico.





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