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22 jun 2010

La simplicidad genética del piojo humano


Lleva miles de años incordiando a los seres humanos y ha sido protagonista de célebres episodios históricos, como la derrota de las tropas de Napoleón ante el Ejército ruso, en 1812. Los piojos transmitieron a los soldados franceses los parásitos del tifus y la fiebre de trinchera y apenas 30.000 militares lograron sobrevivir.

Ahora, un equipo internacional de científicos, entre los que se encuentran investigadores de la Universidad de Barcelona y de Santiago de Compostela, acaba de secuenciar el genoma del piojo humano ('Pediculus humanus humanus L'), un parásito que prolifera en situaciones de falta de higiene y que es un poderoso transmisor de enfermedades.

El hallazgo, publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences', ofrecerá valiosa información sobre la biología y la evolución de este incómodo parásito y también del ser humano, de cuya sangre se alimenta.


Total dependencia del hombre

De todos los insectos que han sido secuenciados, el genoma del piojo humano es el más pequeño. Su tamaño probablemente refleja su reducido hábitat y su previsible dieta. Al fin y al cabo, siempre se alimenta de sangre humana y vive en el cabello humano o en la ropa por lo que los genes relacionados con la adaptación a su entorno se han reducido mucho.

Y es que su dotación genética es muy reducida pero funcional. Sus procesos biológicos funcionan con un número mínimo de genes pues ha perdido muchos de los no esenciales y depende completamente del hombre para su supervivencia. Según los investigadores, este insecto tiene cinco cromosomas metacéntricos y uno telocéntrico. Asimismo, contiene un 1% de transposones o elementos móviles, una proporción muy inferior a otros insectos.

Este parásito está estrechamente emparentado con el piojo de cabeza, 'Pediculus humanus capitis', que también se alimenta de sangre humana.

Los científicos confían en que este hallazgo contribuya a que en el futuro puedan diseñarse terapias mediante dianas genéticas específicas. A corto plazo, los resultados permitirán analizar el genoma de insectos más complejos. Además, se trata de un modelo adecuado para estudiar la resistencia a insecticidas y a otros productos químicos debido a que este insecto tiene muy pocas enzimas antitóxicas.






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