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11 feb 2011

El secreto del salto de las pulgas, resuelto 40 años después


¿Cómo lo hacen? Son diminutas, apenas miden un par de milímetros, pero, en un solo segundo, pueden dar un salto suficientemente grande como para mirar directamente a los ojos a un jugador de baloncesto. Durante años, los científicos se han mostrado perplejos ante la increíble habilidad de las pulgas para botar como un muelle. Ahora, una investigación liderada por especialistas de la Universidad de Cambridge parece haber encontrado la solución al misterio. El estudio, que aparece publicado en The Journal of Experimental Biology, señala que estos animales se impulsan con sus «pies» (una zona llamada tarso). Para ello, transmiten la energía que se encuentra en el tórax a través de sus patas, que actúan como palancas. De esta manera, pueden ser lanzadas a velocidades de hasta 1,9 metros por segundo. Unas auténticas artistas de circo.

En 1967, Henry Bennet-Clark descubrió que las pulgas almacenaban la energía necesaria para catapultarse en el aire gracias a un «cojín» elástico hecho de resilina, una proteína que tienen los insectos y que les da movilidad. Miriam Rothschild, por el contrario, creía que el truco estaba en las rodillas de los insectos, pero, como le había ocurrido a su colega, tampoco tenía acceso a los equipos de grabación de alta velocidad que podrían resolver el problema.

La duda se ha resuelto ahora en un laboratorio de Cambridge. «Siempre habíamos estado desconcertados por este debate y no entendíamos cómo no había sido resuelto», señala Gregory Sutton, uno de los investigadores. «Casualmente, teníamos un conjunto de pulgas, así que decidimos intentar resolver la cuestión». Decididos, los investigadores filmaron a las pulgas con una cámara de alta velocidad, y descubrieron que los animalitos se empujaban con los dedos de sus pies (tarsos).


Diez pulgas actrices

«Nos preocupaba lo difícil que sería hacer la película, porque estamos acostumbrados a filmar langostas, que son mucho más grandes que las pulgas», admite Sutton, pero él y su compañero, Malcolm Burrows, quedaron asombrados cuando notaron que las pulgas eran unas excelentes actrices. Las pulgas se quedaban completamente inmóviles en la oscuridad y sólo saltaban cuando las luces se encendían. Pudieron filmar 51 saltos de diez animales.

En la mayoría de los saltos, dos partes de la complicada pata de la pulga -el tarso (pie) y trocánter (rodilla)- estaban en contacto con el suelo para el impulso, pero en el 10% de los saltos, sólo el tarso tocaba el suelo. Si estas pulgas no utilizan el trocánter, ¿es que no era realmente necesario o es que las pulgas tenían dos mecanismos para levantar el vuelo?


Bajo el microscopio

Burrows y Sutton necesitaban más pruebas. En el análisis de las películas, los investigadores pudieron ver que los insectos continuaban acelerando durante el despegue, incluso cuando el trocánter (rodilla) ya no estaba empujando hacia abajo. Además, cuando Burrows y Sutton miraron las patas de la pulga con microscopía electrónica de barrido se dieron cuenta de que la tibia y el tarso estaban equipados con pinzas de agarre, mientras que el el trocánter era completamente liso, de modo que no podía conseguir un buen agarre para conseguir el impulso.

Por si fuera poco, los científicos crearon dos modelos matemáticos para reproducir la trayectoria de la pulga, uno que reproducía la hipótesis deBennet-Clark (desde el tarso) y otra la teoría de Rothschild (desde el trocánter). Compararon los resultados con las películas. Ambos modelos predecían correctamente el despegue del insecto a una velocidad de 1,35 m/s, pero luego el modelo de Rothschild no funcionaba, porque la aceleración que tendría en ese caso la pulga superaba de forma colosal el máximo real de 1.500 m/s2 que demostraron los insectos. Los cálculos del viejo Bennet-Clark funcionaban a la perfección para predecir con exactitud la trayectoria del insecto y el patrón de aceleración.

Así, Sutton y Burrows han resuelto por fin la incógnita de cómo saltan las pulgas 44 años después.


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