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21 feb 2011

Realidad virtual para curar el miedo


Barbara Rothbaum concluye su charla con una curiosa proyección en la pantalla. En ella, se ve la representación virtual de una audiencia, similar a la real, tirando papeles y abucheando a un supuesto orador. "Espero que no hagáis esto conmigo", bromeó la psicóloga y profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Emory (EEUU) a los 500 psiquiatras asistentes al XVI Symposium Internacional Avances en Psiquiatría celebrado recientemente en Madrid.

La imagen es una de las utilizadas en los programas de realidad virtual que desarrolla la empresa Virtually Better, que Rothbaum cofundó en 1995 y que, desde entonces, ha provisto de software a algunos de los psicólogos y psiquiatras que se preparan para ser terapeutas virtuales. Los escenarios que desarrollan los ingenieros de esta compañía sirven para tratar diversos trastornos de ansiedad.

El primer estudio que demostró la utilidad de la realidad virtual se realizó con una fobia muy común: el miedo a las alturas. En estos programas se expone a un paciente -equipado con unas gafas y un casco con auriculares- a sus miedos introduciéndole en un escenario generado por ordenador. El trabajo, firmado por Rothbaum en The American Journal of Psychiatry en 1995, demostró que, a las ocho semanas, los pacientes "mejoraban significativamente".


Miedo a volar y a la guerra

El último estudio de esta psicóloga, que se ha publicado este mes en Journal of Traumatic Stress, demuestra la misma utilidad 25 años después pero, en este caso, para soldados del Ejército de EEUU en activo con trastorno de estrés postraumático.

La terapia ha demostrado ser efectiva para infinidad de tipos de ansiedad: el miedo a volar, la abstinencia al tabaco y otras drogas, los nervios de los niños cuando tienen que someterse a tratamientos médicos, la fobia social y el temor a hablar en público. Incluso han recreado la inundación de Nueva Orleans provocada por el huracán Katrina.

Las investigaciones no paran, relata la experta estadounidense, que explica entusiasmada su último proyecto. "Hemos descubierto que un viejo fármaco para la tuberculosis, la D-cicloserina, actúa en las sustancias químicas que se generan cuando tenemos miedo, si se administra antes de una sesión de realidad virtual, y mejora su efecto", señala. Puesto que la dosis es mínima, una décima parte de la usada para la tuberculosis, y los pacientes no muestran efectos secundarios, Rothbaum espera que pronto concluyan los estudios, cuyos datos preliminares han sido positivos, y se pueda pedir a las autoridades que lo autoricen para mejorar su tratamiento, que es utilizado en la actualidad por miles de psicólogos y psiquiatras en todo el mundo.

El Departamento de Psicología Básica, Clínica y Psicobiología de la Universidad Jaume I, en Castellón, es pionero en el uso de este tipo de tratamientos en España. "El primer artículo lo publicamos en 1997", explica la profesora Azucena García. Sus aplicaciones de realidad virtual las crea Previ, una empresa que ha surgido de la Universidad constituida por ingenieros de la Politécnica de Valencia. Trabajan también una técnica aún más novedosa, la realidad aumentada, que consiste en introducir elementos virtuales en el mundo real, de tal forma que el paciente ve lo que proyecta el ordenador como un complemento a la realidad. Con esta terapia, los levantinos tratan fobias específicas y muy comunes: a las arañas y a las cucarachas. El precio de la sesión, "alrededor de 40 euros", señala García, y gratuito si los afectados forman parte de un estudio.


Sin miedo a las cucarachas

Una de esas participantes fue la funcionaria Lara Iniesta que, hasta hace dos años, se levantaba de una terraza y dejaba su copa a medias si veía una cucaracha, algo muy habitual en los veranos de su ciudad. Así, no dudó en tomar parte en un ensayo de este tipo. "No fue sólo realidad aumentada; primero, me instalaron en el móvil un juego en el que iban apareciendo cucarachas muy reales que tenías que matar - incluso sonaba el ruido real-; después, empezaron las sesiones, que se alternaban entre reales y virtuales", explica. La primera prueba de fuego fue decidir si quería entrar a una habitación con un terrario con una cucaracha. "Dije que no", recuerda. Tras dos meses de terapia, lo hizo y, hoy, Lara puede convivir con estos animales sin miedo ni ansiedad, "ni necesidad de matarlas", subraya.

Esta joven confirma lo que también resalta Barbara Rothbaum: que la terapia con realidad virtual va acompañada de psicoterapia regular. "Primero te hacen ver la ilógica de las fobias; por ejemplo, cuando yo decía que me daban asco las antenas de las cucarachas, la psicóloga me señalaba que eran como las de las gambas", comenta Iniesta, una paciente satisfecha.

Rothbaum, sin embargo, es realista y reconoce que, en muchos casos, los pacientes sienten menos miedo pero tampoco disfrutan de sus antiguas fobias. Lo único que preocupa a esta experta es que el abaratamiento de la tecnología haga que pueda caer en malas manos. "Nosotros enseñamos a utilizarla, pero está ahí y se puede emplear mal", apunta. Las consecuencias: exponer de forma demasiado abrupta al paciente a sus miedos y conseguir que éste interrumpa la sesión en un estado máximo de ansiedad. "La terapia de realidad virtual mal hecha es igual que la psicoterapia mal hecha", concluye.


"Nos han pedido crear programas de sexo"

Barbara Rothbaum. Psicóloga y fundadora de la empresa Virtually Better

La directora del Programa de Recuperación de Traumas y Ansiedad de la Universidad de Emory (EEUU), Barbara Rothbaum, recuerda divertida que uno de los primeros trabajos que su hijo, “un loco de la informática”, llevó a cabo cuando fue becario en la empresa que cofundó en 1995 fue diseñar una “casa de crack” virtual, donde se veía cómo se fabricaba esta droga y se podía comprar y vender. La compañía en cuestión es Virtually Better, que desarrolla entornos virtuales para el tratamiento de todo tipo de trastornos de ansiedad.

Cuando los pacientes se someten a terapia con realidad virtual, ¿no se dan cuenta de que es falso?

A los 30 segundos de ponerse las gafas y el casco, para ellos lo que están viendo en pantalla es real.

¿Los pacientes reciben alguna preparación?

Para algunos trastornos, sí. Por ejemplo, la gente que tiene fobia a hablar en público está continuamente pensando que lo está haciendo fatal, aunque hable muy bien. Por eso, antes de ponerles en la realidad virtual, les enseñamos a evaluar sus pensamientos de forma lógica en sesiones regulares de terapia cognitivo conductual.

Usted es fundadora de una empresa de realidad virtual. Si las sesiones con esta terapia cuestan lo mismo que con la convencional, ¿cómo consiguen hacer dinero?

Yo, por conflicto de interés, ya no trabajo en Virtually Better. Pero la empresa no hace dinero con las terapias, sino con el desarrollo y venta de ambientes de realidad virtual.

¿Desarrollan cualquier escenario que les pidan?

No. Por ejemplo, nos han pedido muchas veces realidades virtuales relativas al sexo y siempre decimos que no. Nosotros buscamos tratar enfermedades y mejorar las opciones existentes.

¿No hay peligro de que un paciente se quede atrapado en la realidad virtual?

Podría ocurrir con pacientes psicóticos, que tienen problemas para diferenciar la fantasía de la realidad. Por eso, no la usamos con estos enfermos


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