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11 may 2012

EEUU despeja el camino al primer 'antisida' preventivo

Un panel de expertos de la agencia estadounidense del medicamento (FDA, siglas en inglés) ha recomendado la aprobación del primer fármaco para prevenir la infección por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), que causa el sida. Se trataría de la primera pastilla 'antisida' destinada a administrarse en personas sanas, con alto riesgo de contraer el virus a través de sus relaciones sexuales. 


 
Y aunque la FDA no está obligada a seguir el dictamen de este comité (cuya votación terminó con un 19-3), suele plegarse a sus resoluciones. La decisión definitiva se tomará probablemente en junio.

El fármaco en cuestión, Truvada, está diseñado para prevenir las infecciones en personas sanas con alto riesgo de contraer el virus, incluidos los hombres homosexuales y bisexuales, y las parejas heterosexuales en las que uno de los dos miembros sea portador del VIH. Aunque como recuerdan los especialistas, no está diseñado para sustituir al preservativo como método preventivo, sino que pastilla y condón deben usarse conjuntamente.

La aprobación de Truvada (de la compañía Gilead Sciences Inc.) supone un hito en los 30 años de lucha contra la epidemia de VIH; un virus que, sin un control y tratamiento adecuado puede desembocar en el sida, una condición de inmunosupresión que impide a los afectados combatir infecciones y otras patologías.

Prevención sí, pero con cautelas

Truvada es una combinación de dos viejos antirretrovirales (emtricitabina y tenofovir) que ya se emplea desde 2004 como tratamiento para pacientes que ya están infectados por el virus del VIH. Sin embargo, desde 2010, varios estudios han demostrado su potencial preventivo; lo que se denomina profilaxis preexposición (PrEP).

Los ensayos han demostrado que el uso diario de esta pastilla en gays y bisexuales con alto riesgo de contraer el virus en sus encuentros sexuales reduce hasta un 44% el riesgo de infección. En uno de los estudios se apreció hasta un 75% de reducción de contagio en parejas heterosexuales en las que uno de sus miembros era portador del virus. Son estos dos trabajos los que ha tenido en cuenta el panel para tomar su decisión favorable.

Sin embargo, no todas las voces son de apoyo unánime a la pastilla profiláctica. Entre estas críticas destacan quienes temen que el fármaco pueda dar a los pacientes una falsa sensación de seguridad y 'olviden' la importancia del uso del preservativo, que debe seguir usándose en combinación con Truvada.

Por otro lado, hay quienes recuerdan que el tratamiento no ha mostrado la misma eficacia en todos los grupos de pacientes. Es el caso de las mujeres, cuyos resultados en un trabajo realizado en África no fueron tan espectaculares, sin que de momento se sepa muy bien porqué.

Voces contrarias

Finalmente, como recuerda el diario 'The New York Times', está la cuestión económica: el tratamiento mensual con Truvada asciende a unos 800 euros y existen temores a que este dinero acabe por desviarse de otras opciones de tratamiento.

En todo el mundo se producen al año 2,7 millones de nuevas infecciones por VIH. "Creo que esto nos ofrece una auténtica oportunidad para frenar la epidemia", ha señalado al diario 'The Washington Post' Matthew Sharp, un paciente que integraba el comité que ha votado a favor de la autorización de Truvada.

Pero no todos en este comité comparten su opinión. Lauren Wood, del Instituto Nacional del Cáncer, por ejemplo, votó en contra de la autorización en las tres votaciones que se llevaron a cabo a lo largo de las 11 horas que duró la reunión celebrada en Maryland (EEUU).

A su juicio, existen algunas cuestiones de seguridad que despiertan dudas (el fármaco puede causar molestias abdominales y problemas renales); pero sobre todo, explica, no está suficientemente demostrada su eficacia en mujeres estadounidenses. "Los únicos ensayos con mujeres se han llevado a cabo en África", recuerda Wood. "Es inaceptable".

"Para que la terapia sea eficaz se necesita tomar la pastilla todos los días", ha señalado por su parte a la BBC Karen Haughley, enfermera dedicada a la atención a seropositivos. "Y en mis ochos años de experiencia, no conozco a ningún paciente con una adherencia del cien por cien al tratamiento", advierte.


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