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17 ago 2012

Chequeo a la salud de los océanos


En un mundo con más de siete mil millones de personas, donde casi la mitad de ellas residen en zonas costeras, se necesitan análisis cada vez más completos sobre el estado de los océanos. Ese es el objetivo de un ambicioso estudio publicado esta semana en la revista 'Nature', que ha llevado a cabo el primer 'chequeo' global de los océanos.






Los científicos han desarrollado un nuevo índice sobre la salud global de los mares. El estudio se realizo en 171 países costeros, que han obtenido una nota media de 6. Los investigadores, además, han alertado sobre las principales amenazas para la salud de los océanos, como el calentamiento global, la acidificación o la sobrepesca.

En esta investigación han participado más de una treintena de universidades, ONG y agencias gubernamentales, lideradas por 'Conservation International' y el 'National Center for Ecological Analisis and Synthesis' (NCEAS) de la UC (Universidad de California) de Santa Bárbara.

Los análisis se han elaborado en las denominadas Zonas Económicas Exclusivas (EEZ por sus siglas en inglés), que representan las áreas cercanas a la costa, donde se desarrolla la mayor parte de la actividad. Es una evaluación que rompe con los tradicionales estudios sobre los sistemas oceánicos. Hasta ahora no existía un modo de 'medir' esa salud. "El índice convierte la metáfora de la salud oceánica en algo concreto y transparente" expresa Karen McLeod una de las científicas que ha participado en la investigación. El estudio aclara cuantitativamente el estado de los océanos a través de diez indicadores que relacionan las dimensiones humanas y naturales.

Los parámetros que utiliza el estudio son: la protección costera, la economía en la costa y su efecto social, la limpieza de las aguas, el impacto del turismo, la biodiversidad del mar, la cantidad de alimentos extraídos de modo sostenible, la pesca artesanal, la extracción de productos marinos no alimenticios, la capacidad de almacenamiento de carbono en el mar y la identidad cultural de las poblaciones.

Todos estos indicadores construyen un sistema de evaluación que capta la mayor cantidad de condiciones posibles para analizar los ecosistemas marinos, tratando al ser humano y a las propias condiciones naturales como partes de un todo. Ahí reside otra particularidad del estudio: "el indice de la salud de los océanos es único porque establece al ser humano como parte de los ecosistemas oceánicos. No solo somos el problema, sino también parte de la solución", reconoce Ben Halpern, científico de la UC de Santa Bárbara.

El índice se centra especialmente en la sostenibilidad de los océanos atendiendo a su capacidad para mantener y generar recursos en un futuro. Si bien los humanos somos la principal amenaza, el estudio intenta obtener lecturas positivas. Los análisis establecen combinaciones sobre la población, su impacto y los posibles beneficios mutuos, tanto para el ser humano y como para los océanos.

Una nota de 6 sobre 10

Sobre una escala de 100, el resultado global ha sido de 60. Un resultado modesto que permite diversas interpretaciones. "Puede estar lejos de ser perfecto. Pero también se puede pensar que más de la mitad del camino está recorrido. Hay un poco de las dos cosas", reconoce Halpern. "Lo que hace el estudio es separar nuestros sentimientos viscerales sobre lo bueno y lo malo y mostrarnos lo que está pasando", admite.

Sin embargo, el análisis es más complejo que un simple dato. Las diferencias entre países son acusadas. Mientras muchos estados de África Occidental y Centroamérica puntúan bajo, otras regiones del norte de Europa, además de Canadá, Australia, Japón y otras islas tropicales tienen altas puntuaciones. Generalmente los países desarrollados actúan mejor que los que están en vías de desarrollo, debido a sus mejores políticas regulatorias sobre la presión en los océanos. Así, los resultados suelen estar relacionados con el Índice de Desarrollo Humano, aunque siempre hay excepciones como las de Polonia, país desarrollado con baja nota o Surinam, el caso contrario.

Esta escala va más allá de una mera investigación, según los científicos. Otorga una poderosa herramienta a la hora de tratar la gestión de los recursos oceánicos y mejorar las políticas en un futuro. Según ellos, esta escala podrá ser usada por científicos, gestores y políticos para comprender mejor los océanos y diseñar futuras estrategias que permitan luchar contra las numerosas amenazas que sufren.


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