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5 feb 2013

A la ciencia conviene tenerla muy en cuenta


Podría decirse que, para la sociedad, la ciencia que cuenta es la que se cuenta. Y además, siguiendo con el juego de palabras, a la ciencia conviene tenerla muy en cuenta tanto al afrontar las aparentes minucias de la vida cotidiana (para evitar que se corte la emulsión de la mahonesa, entender por qué sincronizamos los aplausos tras un concierto  o saber cómo funcionan nuestras neuronas cuando olvidamos dónde hemos puesto las llaves), como a la hora de tomar decisiones con fundamento. Sin obviar de que, como diría Antonio Machado, “todo lo que se ignora, se desprecia”.


Y lo cierto es que los periodistas científicos de la agencia SINC ponen todo su empeño en que no ignoremos (ni despreciemos) los avances científicos. 

Por otra parte, y haciendo gala de mi debilidad por la neurociencia –esa disciplina dedicada a entender cómo funciona nuestra sesera–, voy a enumerar tres procesos beneficiosos que suelen producirse en el cerebro cuando nos topamos con alguna las noticias que, desde hace media década, difunde SINC:

1. Placer para la memoria

Las neuronas de cierta región del cerebro conocida como estriado ventral entran en ebullición en el preciso instante en que algo nos intriga y despierta nuestra curiosidad natural. O como diría George Loewenstein, investigador del Instituto Caltech, siempre que exista “un salto entre lo que sabemos y lo que nos gustaría saber” (una original definición de lo que nos convierte en seres curiosos…). Cuando esto sucede, se libera dopamina, el neurotransmisor del placer, que entre otras cosas vuelve a las neuronas mucho más receptivas y le comunica al cerebro que la información que procesa en ese momento es importante y que, por lo tanto, debe recordarla en el futuro, según se desprende de un reciente estudio publicado en Journal of Neuroscience.

2. Lo novedoso nos hace crecer

La sed de conocimiento y el hambre de información son dos aspectos que jugaron un importante papel adaptativo en nuestra evolución, según defiende Loewenstein. Encontrar respuestas a las preguntas que no sabemos contestar nos motiva. Y estudios recientes demuestran que al invertir tiempo y energía en las novedades, aumenta el número de neuronas de nuestro cerebro (neurogénesis) y se multiplican sus conexiones. De este modo no solo nos volvemos algo más sabios, sino que también somos más eficientes a la hora de tomar decisiones.

3. Buenas noticias saludables

“El futuro pasa por coches con menos humos”, “La epigenética abre una nueva vía para la batalla contra el cáncer”, “En 10 años, los órganos trasplantados provendrán de células madre embrionarias”, “Descubren más de 600 nuevas especies en Madagascar”, “El miedo se puede borrar”, “Los chips electrónicos del futuro solo necesitarán una molécula”, “Logran prolongar un 24% la vida de ratones”, etc. Son algunos de los titulares publicados por la agencia SINC que probablemente han dejado más huella en los lectores. Según un estudio del University College de Londres publicado en Nature Neuroscience, a nuestro órgano pensante se le da especialmente bien procesar buenas noticias sobre el futuro. De hecho, los autores aseguran que nuestras neuronas tienden a descartar lo negativo, pero retienen la información que les aporta un punto de vista positivo del mundo. Y ese optimismo es beneficioso para la salud ya que, de acuerdo con investigaciones recientes, ser optimistas reduce el riesgo de padecer cardiopatías.


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