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12 mar 2013

Análisis de sangre para detectar el alzhéimer


Un simple análisis de sangre podría ser suficiente para diagnosticar el alzhéimer en su fase más temprana. Científicos de la Universidad de Nottingham (Reino Unido) han desarrollado un test capaz de detectar una serie de biomarcadores presentes en la sangre que permiten diferenciar entre aquellas personas sanas y las que sufren la enfermedad. El hallazgo, del que informó la cadena británica pública BBC, fue dado a conocer ayer en un congreso sobre la investigación de esta dolencia que se celebra estos días en la ciudad norirlandesa de Belfast. 



Según los investigadores, este sencillo examen podría suponer la detección precoz del alzhéimer en muchas personas que, a su vez, repercutiría en una sustancial mejora en los tratamientos que reciben estos pacientes.

Avance «prometedor»

Las primeras conclusiones de este avance, que sus impulsores califican de «muy prometedoras», surgieron a raíz del análisis pormenorizado de la sangre de enfermos de alzhéimer, así como personas con problemas de memoria en fases iniciales, en los que se encontró una combinación de marcadores que los investigadores asociaron a la enfermedad. Estos compuestos son básicamente proteínas como la amiloide o la apolipoproteína (APOE), así como otros elementos. Además, los científicos potenciaron el experimento añadiendo otras proteínas con efectos inflamatorios. Esto permitió distinguir entre tres niveles de pacientes: libres del alzhéimer, de riesgo medio y de riesgo alto.

No obstante, aún queda un largo camino antes de que este procedimiento pueda comenzar a emplearse de forma clínica en potenciales pacientes de alzhéimer. «Todavía tenemos que validar el test, por lo que podría pasar una década antes de que empiece a usarse», dijo el profesor Kevin Morgan, de la Universidad de Nottingham. «Nuestros hallazgos son excitantes, porque muestran que es técnicamente posible distinguir entre un enfermo y una persona sana sólo analizando su sangre. Estos análisis son una forma rápida y sencilla de ayudar al diagnóstico, por lo que estamos muy animados por estos descubrimientos y el potencial que tienen de cara al futuro», aseguro Morgan, quien cree que servirá para dar un diagnóstico definitivo, situación que muchos pacientes no logran hasta pasados años. Incluso va más allá. También puede ser una forma barata y fácil de detectar el alzhéimer antes de que aparezcan los primeros síntomas. «Podremos ver si una persona está libre de la enfermedad, o si por el contrario tiene riesgo de padecerla. En el caso de que haya un riesgo medio, los pacientes podrán ser monitorizados de cerca. Si el riesgo es muy alto, pueden ser derivados directamente al especialista para pruebas más exhaustivas», concluyó.

No obstante, ésta no es la primera vez que se especula con la posibilidad de detectar el alzhéimer en la sangre. Científicos finlandeses ya informaron hace menos de año y medio de un estudio en el que se trataba de identificar a futuros pacientes mediante una muestra sanguínea en la que se buscaban determinadas huellas bioquímicas. Tras estudiar a 143 pacientes con Deterioro Cognitivo Leve (DCL), los investigadores observaron que, tras los 27 meses que duró el estudio, 52 de ellos habían desarrollado alzhéimer. Lo significativo es que todos ellos mostraban cambios en tres metabolitos presentes en la sangre, asociados a la progresión de la enfermedad.

De forma complementaria a los avances de detección del alzhéimer gracias al análisis de la sangre, investigadores de la Universidad de St. Louis de Washington (Estados Unidos) han concluido que la pérdida de sueño precede a los síntomas de la enfermedad. En un artículo publicado en la revista «JAMA Neurology», los científicos de la Escuela de Medicina de este centro señalan que el sueño está alterado en las personas que están en las primeras fases del alzhéimer, pero aún no tienen la pérdida de memoria u otros problemas cognitivos característicos de la patología. En este sentido, los investigadores sugieren que existe una estrecha relación entre la presencia de placas cerebrales –características en los pacientes de alzhéimer– y la pérdida de sueño, si bien esta relación podría darse de forma bidireccional: las placas cerebrales propias del alzhéimer interrumpen el sueño y la falta de sueño promueve a su vez la creación de estas placas.

«Este vínculo nos puede proporcionar una señal fácilmente detectable de la patología de alzhéimer», dice el autor principal, David M. Holtzman, jefe del Departamento de la Universidad de Washington de Neurología. «A medida que empezamos a tratar a las personas que presentan marcadores de alzhéimer precoz, cambios en el sueño, en respuesta a la terapia, pueden servir como un indicador de si los nuevos tratamientos están teniendo éxito», añade. Para el nuevo estudio, los investigadores reclutaron a 145 voluntarios de entre 45 y 75 años. En 32 de ellos se detectó que podía haber presencia de placas amiloides en el cerebro, pero aún no se habían detectado impedimentos cognitivos. Los resultados revelaron que, en promedio, las personas con alzhéimer preclínico estaban en la cama más tiempo que los demás participantes, pero pasaban menos tiempo durmiendo.

Un fármaco para mejorar la memoria

Un nuevo medicamento puede mejorar los problemas de memoria en personas con alzhéimer en fase moderada, según un estudio publicado en «Neurology», que se presentará en la 65º reunión anual de la Academia Americana de Neurología, que se celebra en San Diego (Estados Unidos) entre el 16 y el 23 de marzo. El fármaco es el primero en dirigirse a un subtipo específico de los receptores adrenérgicos en el cerebro, que se cree que están implicados en la modulación de las funciones del cerebro en condiciones de estrés o la respuesta a su «lucha o huida», informa Ep. Para el ensayo clínico, cien personas con alzhéimer recibieron aleatoriamente de 30 a 60 miligramos o entre 100 y 200 miligramos del fármaco, o una píldora placebo correspondiente, dos veces al día durante tres meses. Pasado ese tiempo, los que tomaron el medicamento mejoraron su puntuación en las pruebas de memoria un 4%, mientras que los que recibieron el placebo empeoraron su puntuación un 33%.


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