Un equipo de científicos internacionales ha comprobado que el ácido aristolóquico, un compuesto presente en plantas medicinales chinas, produce daños en el ADN y cáncer. Los investigadores han descubierto que el componente ocasiona tumores del tracto urinario superior e hígado y que es un agente cancerígeno más peligroso que el tabaco y la luz ultravioleta.
Dos grupos de investigación en la que han participado científicos de Estados Unidos, Singapur, China y Taiwán han llevado a cabo sendos estudios que revelan que el ácido aristolóquico, un componente derivado de un género de plantas llamado Aristolochia y utilizado frecuentementer en la medicina tradicional china, produce daños en el ADN y cáncer.
Ambos trabajos, publicados hoy en la revista Science Translational Medicine, han examinado casos de personas expuestas a este compuesto y han comprobado en todas ellas una mutación en su ADN y tumores que previamente habían sido atribuidos a otras causas.
Según explica Bin Teah Teh, investigador del Centro Nacional del Cancer en Singapur y participante de uno de los estudios, con anterioridad se había asociado el ácido aristolóquico con una mutación en el gen p53, relacionado con tumores en el tracto urinario superior.
“Lo que hemos descubierto ahora, al hacer la secuencia completa del genoma/exoma, es que este compuesto ocasiona múltiples mutaciones de muchos genes –cientos e incluso miles–, mucho más que cualquier otra sustancia cancerígena, incluyendo tabaco o luz ultravioleta. Esto lo convierte en el mayor agente genotóxico descubierto hasta la fecha”, subraya el científico.
Además, añade, “hemos utilizado por primera vez la firma molecular o ‘huella dactilar’ de este cancerígeno para detectar su implicación en cáncer de hígado, algo que nunca había sido asociado hasta ahora con este compuesto”
El equipo del doctor Teh está ahora explorando las firmas moleculares de otras sustancias cancerígenas para usarlas en la detección de tumores. “Esperamos en el futuro poder utilizarlas como herramientas para localizar la presencia de sustancias peligrosas en alimentos y productos herbales”, ha destacado.
El rastro del ácido aristolóquico
Las primeras noticias de la toxicidad del ácido aristolóquico aparececieron en la década de los noventa del siglo pasado cuando fue asociado con daño renal en mujeres a las que se les suministró un suplemento herbal en una clínica de adelgazamiento en Bélgica.
Estudios más recientes en Taiwán, donde el uso de remedios medicinales que contienen Aristolochia está muy extendido, apuntaron al aumento de los cánceres del tracto urinario superior y enfermedades renales en el país por el uso de esta sustancia.
Aunque la importación de Aristolochia fue oficialmente prohibida en muchos lugares desde comienzos del 2000, incluyendo Estados Unidos y Taiwán, el impacto del compuesto en la salud mundial sigue constituyendo una amenaza, según los estudios publicados en Science Translational Medicine.
Referencias bibliográficas:
M. L. Hoang, T. A. Rosenquist et al. "Mutational Signature of Aristolochic Acid Exposureas Revealed by Whole-Exome Sequencing". Science Translational Medicine 197ra102, 7 de Agosto de 2013. DOI:10.1126/scitranslmed.3006200
S. L. Poon, B. T. Teah et al. "Genome-Wide mutational signatures of Aristolochic Acid and its Application as a Screening Tool". Science Translational Medicine. 197ra10, 7 de Agosto de 2013. DOI:10.1126/scitranslmed.3006086
Fuente:
http://www.agenciasinc.es
Ambos trabajos, publicados hoy en la revista Science Translational Medicine, han examinado casos de personas expuestas a este compuesto y han comprobado en todas ellas una mutación en su ADN y tumores que previamente habían sido atribuidos a otras causas.
Según explica Bin Teah Teh, investigador del Centro Nacional del Cancer en Singapur y participante de uno de los estudios, con anterioridad se había asociado el ácido aristolóquico con una mutación en el gen p53, relacionado con tumores en el tracto urinario superior.
“Lo que hemos descubierto ahora, al hacer la secuencia completa del genoma/exoma, es que este compuesto ocasiona múltiples mutaciones de muchos genes –cientos e incluso miles–, mucho más que cualquier otra sustancia cancerígena, incluyendo tabaco o luz ultravioleta. Esto lo convierte en el mayor agente genotóxico descubierto hasta la fecha”, subraya el científico.
Además, añade, “hemos utilizado por primera vez la firma molecular o ‘huella dactilar’ de este cancerígeno para detectar su implicación en cáncer de hígado, algo que nunca había sido asociado hasta ahora con este compuesto”
El equipo del doctor Teh está ahora explorando las firmas moleculares de otras sustancias cancerígenas para usarlas en la detección de tumores. “Esperamos en el futuro poder utilizarlas como herramientas para localizar la presencia de sustancias peligrosas en alimentos y productos herbales”, ha destacado.
El rastro del ácido aristolóquico
Las primeras noticias de la toxicidad del ácido aristolóquico aparececieron en la década de los noventa del siglo pasado cuando fue asociado con daño renal en mujeres a las que se les suministró un suplemento herbal en una clínica de adelgazamiento en Bélgica.
Estudios más recientes en Taiwán, donde el uso de remedios medicinales que contienen Aristolochia está muy extendido, apuntaron al aumento de los cánceres del tracto urinario superior y enfermedades renales en el país por el uso de esta sustancia.
Aunque la importación de Aristolochia fue oficialmente prohibida en muchos lugares desde comienzos del 2000, incluyendo Estados Unidos y Taiwán, el impacto del compuesto en la salud mundial sigue constituyendo una amenaza, según los estudios publicados en Science Translational Medicine.
Referencias bibliográficas:
M. L. Hoang, T. A. Rosenquist et al. "Mutational Signature of Aristolochic Acid Exposureas Revealed by Whole-Exome Sequencing". Science Translational Medicine 197ra102, 7 de Agosto de 2013. DOI:10.1126/scitranslmed.3006200
S. L. Poon, B. T. Teah et al. "Genome-Wide mutational signatures of Aristolochic Acid and its Application as a Screening Tool". Science Translational Medicine. 197ra10, 7 de Agosto de 2013. DOI:10.1126/scitranslmed.3006086
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