La Biqfr participa en la noche de los
investigadores:
El Rockefeller y el espíritu Rockefelleriano
El Instituto de Química-Física “ROCASOLANO”, creado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) el 1 de marzo de 1946, está instalado en el edificio que, financiado por el Internacional Educational Board de la Fundación Rockefeller, se inauguró el 6 de febrero de 1932 para albergar al Instituto Nacional de Física y Química. El 24 de noviembre de 1939 se crea el CSIC y en él se incluyen los institutos “Alonso Barba” de Química y “Alonso de Santa Cruz” de Física, ubicados en el edificio originalmente construido para albergar al mencionado Instituto Nacional de Física y Química. Una de las secciones del “Alonso Barba” era la Química-Física, que tras el desarrollo inicial, dio origen al Instituto de Química-Física “Antonio de Gregorio Rocasolano”, nombre que por razones prácticas pronto se abrevió a su forma actual, y del que fué su primer director D. Antonio Rius Miró.
El Escenario:
La JAE, como se ha constatado en el recorrido de esta noche, significó años de progreso y reconocimiento internacional de la ciencia española en las primeras décadas del siglo XX. Fué la Institución matriz del Rockefeller.
La JAE, con su espíritu pedagógico, fomentó la educación y dedicación a la investigación de las mujeres y pensionó a varias científicas de diversas especialidades para que estudiasen en el extranjero, incorporándolas a los laboratorios españoles posteriormente.
En 1910 ( 1909, según JM Sánchez Ron), se crea el Laboratorio de Investigaciones Físicas, perteneciente al Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales. Dirigido por Blas Cabrera, del que formaban parte figuras de gran prestigio y valía como Enrique Moles, Miguel A Catalán, Antonio Madinaveitia y también mujeres como Dorotea Barnes, Felisa Martín Bravo, Piedad de la Cierva.
El Palacio de la Industria y Bellas Artes (Hoy Museo Natural de Ciencias Naturales) fué la primera ubicación del Laboratorio de Investigaciones Físicas. Este también atendía a varios laboratorios de la Facultad de Farmacia de la Universidad Central de Madrid, a la Residencia de Estudiantes, al Instituto-Escuela y a la Residencia de Señoritas de la calle Fortuny.
En 1920, el diario “El Sol” decía: la jornada laboral en el Laboratorio de Investigaciones Físicas es de ocho de la mañana a ocho de la noche, no se conocen más días festivos que los domingos y no se cobra sino al cabo de algunos años de labor meritoria (M. Moreno Caracciolo). El Laboratorio se estructuró en cuatro secciones: Metrología, Electricidad, Espectrometría, y Química-Física.
El General Primo de Rivera pensó que en los “Altos del hipódromo”, lugar conocido como la “Cruz del Rayo”, leve y luminoso promontorio que Juan Ramón Jiménez denominó “La Colina de los Chopos”, se podían construir varios edificios destinados a la investigación, abriéndose camino a la Edad de Plata de las ciencias.
Importancia tuvo el informe Augustus Trowbridge, IEB* “Durante veinte años la Junta ha estado administrando un programa de becas y como resultado existe un núcleo suficiente de hombres educados en el extranjero en Física y Química para que sea seguro invertir una suma considerable en un Instituto de Física y Química modélico“
El 3 abril de 1926 se promulgó una Real Orden por la que se aceptaba la donación de la “Rockefeller Foundation” para la construcción y equipamiento de un Instituto de Física y Química. Al aceptarla, el Estado se comprometió a sostener el Instituto dedicado exclusivamente a la investigación científica. Contó con una donación de 420.000 $
El 20 de julio de ese mismo año, se adquirió un terreno de 65.306 m2, perteneciente al conde de Maudes.
El 6 de abril de 1927 la “Gaceta de Madrid” publica la convocatoria de un concurso entre arquitectos españoles para la presentación de proyectos, el seleccionado serviría de base para la construcción de un edificio destinado a Instituto de Física y Química.
“Se levantara en Madrid, en la parte central (buscando el alejamiento de las líneas de tranvías) de un gran solar situado en los Altos de Maudes, detrás de la Residencia de Estudiantes”
El Rockefeller
El equipo, formado por los arquitectos Manuel Sánchez Arcas y Luis Lacasa, resultó elegido y ganador del concurso, al que se habían presentado siete proyectos de diferentes arquitectos. Los dos arquitectos ganadores acompañados de los investigadores Enrique Moles y Miguel Antonio Catalán, jefes de sección del Laboratorio, recorrieron Francia, Suiza, Alemania, Dinamarca e Inglaterra, visitando instalaciones similares a las que tenían que construir en Madrid.El resultado se plasmó en un edificio calificado como “Arquitectura del Saber”: El Rockefeller.
El Rockefeller, sede del Instituto Nacional de Física y Química, se inauguró el 6 de Febrero de 1932, acto presidido por el Ministro de Instrucción Pública Don Fernando de los Ríos. Al mismo asistió Don Claudio Sánchez Albornoz, así como personalidades del gobierno y eminentes científicos extranjeros: Sommerfeld, Otto Hönigschmid, Paul Scherrer, Pierre Weiss, Richard Wilstätter. Visitado por el Presidente de la República Don Niceto Alcalá Zamora el 7 de marzo del mismo año. Con el motivo de su inaguración se editó un folleto.
Construcción de estilo racionalista, de dentro afuera y no de fuera dentro. Solo se hizo una concesión en el pórtico, al estilo colonial norteamericano, pensando en que Rockefeller, que prohibía que su nombre figurase en sus donaciones, tuviese un recuerdo, aunque fuera mudo. El edificio está construido en fábrica de ladrillo visto, presenta una ordenación en planta según una disposición lineal con un cuerpo central en el que se alojan el programa público y representativo del instituto, que corresponde al vestíbulo, salón de actos, biblioteca, escalera y dos alas de laboratorios dispuestas en la dirección este-oeste. Además en la fachada posterior hay dos pabellones bajos con disposición perpendicular al edificio que acogen la sala de máquinas, talleres y la vivienda del conserje.
Consta de 3 plantas, sótano y buhardilla, orientado de norte a sur para proporcionar una óptima iluminación natural, conseguida con una sucesión de ventanas, que ocupan una sexta parte de la fachada y rompe su horizontalidad. La planta baja se dedicó a la Física, la segunda a la Física-Química y la tercera a la Química. Todas las conducciones para los diferentes servicios y desagües se realizan mediante un sistema de recubrimiento con delgada chapa ondulada de hierro que forma una doble pared entre ellas y los pasillos.
En el Rockefeller de 1932 a 1937 estuvieron vinculadas a las actividades investigadoras un total de 36 mujeres científicas.
En 1952 Bernardo Giner de los Ríos, refiriéndose al Rockefeller, afirmó: “allí radicaba uno de los núcleos de tipo intelectual y moral de más categoría que ha tenido España”.
No obstante, frente a la magnífica instalación eléctrica para disponer en los laboratorios de voltajes y amperajes en intervalos muy amplios, era casi imposible conseguir un corcho, un tubo de goma o un mechero Bunsen , debido a las dificultades presupuestarias para atender las necesidades de medios materiales. Sin embargo, estos problemas y otros de distinta índole se han ido resolviendo gracias al espíritu de los Rockefellerianos , como les llamó Pérez Vitoria, que se ha transmitido como una reacción en cadena, directa o indirectamente a sus trabajadores. El espíritu supone compañerismo, sacrificio, honestidad e ilusión por las cosas bien hechas.
Referencia bibliografíca:
* International Educaction Board, de la Rockefeller Foundation.
1.- 50 años de investigación en Fisica y Química en el edificio Rockefeller del CSIC.(1932-1982), CSIC, 1982
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Folleto de Inaguración (pdf, 2.881 kb) [Descargar]
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