Los datos avalan nuestro extraordinario nivel científico y prestigio pero, sorprendentemente, en España no existe la especialidad de enfermedades infecciosas.
Recreación de la supermolécula de 13 fullerenos y azúcares. |
Aunque puede resultar sorprendente para algunos, este titular es cierto y pueden comprobarlo leyendo un análisis bibliométrico de la producción científica española en Enfermedades Infecciosas y en Microbiología publicado recientemente. En él se realiza un estudio detallado de la producción científica española en estas dos especialidades entre los años 2000 y 2013, y se compara con el de otros países y con el de otras ramas de la medicina.
Datos destacados de este estudio son que España ocupa el cuarto lugar del mundo en producción científica en Enfermedades Infecciosas y el sexto en Microbiología. Y que la investigación en enfermedades infecciosas en nuestro país es mucho más eficiente que en Alemania, de modo que el número de documentos por cada punto del Producto Interior Bruto (PIB), destinado a actividades de investigación, es de 7.173 en España frente a 2.932 en la primera potencia económica europea.
Estas cifras reflejan el extraordinario nivel científico técnico y el prestigio internacional de los microbiólogos e infectólogos españoles. Y más importante aún, es el resultado de la excelente calidad de la atención sanitaria que cada día reciben en nuestros hospitales los pacientes con infecciones.
El camino se inició hace 35 años con la fundación de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc) por especialistas en microbiología y en medicina interna que asumieron la atención de decenas de miles de jóvenes con infecciones graves, secundarias a la plaga de la heroína intravenosa que en los años setenta y ochenta asoló nuestro país, y a varones homosexuales con una nueva enfermedad: el sida. Y lo hicieron cuando ambos grupos de pacientes sufrían el rechazo y la estigmatización por una parte de la sociedad y del propio sistema sanitario.
Desde entonces microbiólogos e infectólogos han conseguido a la par un reconocimiento profesional y social unánime por su liderazgo en programas transversales para el control de la infección nosocomial, la mejora del uso de los antibióticos, las infecciones en los pacientes con trasplantes; y las sucesivas crisis de salud pública como las epidemias de gripe, de meningitis, el SARS, la hepatitis C, el Ébola y ahora del virus Zika.
Pero estos logros, empezando por la calidad asistencial a los pacientes con infecciones, están gravemente amenazados por dos razones.
La primera porque en España, sorprendentemente, no existe la especialidad de Enfermedades Infecciosas. Esta ausencia es inexplicable porque cumple los requisitos para ello: Primero, el volumen de conocimientos de las enfermedades infecciosas es en la actualidad igual o superior al de cualquiera de las grandes especialidades médicas. Bien lo saben los médicos que preparan el examen del Médico Interno Residente (MIR). Segundo, la realidad asistencial para los pacientes con infecciones tiene tal magnitud que durante estos años se han creado 95 unidades de gestión clínica y servicios de enfermedades infecciosas distribuidos por los hospitales españoles, en todas las Comunidades Autónomas. Y tercero, la creación de la especialidad de Enfermedades Infecciosas, facilitaría la convergencia con Europa, y la libre circulación de nuestros profesionales, porque en la mayoría de los países europeos existe la especialidad.
Estas razones que vienen de lejos llevaron incluso al Congreso de los Diputados a aprobar por unanimidad una Proposición no de Ley, presentada precisamente por el Grupo Parlamentario Popular en el año 2010, en la que se proponía el reconocimiento de la especialidad de Enfermedades Infecciosas en España. El Ministerio de Sanidad, al frente del que se encontraba por entonces Leire Pajín, llegó incluso a tener listo el Proyecto de Real Decreto, que se quedó en papel mojado tras el cambio de legislatura.
Lamentablemente no ha seguido adelante, y el Gobierno actual ha creado en su lugar, por Real Decreto (RD 639/2014, de 25 de julio) el Área de Capacitación Específica que nuestra sociedad ha impugnado ante el Tribunal Supremo porque no sirve para solucionar los problemas planteados.
La segunda razón por la que están en riesgo los logros alcanzados es porque el período de formación específica de los microbiólogos españoles se va a reducir de cuatro a dos años, siguiendo las normas del anterior Real Decreto aprobado en la presente legislatura. Esta significativa reducción del tiempo de formación del futuro especialista impedirá mantener el nivel de excelencia de la microbiología española. Nuestros futuros especialistas no serán capaces de adquirir todas las competencias que su actividad asistencial docente y de investigación en el laboratorio y volcado a la clínica, demanda. La amenaza de la resistencias a los antimicrobianos, los riesgos de infecciones por microorganismos para los que no existe tratamiento, los patógenos emergentes como el virus Ébola o Zika o la reemergencia de algunos que pensábamos superados (tuberculosis, difteria,...) y el cambio tecnológico al que se enfrenta el microbiólogo, hacen necesaria una formación específica sólida, imposible de adquirir en tan solo dos años.
Desde la SEIMC, nos sentimos orgullosos del prestigio alcanzado por nuestro país en la investigación relacionada con las Enfermedades Infecciosas y la Microbiología, y responsables de que la calidad asistencial a los pacientes con infecciones no se pierda. Por todo ello exigimos al futuro gobierno la aprobación de la especialidad porque necesitamos formar infectólogos, de la misma manera que hacemos con los oncólogos o con los cardiólogos, y mantener la formación no troncal en microbiología.
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