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26 jun 2020

Más de la mitad de las sardinas y anchoas del Mediterráneo occidental tienen microplásticos en los intestinos

Un estudio internacional con participación del CSIC revela que el 58% de las sardinas y el 60% de anchoas han ingerido microplásticos.

Una investigación internacional con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha detectado que el 58% de las sardinas y el 60% de las anchoas del Mediterráneo occidental han ingerido microplásticos. El estudio, realizado por investigadores del Instituto Español de Oceanografía (IEO), del Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC) y del Institut Français de Recherche pour l'Exploitation de la Mer (IFREMER), se publica en la revista Marine Pollution Bulletin.


Según el trabajo, las áreas geográficas donde los peces tienen más probabilidades de ingerir microplásticos son el Golfo de Alicante, en el caso de las sardinas, y el Golfo de León - Delta del Ebro, en el de las anchoas. En ambas especies existe una relación positiva entre la presencia de parásitos y la ingestión de microplásticos, lo que pone de manifiesto que estos factores pueden afectar tanto la salud de las especies marinas como la de los consumidores humanos, según indican los investigadores.

El estudio revela que entre los factores que influyen en esta incidencia destaca la prevalencia de parásitos como larvas, trematodos y nematodos en el tracto intestinal. Es decir, los individuos con mayor contenido de microplásticos en su sistema digestivo también tienen más parásitos.

Los resultados muestran que, en el caso de las sardinas, los individuos con una peor condición corporal tienen más probabilidades de ingerir microplásticos. En el caso de la anchoa la probabilidad de incidencia aumenta en individuos con un índice gonadosomático -peso de la gónada como porcentaje del peso total del cuerpo- más alto y de menor tamaño. En ambas especies una peor condición corporal implica una mayor incidencia tanto de parásitos como de microplásticos.

Marta Coll, investigadora del ICM-CSIC, apunta: “los resultados de este estudio plantean nuevas preguntas para continuar la investigación”. Coll explica que, por ejemplo, se desconoce aún el mecanismo concreto por el cual los peces pelágicos pequeños con mayor incidencia de microplásticos presentan también más parásitos intestinales. La investigadora concluye que “los resultados evidencian la importancia de la monitorización continuada del medio marino, que permite evaluar la salud de los ecosistemas marinos y su impacto sobre los seres humanos”.

Las especies más consumidas en el Mediterráneo occidental
La producción y el uso de microplásticos en el mundo ha ido aumentando exponencialmente desde la década de 1950 hasta alcanzar más de 300 millones de toneladas en 2017. Se trata de partículas y fibras de plástico de tamaño inferior a 5 milímetros, invisibles a simple vista y que afectan principalmente a pequeños peces, organismos invertebrados y otros animales filtradores que tienen el potencial de entrar en la cadena alimentaria, según explican los investigadores.

De entre todas las especies de peces pelágicos pequeños, la sardina (Sardina pilchardus) y la anchoa (Engraulis encrasicolus) son los peces más comercializados y consumidos en el noroeste del mar Mediterráneo, representando estos el 39% del total de las capturas de la región en los últimos años. Además, estas especies juegan un papel clave en los ecosistemas marinos, donde son presas importantes para depredadores como los atunes, los cetáceos y las aves marinas.

Este estudio se ha desarrollado en el contexto de los proyectos PELWEB (CTM2017-88939-R) y PELCAT (CAT 152CAT00013, TAIS ARP059/19/00005), financiados por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y la Generalitat de Cataluña, respectivamente.

Referencia científica: 
Pennino, M.G, Bachiller, E., Lloret Lloret, E., Albo Puigserver, M., Jadaud, A., Bellido, J.M., Coll, M., 2020. Ingestion of microplastics and occurrence of parasite association in Mediterranean anchovy and sardine. Marine Pollution Bulletin. DOI: 10.1016/j.marpolbul.2020.111399

FUENTE: Elena Martínez / CSIC Comunicación

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