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10 sept 2009

El primer alumbrado público LED de Europa está en el municipio barcelonés de L’Estany.

La política se hace verde poco a poco, y no porque se visiones películas italianas de Jaimito en los despachos donde se toman decisiones (o sí, pero eso no viene al caso). Así se percibe cuando se sabe que el pequeño municipio barcelonés de L’Estany se ha abrochado bien el cinturón y ha sustituído todo el alumbrado público de la ciudad para cambiar las bombillas de toda la vida por unas LED de bajo consumo. Ojo, toda la localidad.


El coste de la inversión que ha asumido este enclave de 400 habitantes ha sido de 46.000 euros, que no está nada mal. Pero el objetivo es claro, y en palabras de su alcalde, esta acción supondrá un ahorro estimado de 12.000 euros anuales en la factura de la luz. Nada menos que dos millones de las antiguas pesetas. Esta valoración permitirá amortizar la inversión en unos cuatro años.


La iniciativa hace de L’Estany un auténtico pionero en alumbrado ecológico en Europa, demostrando una sensibilidad no sólo con el bolsillo a largo plazo de las arcas municipales, sino con el medio ambiente. Y es que gracias al alumbrado basado en bombillas LED las emisiones de CO2 van a reducirse hasta en un 62 por ciento. ¿Cómo se logra eso? La razón no sólo se encuentra en la tecnología que fundamenta las luces LED, sino en el profano hecho de que un foco de este tipo de 25 vatios ofrece un rendimiento similar al de una bombilla convencional de 100 vatios. Sencillo.


El haber cambiado todo el alumbrado ha implicado a dos instituciones, el Ayuntamiento de L’Estany y la Diputación de Barcelona, por lo que la imitación de este comportamiento podría (y debería) contagiarse a otras ciudades españolas mediante esta fórmula mixta de inversión. A fin de cuentas, beneficiará a los ciudadanos donde más les duele: en el bolsillo y en la conciencia.





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