Un equipo científico con participación española ha secuenciado el ADN de semillas de uva antiguas, halladas en el sur de Francia, para trazar el árbol familiar de viñas antiguas y modernas. Muchos de los vinos que ahora consumimos en Europa son descendientes de variedades que tienen cientos de años.
En el caso de Savagnin Blanc, una uva que data de entre los años 1050 y 1200, es genéticamente idéntica a la actual / Pixabay |
En los últimos años, el desarrollo de las técnicas de secuenciación de nueva generación y su aplicación al estudio de las trazas de ADN antiguo –que pueden aislarse de restos arqueológicos– están contribuyendo a cambiar nuestra visión de la historia.
En el caso de la vid europea (Vitis vinifera),
la uva exhibe una gran diversidad, con miles de variedades descritas en
registros históricos y contemporáneos, y a menudo se cultiva a través
de la clonación. Gracias a los relatos, sabemos que algunas de estas
variedades se remontan a la Edad Media y que se domesticó por primera
vez hace 6.000 años. Sin embargo, las relaciones genéticas entre viñas antiguas y modernas han sido muy difíciles de vincular.
Un equipo de científicos, con la participación de José Miguel Martínez Zapater, del Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (en
Logroño), ha analizado los genomas de 28 de estas semillas para
rastrear su linaje. Los restos se han recogido en nueve yacimientos
arqueológicos del sur de Francia, que datan de la Edad del Hierro, la
era romana y la época medieval.
“Analizamos el genotipo de esos
ADN en distintos lugares del genoma y lo comparamos con el de muestras
de referencia actuales, tanto cultivadas como silvestres. De esta forma
encontramos que las muestras arqueológicas estaban estrechamente
relacionadas con cultivos en Europa occidental que se utilizan para la
elaboración de vino hoy en día”, dice a SINC Martínez Zapater, coautor
del estudio que publica la revista Nature Plants, en el que se describe la ascendencia genética de las vides francesas.
Savagnin blanc se ha cultivado en Francia durante casi 900 años
En el caso de savagnin blanc, una uva que data de
entre los años 1050 y 1200, el trabajo demuestra que es genéticamente
idéntica a la actual, lo que indica que esta variedad se ha cultivado en
Francia durante casi 900 años. Esta variedad está extendida por toda
Europa, en Alemania y norte de Italia se denomina traminer y en España se conoce con el nombre de albarín blanco.
“Identificamos
tanto semillas con firmas genéticas idénticas a las presentes en
diferentes yacimientos romanos, como semillas que comparten relaciones
de padre y descendencia con variedades cultivadas hoy”, añade Zapater.
La historia de la uva europea
La
vid ha sido durante mucho tiempo importante tanto para la producción de
vino, como una fuente de alimento. Los registros históricos indican que
los griegos introdujeron los viñedos en Francia en el siglo VI a. C.,
pero la producción de vino no se extendió por la mayor parte del sur de
Francia hasta el siglo I a. C. y con la llegada de la ocupación romana.
Las órdenes monásticas probablemente tuvieron algo que ver en su distribución por Europa
Las variedades de vid suelen reproducirse vegetativamente mediante esquejes o injertos desde su selección. Es la forma de mantener las características de la variedad. “Por ejemplo, de la variedad moscatel se
habla en tratados de agricultura de hace mil años. Lo que no es posible
es saber si lo que llamaban moscatel en los textos correspondía al que
conocemos en la actualidad”, explica el científico.
Con el
análisis de ADN se confirma esta posibilidad cuando hay restos que se
puedan analizar. Según explica Zapater, las órdenes monásticas
probablemente tuvieron algo que ver en su distribución por Europa. “En
España cultivamos variedades blancas muy importantes como verdejo, godello o maturana blanca (en Rioja) que descienden de esta variedad. Son hijas suyas”, añade.
Ahora, el equipo de investigación está intentando un estudio similar en España. “Hemos extraído ADN de semillas arqueológicas y
estamos en el proceso de análisis. Hay muchos yacimientos arqueológicos
en los que aparecen semillas y cada vez más. Se trata de recoger y
catalogar y analizar los restos biológicos hasta dónde se pueda llegar.
Las vides en la península ibérica tienen diversos orígenes y es muy
interesante estudiar el origen de las diferentes variedades e integrarlo
en la historia de las poblaciones”, concluye Zapater.
Referencia bibliográfica:
Jazmín Ramos-Madrigal et al. “Palaeogenomic insights into the origins of French grapevine diversity” Nature Plants 5, 595–603 (2019). 10 de junio de 2019. https://doi.org/10.1038/s41477-019-0437-5
Fuente: SINC
Eva Rodríguez
Periodista y redactora de SINC especializada en información sobre ciencias naturales y sociales.
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