Hace 95 millones de años, lo que hoy es Guadalajara no era como lo conocemos ahora. Junto a los abundantes bosques cercanos a la costa habitaron cocodrilos primitivos, reptiles marinos, tortugas y dinosaurios. Así lo revelan los más de 400 restos fósiles hallados durante la última campaña de excavación en el yacimiento de Algora. Entre ellos, destaca un esqueleto parcial que posiblemente corresponda al representante europeo más antiguo de los titanosaurios.
Un paleontólogo junto a varios huesos del dinosaurio saurópodo hallado en el yacimiento de Algora. / Grupo de Biología Evolutiva de la UNED |
A poco más de 100 km de Madrid, no muy
lejos de la autopista A-2, es difícil imaginar que pastaron grandes
saurópodos y nadaron reptiles marinos y cocodrilos primitivos en sus
aguas costeras tropicales. Lo hicieron hace unos 95 millones años, a
comienzos del Cretácico superior, en lo que hoy es Algora, Guadalajara.
La fauna de Algora era muy mal conocida, dado que habitó en un periodo del que apenas se dispone de información para el conjunto de Europa
Durante una excursión de estudiantes de Geología en el entorno de del
yacimiento, hace más de 25 años, uno de los alumnos encontró de forma
aislada un pequeño diente de dinosaurio carnívoro. A pesar del
excepcional hallazgo, el interés por este fósil pasó desapercibido hasta
hace seis años, cuando un investigador de la Universidad Nacional a
Distancia (UNED) se percató de este descubrimiento.
Desde entonces, el Grupo de Biología Evolutiva de la UNED
ha realizado una primera intervención paleontológica en 2016, junto a
otros expertos españoles y extranjeros, y acaba de terminar una segunda
campaña en la que se han descubierto más de 400 fósiles muy bien
conservados de cocodrilos, peces, plesiosaurios, tortugas y
titanosaurios, varios de los cuales podrían ser nuevas especies para la
ciencia.
“La fauna de Algora era muy mal conocida, dado que
habitó en un periodo del que apenas se dispone de información para el
conjunto de Europa, pero que es fundamental para conocer cómo se produjo
el establecimiento de las últimas faunas con dinosaurios y otros
reptiles coetáneos en este continente”, señala a Sinc Adán Pérez García,
investigador principal del proyecto.
El singular yacimiento no
solo completa la información sobre los últimos ecosistemas dominados por
dinosaurios en Europa, sino que destaca por la abundancia de sus
fósiles, la preservación de los mismos y permite identificar especies
mal conocidas o nuevos vertebrados terrestres, de agua dulce, marinos
costeros, y animales de mar abierto.
Los científicos recalcan concretamente la presencia de tortugas del género Algorachelus,
de las que aún quedar mucho por saber y que motivaron en parte el
proyecto impulsado por la Viceconsejería de Cultura de la Conserjería de
Educación, Cultura y Deportes de Castilla-La Mancha.
La fauna cretácica de Guadalajara
“El conocimiento sobre Algorachelus
puede mejorar radicalmente, gracias al hallazgo de numerosos
caparazones completos, tanto de individuos juveniles como de adultos,
pero también de la mayor colección de cráneos de toda Europa y una de
las mayores a nivel mundial del grupo al que pertenece esta tortuga”,
detalla Pérez García.
La exitosa excavación también evidencia la presencia de varias formas de cocodrilos, de los que se tenía muy poca información
Además de las tortugas, la campaña ha sacado a la luz a los
representantes de otros linajes hasta ahora mal conocidos. “Hemos
identificado una diversidad de peces mayor de lo considerado hasta el
momento”, apunta a Sinc el científico que ha podido reconocer restos de
peces de origen africano.
Este hallazgo apoya la hipótesis del
reemplazamiento de varios vertebrados europeos por faunas procedentes de
la masa continental del sur, llamada Gondwana y formada por África y
Sudamérica. El primer ejemplo de esta dispersión fue la tortuga Algorachelus peregrina, procedente de lo que ahora era África y cuyos restos fueron hallados durante la primera campaña en Algora.
La
exitosa excavación también evidencia la presencia de varias formas de
cocodrilos, de los que se tenía muy poca información. “El nuevo material
permite reconocer que algunos linajes de cocodrilos primitivos aún
sobrevivían a comienzos del Cretácico superior, junto con formas
atribuibles a linajes más modernos, que acabaron reemplazándolos por
completo varios millones de años después”, dice el paleontólogo.
Un esqueleto parcial de titanosaurio
El
entorno de Algora hace 95 millones de años también fue el hábitat de
dinosaurios herbívoros. Lejos de ser un ambiente desértico como se
pensaba hasta ahora, la región fue en realidad una zona costera
tropical, con grandes bosques, según la gran biodiversidad de especies
descubierta.
“La posibilidad de que el saurópodo de Algora sea una especie nueva es elevada”, indica el paleontólogo
El grupo ha descubierto de hecho un esqueleto parcial –vértebras,
elementos de las cinturas y de las extremidades– de un herbívoro de
relativo pequeño tamaño, que podría corresponder a una nueva especie de
saurópodo.
“Sería el representante europeo más antiguo de los
titanosaurios, que fueron uno de los grupos de dinosaurios más
abundantes y diversos en los yacimientos de la parte final del Cretácico
en este continente”, indica Adán Pérez García.
El análisis de
los fósiles permitirá ahora saber el origen de los miembros europeos de
este linaje de saurópodos, muy comunes al final del periodo dominado por
los dinosaurios. “La posibilidad de que el saurópodo de Algora sea una
especie nueva es elevada, y puede que ocurra lo mismo con los
representantes de otros de los grupos hallados durante esta excavación”,
concluye el investigador.
Fuente: SINC
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