Cuando se cumplen dos meses del inicio del estado de alarma por la pandemia, nos enteramos con cierta decepción de que seguimos estando casi en la casilla de salida en cuanto a superarla. En efecto, si cuando llegó el virus a nuestras puertas era nuevo para todos nosotros, es decir, para el 100 % de la población, y nadie tenía defensas frente a él, ahora seguimos sin tenerlas el 95 % de los ciudadanos, porque aproximadamente solo el 5 % de la población española ha superado la infección personalmente. Y nos queda mucho hasta alcanzar la inmunidad colectiva, que para este virus se estima que será cuando el 60-70 % de la población haya pasado la infección. La inmunidad colectiva es la que evitaría el contagio descontrolado si antes no tenemos vacunas.
La viróloga Margarita del Val, en el CBMSO-CSIC-UAM. / César Hernández CSIC Comunicación |
Esta pandemia causada por la infección por el coronavirus nos está haciendo vivir una trágica experiencia. Está alterando nuestras expectativas vitales. Nos está trayendo muchas incertidumbres. Muchos esperaban tener ahora certezas de que el sacrificio que hemos hecho en los últimos dos meses estaba próximo a su fin. Sin embargo, había muchas indicaciones de que esto no era así puesto que ¿por qué una desescalada tan cautelosa? ¿por qué otros países del mundo, ya sin apenas casos, siguen con medidas drásticas de contención y lejos de la normalidad que añoramos? Estamos aprendiendo que no estamos ya cerca del final del túnel, y que los expertos en este campo sí que esperaban los resultados provisionales del estudio de seroprevalencia de los anticuerpos contra el coronavirus en la población española que ha comunicado el Instituto de Salud Carlos III.
¿Qué otras implicaciones tienen estos resultados provisionales? En primer lugar, nos indican que ha habido unas 10 veces más personas infectadas de las contabilizadas, una tercera parte de las cuales ni siquiera ha tenido síntomas. A la vez nos sugiere que el número de personas que ahora mismo pueden actuar como transmisores activos de la infección es incierto pero bastante más alto de lo que suponíamos. Tenemos por tanto que ser especialmente conscientes de actuar con la cautela que hemos aprendido, porque la situación es más inestable que hace dos meses, y no queremos que la sociedad ni la economía vuelvan a sufrir otro impacto antes de haber empezado a recuperarse. Ni tampoco el sistema sanitario, al que queremos volver con todas nuestras otras importantes dolencias.
En segundo lugar, con un cómputo más certero del número total de afectados, sabemos que esta enfermedad covid-19 es seria, ya que su mortalidad real es tal que al menos el 1,1 % de los infectados fallece, y quizás el doble entre los más mayores, los más vulnerables. Esto es más o menos 7 veces más grave que la gripe estacional, y en los mismos tramos de edad. A la gripe cada año se le atribuyen entre 6.300 y 15.000 defunciones. Hay esperanzas: quizás la covid-19 es así solo cuando el coronavirus sigue bravío porque casi todos seguimos susceptibles.
Además, una nota de precaución: dar positivo en el test de anticuerpos no indica que no se sea contagioso: nadie nos podemos confiar ni descontrolar, ninguno podemos permitirnos exponer a los demás al contagio, cada uno de nosotros sin saberlo podríamos contribuir a amplificar una nueva oleada.
En resumen, estamos casi tan vulnerables como hace dos meses a una segunda oleada de la pandemia. Las diferencias de hasta diez veces entre provincias nos recuerdan que las más frágiles son las que menos han sufrido en estos dos meses. Son las que ya han iniciado los primeros pasos de la desescalada, en la que deben ser especialmente cautelosas. Tenemos sin embargo algo grande a nuestro favor: ya hemos aprendido muchas medidas sencillas de higiene, distanciamiento social y tele-trabajo, y sabemos que la actuación temprana es la que menos impacto tiene. Por eso, con la sensatez de todos nosotros, lograremos que la nueva oleada sea llevadera, o se retrase lo más posible. Además, la investigación para encontrar tratamientos y vacunas progresa en todo el mundo, y también en España, con un tercer proyecto de candidato vacunal en el CSIC. Pero no podemos olvidar que este virus salvaje se quedará con nosotros, y tardaremos meses, si no años, en domarlo.
La incertidumbre puede ser peor que la certeza de una situación difícil. Aunque no nos contenten muchas de las medidas restrictivas que todavía se aplican en todo el mundo, y también en nuestro país, al menos quizá nos ayude el comprender que en su conjunto están justificadas.
Margarita del Val es viróloga e inmunóloga del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CSIC-UAM). Coordina la Plataforma Temática Interdisciplinar del CSIC en Salud Global que investiga la Covid-19.
FUENTE: CSIC
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