Se cumple el centenario del eclipse que permitió confirmar la teoría de la relatividad general. "Cada día, cuando buscamos en el mapa del teléfono móvil una trayectoria desde nuestra posición, estamos beneficiándonos de que Einstein tuviera razón al hacer una teoría tan poderosa y precisa sobre cómo es el espacio y el tiempo", explica el astofísico y divulgador Javier Armentia.
Imagen del eclipse de 1919 tomada por Dyson, Eddington y Davidson. Wikimedia Commons |
El 29 de mayo de 1919 se produjo un
eclipse total de Sol observable en una franja de la Tierra que cubría
desde Sudamérica al África Central. En aquella época la pasión por la
observación de los eclipses estaba, digamos, bastante baja en la lista
de las preocupaciones de la gente.
Haciendo un chiste fácil al que
no puedo resisitirme, los acontecimientos terroríficos de la Gran
Guerra habían eclipsado lógicamente casi cualquier tipo de actividad
intelectual. Mirándolo con la perspectiva que dan estos cien años, sin
embargo, el año en que se vivía el fin de la contienda fue especialmente
provechoso para la astronomía. Ese mismo año se creó la Unión Astronómica Internacional y, una vez más, una observación de un fenómeno celeste permitía confirmar una nueva teoría física.
En 1915 Einstein había publicado una teoría revolucionaria que se ha convertido en parte de la mayor aventura intelectual del siglo XX
En 1915 Albert Einstein había publicado una teoría revolucionaria que
se ha convertido en parte de posiblemente la mayor aventura intelectual
del siglo XX: el espacio y el tiempo lo eran por la acción de la
gravedad. O, pensándolo de una nueva manera, la gravedad que había
servido para asentar las bases de la ciencia moderna a partir de Newton,
esa fuerza universal que daba forma al cosmos, se convertía en la razón
de que tengamos una geometría y una historia determinada.
El
desarrollo matemático de este marco teórico se convirtió en el
quebradero de cabeza de muchos físicos, y aún sigue siéndolo incluso (o
especialmente) para los estudiantes del grado de Física de cualquier
universidad de cualquier parte del mundo. Pero ya en los primeros años
de la Era Einstein se empezaron a ver que había consecuencias medibles
de los planteamientos de la relatividad.
La respuesta, cerca del Sol
Así,
la relatividad explicaba que el movimiento de precesión anómalo de
Mercurio se debía al arrastre del espacio-tiempo provocado por la
cercanía del Sol, algo que antes se había intentado explicar con la
presencia de un inexistente planeta interior desconocido, Vulcano. Otra
de las predicciones sorprendentes de esas curvaturas de la textura del
universo en torno a una masa era que se podía calcular cuánto se
desviaría la misma luz cuando pasaba cerca de ella.
Swarzschild calculó
incluso que con una masa suficientemente densa la luz podría llegar a
quedar atrapada en un pozo gravitatorio. Y en marzo de 1919 el
astrofísico inglés Arthur Eddington propuso que esa
curvatura de la luz podría ser observada en un eclipse solar. Bastaba
con obtener imágenes de las estrellas cercanas al disco solar
aprovechando que la Luna pasaría unos minutos por delante ocultándonos
la luz de la fotosfera.
La relatividad explicaba que el movimiento anómalo de Mercurio se debía al arrastre del espacio-tiempo provocado por la cercanía del Sol
Se suele decir que Eddington fue la primera persona que entendió la
relevancia de la teoría de la relatividad general. Se suele contar,
además, que siendo de confesión cuáquera estaba en la disposición
perfecta para poder soslayar la barrera entre naciones que había
impuesto el escenario de la guerra. Dyson, el responsable del
observatorio real británico, entendió que era posible montar dos
expediciones a la franja de totalidad del eclipse a ambos lados del
Atlántico, una en Sobral, Brasil y otra en la isla del Príncipe. Las
imágenes y las mediciones de ese día de hace justo un siglo permitieron
comprobar los cálculos relativistas.
Einstein en los medios
Algo
que, además, llegó a los medios de comunicación. Einstein no era
conocido entonces, Eddington mucho más en el Reino Unido, pero el
espaldarazo a la teoría que proporcionó esta observación astronómica fue
lo que permitió a los periodistas escribir por primera vez "Einstein
tenía razón". Un titular que se ha ido repitiendo a lo largo de este
siglo cada vez que la física relativista cumple una de sus predicciones.
El espaldarazo a la teoría que proporcionó esta observación astronómica permitió a los periodistas escribir "Einstein tenía razón"
Este año, sin ir más lejos, cuando el equipo internacional del
Telescopio del Horizonte de Sucesos presentó su imagen del agujero negro
del núcleo de la galaxia M87. O hace cuatro años cuando se detectaron
las ondas gravitacionales por el equipo internacional del LIGO. Y aunque
no lo digamos, cada día, cuando buscamos en el mapa del teléfono móvil
una trayectoria desde nuestra posición, estamos beneficiándonos de que
Einstein tuviera razón al hacer una teoría tan poderosa y precisa sobre
cómo es el espacio y el tiempo.
Resulta irónico que a Albert
Einstein le parecieran más interesantes los experimentos mentales y la
fortaleza matemática de la física teórica que la incierta y modesta
obsesión de la física experimental en avanzar mediante experimentos
reales. Porque realmente si su teoría se hizo sitio fue por su capacidad
de responder de manera precisa a los retos de un universo que sin su
teoría no tendría una explicación correcta.
Hoy hace un siglo, ese
eclipse demostró que la física es una de las ocupaciones más
susceptibles de cambiar a largo plazo la historia humana. Así que merece
la pena celebrarlo.
Javier Armentia Fructuoso (Vitoria-Gasteiz, 1962) es un astrofísico y divulgador de la ciencia español.
Desde 1993, es director del Planetario de Pamplona.
Fuente: SINC
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