Es un material bidimensional que ha prometido aplicaciones casi mágicas. Casi diez años después de que sus ‘padres’ ganaran un Nobel, sus aplicaciones más mundanas van llegando al mercado. Aunque los productos no sean revolucionarios, muchas empresas que emplean grafeno lo hacen con un secretismo que destaca frente al marketing de otras.
La empresa vasca Graphenea produce en masa grafeno de alta calidad. / Graphene Flagship |
En 2004, dos investigadores lograron reducir el grafito a una finísima capa de un nanómetro de grosor. Su creación, llamada grafeno, tenía propiedades tan extrañas que muchos hablaron de una revolución en los laboratorios.
Desde
entonces, la industria espera con los brazos abiertos las aplicaciones
del material del futuro. Tanto es así que Europa ha puesto en marcha el
enorme proyecto Graphene Flagship,
un ‘buque insignia’ con más de 150 centros de investigación, empresas y
un presupuesto de 1.000 millones de euros para sacarlo de los
laboratorios al escaparate comercial.
El grafeno ya ha llegado al mercado pero, de momento, no con aplicaciones revolucionarias. Estas, como diría el premio Nobel de Física y ‘padre’ del material Andre Geim, son más bien “evolucionarias”. La empresa zaragozana Graphene Tech es un buen ejemplo de ello.
Graphene Tech nació en 2010, después de que Geim ganara su Nobel, fruto de una colaboración con el CSIC y el Instituto de Nanociencia de Aragón.
Todo comenzó con un reactor del tamaño de una lata de refresco, capaz
de generar unos tres gramos de grafeno al día. Hoy fabrican una tonelada
de este material y también desarrollan productos que van desde
polímeros aditivados con grafeno a biosensores. La compañía aragonesa
forma parte de la gran flagship europea.
Menos es más
Los
comienzos no fueron fáciles. “Optamos por la microexfoliación mecánica
del grafito, un sistema de producción por el que nadie apostaba
entonces. Nos decían que estábamos locos”, recuerda el director de
operaciones de la empresa, José Antonio Peláez. Pero lo lograron:
primero 3 gramos, luego 300. Más tarde, 1 kilogramo.
“Una vez
fuimos capaces de producir grafeno, nos dimos cuenta de que las
compañías no sabían cómo utilizarlo”, explica Peláez, ingeniero
electrónico de formación. Al principio, empresas y productores
cometieron el error de pensar que cuanto más grafeno añadieran, mejores
serían los resultados. “En grafeno, menos es más”.
“Colaboramos con el equipo español de esquí con una cera para que resbalaran mejor por la pista”, dice Peláez. “¡Bajaban lanzados!”
A esta conclusión llegaron no sin algún susto. “Como el grafeno es
bueno en lubricación, colaboramos con el equipo español de esquí y
desarrollamos una cera para que resbalaran mejor por la pista”, dice
Peláez. “Aditivamos con porcentajes muy altos y mejoraron los tiempos…
pero demasiado, ¡bajaban lanzados!”.
La idea inicial de Graphene
Tech era ser productores y suministradores de grafeno a gran escala,
pero se dieron cuenta de que ayudarían más a sus clientes si también
desarrollaban aplicaciones finales. “Miramos qué aplicaciones eran más
inmediatas para el mercado, aunque no fueran bonitas”.
Hoy
producen grafeno en polvo como materia prima, pero también productos que
lo utilizan. Estos pueden agruparse en tres familias, según su
aplicación: almacenamiento energético (baterías y supercapacitadores);
aditivación de polímeros, lubricantes y grasas; y recubrimientos y
tintas con propiedades conductivas o térmicas.
Polímeros ‘dopados’ con grafeno
El
porcentaje de carbono, número de capas y área específica determina las
propiedades del grafeno y, por lo tanto, sus aplicaciones. Graphene Tech
coge algunos de los polímeros más utilizados, como polietileno,
poliestireno y PET, y les añade polvo de grafeno para mejorar sus
propiedades. La lista de aplicaciones va desde la industria aeroespacial
y del automóvil a la impresión 3D.
Peláez insiste en la filosofía
de “menos es más” que aprendieron con los esquiadores. Por ejemplo,
para mejorar las propiedades mecánicas de los polímeros en un 45 % basta
añadir entre un 0,5 y 1 % de grafeno. En total producen unas 5
toneladas al día de estos compuestos aditivados.
Otra opción es
dotar a estos polímeros de conductividad eléctrica o hacerlos capaces de
disipar el calor. En este caso, se añade un 10 % de grafeno. Pero no se
puede tener todo en la vida: entonces las propiedades mecánicas decaen.
Avanzare es una empresa riojana que, junto a Graphene Tech y Graphenea,
compone el ‘tridente’ nacional de producción de grafeno y desarrollo de
aplicaciones. Su CEO, Julio Gómez, asegura que el principal uso masivo
“rentable” a día de hoy se encuentra en estos materiales compuestos,
“sobre todo de resina con fibra”, que se usan en mercados como el
aeronáutico, el transporte de vehículos, los aerogeneradores y la
industria química.
Electrónica flexible
Gómez
explica que hay más aplicaciones interesantes hoy en día: pinturas,
tintas conductivas y, sobre todo, textiles. “El grafeno va a ser clave
en el desarrollo de tejidos inteligentes y microsensores”. También
menciona aplicaciones “muy de nicho” en deportes, como zapatillas, que
“usan una cantidad mínima” y representan “un 2 %” del total. “Una única
aplicación en materiales compuesto equivale a que todas las raquetas de
tenis se hicieran con grafeno durante cinco años”, añade.
Han creado una chaqueta cuya manga tiene siete sensores impresos que permiten controlar por Bluetooth la música del móvil y contestar llamadas
Graphene Tech también desarrolla tintas conductivas. Tienen pequeños
porcentajes de grafeno y se pueden usar para serigrafía, huecograbado,
etiquetado y ófset. “Su uso está enfocado a electrónica flexible”, dice
Peláez. Por ejemplo, biosensores que determinan tipos de proteínas,
glucosa en sangre y otros marcadores. “Los diabéticos usan unas
etiquetas de usar y tirar, y la parte de carbono donde se coloca la gota
de sangre es tinta de grafeno la que se utiliza ahora”.
La empresa trabaja hoy con varias empresas en aplicar estas tintas conductivas en wearables.
Peláez pone un par de ejemplos, como una prenda deportiva cuya
temperatura se puede controlar con una app: “Hemos imprimido
resistencias en la parte lumbar para que alcance entre 30 y 65 ºC”.
También una chaqueta para running cuya manga tiene siete sensores impresos que permiten controlar por Bluetooth la música del móvil y contestar llamadas.
De
forma similar, colaboran con una empresa coreana para desarrollar una
batería de ion litio que sea flexible. “Llevamos un año y ya tenemos las
primeras pilas de botón, cuya capacidad mejora un 50 % y su durabilidad
un 35 %. La idea es llegar a una que sea como la de un móvil”.
“Para muchas compañías con las que trabajamos, el grafeno no es una cuestión de marketing”,
comenta Peláez. “Parece que cuando se lanza un producto al mercado
tiene que hacer ruido y todo el mundo tiene que ver que se utiliza, pero
a estas empresas el grafeno como herramienta de marketing no les va a hacer vender más”.
De
hecho, el ingeniero asegura que las empresas prefieren no desvelar el
secreto. “Cuando da resultados competitivos y pueden dar un golpe en el
mercado, las compañías no quieren decir que su producto lleva grafeno,
se guardan el arma”.
Cuando pueden dar un golpe en el mercado, las compañías no quieren decir que su producto lleva grafeno, se guardan el arma”, dice Peláez
Gómez considera que la diferencia entre una aplicación fruto del marketing y una masiva es que esta última nunca lo contará: “Que ponga en la etiqueta grafeno es marketing.
Si tu raqueta de tenis es tan buena porque lleva grafeno, ¿para qué lo
vas a publicitar? El material compuesto no se vende porque lleve
grafeno, sino porque es mejor que el que no lo lleva”.
Muchos de
los productos desarrollados son para uso empresarial interno. Peláez
cita una empresa de pinturas que transporta sustancias químicas: “Tienen
que pintar los recipientes de transporte cada dos llenados porque son
compuestos muy agresivos. Hemos desarrollado una pintura con grafeno que
soporta mejor la corrosión y para ellos es más que satisfactorio, pero
no la comercializan”.
La situación llama la atención por ser opuesta al marketing
que suele rodear a este material. “Hemos encontrado intrusismo que nos
ha perjudicado mucho. Han usado el tirón del grafeno para vender más.
Nosotros sabemos que no lo usan, por eso no forman parte de la
iniciativa Graphene Flagship”.
Ni colchones ni prótesis dentales
Los
colchones de grafeno son, según Peláez, “la mayor estafa de la
historia”. Asegura que investigaron el tema y que los resultados
obtenidos “no valían para nada”. La explicación es que, al inyectar el
material en una espuma que se expande, el porcentaje se reduce
muchísimo, cuando el objetivo es que las láminas interactúen unas con
otras. “Buscamos disipación de calor pero los resultados eran los mismos
con que sin”, asegura.
“El intrusismo nos ha perjudicado, algunas empresas que ni siquiera utilizan grafeno se ha aprovechado de su fama para vender más”
Algo similar ocurre con las pinturas y las piezas dentales, que
comparten el mismo problema. “El grafeno en polvo es negro”, dice
Peláez. “Un lubricante con un 0,05 % de grafeno ya es completamente
negro”. Eso constituye un problema en unos productos que, sobre todo en
el caso de los dientes, deben ser blancos. “Las prótesis dentales se
rompen a los tres meses porque la aditivación es con carbonato cálcico”.
“Interesa
decir que lleva grafeno porque vende”, comenta Peláez en relación con
estas empresas que, en ocasiones, ni siquiera utilizan el material.
“Otros lo usan y callan porque es un producto estratégico que les
diferencia de la competencia”.
Peláez cuenta que este año llevaron varios de sus productos al Mobile World Congress de Barcelona, y que la gente se extrañaba de que se comercializaran. “Esperan el ascensor a
la Luna, que es una barbaridad, y desarrollos como la nueva generación
de procesadores y transistores. Eso va a tardar”, asegura. “Se han
anunciado cosas que nadie se creía; el grafeno como todo material
necesita su tiempo, pero ya se empiezan a ver aplicaciones
industriales”, añade Gómez.
La agencia Sinc participa en el proyecto europeo SCOPE, coordinado por FECYT y financiado por la Unión Europea a través de Horizon 2020. Los objetivos de SCOPE son comunicar resultados visionarios de la investigación de proyectos asociados al Graphene Flagship y el Human Brain Project, así como promover y reforzar las relaciones en la comunidad científica de las Iniciativas de Investigación Emblemáticas de las Tecnologías Futuras y Emergentes (FET Flagships) en la UE.
Fuente: SINC
Sergio Ferrer
Periodista científico. Amante de la paleontología, la cultura
japonesa, los cómics, la paella y Madrid. Exbiólogo. Colaborador de SINC
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