La exploración espacial se ha animado en los últimos años. Crear una ‘estación de servicio’ lunar, explotar recursos extraterrestres o volver a pisar la Luna –y que lo haga una mujer– están entre los planes de algunos países. La política ya no entiende las misiones como un simple escaparate. Llegar ya no es el fin, sino el principio.
Representación artística de 1995 de una operación lunar de extracción de oxígeno del suelo lunar en Mare Serenatatis, a pocos kilómetros del lugar de aterrizaje del Apolo 17. / SAIC/Pat Rawlings |
La llegada a la Luna paralizó el mundo hace medio siglo. La misión Apolo 11 supuso un hito en la carrera espacial protagonizada en aquellos años por EE UU y la Unión Soviética. En los años 60, John F. Kennedy inició abiertamente en su famoso discurso
una competición entre dos grandes rivales y ganar era una cuestión de
orgullo. Fueron a contrarreloj porque el presidente americano había
prometido llegar a la Luna antes de finalizar la década. Fue una carrera
de fondo y cuando llegaron estaban exhaustos y sin más motivación
política.
Han pasado 50 años desde aquella rivalidad y las
circunstancias políticas hoy son muy diferentes. Sin embargo, una nueva
hazaña lunar sigue siendo relevante desde el punto de vista científico y
económico.
“Vivimos un momento histórico en el que somos
conscientes de que nuestro planeta tiene unos recursos limitados y eso
hace inviable nuestra civilización. La extracción de recursos en el
espacio, si es que logran reducirse los costes, empieza a parecer una
buena solución para algunos de los muchos problemas de nuestro sistema
económico insostenible”, explica a Sinc Jorge Hernández Bernal, investigador del instrumento VMC, de la sonda espacial europea Mars Express, actualmente en órbita en Marte.
"Tener un ‘estación de servicio’ extraterrestre proporcionaría combustible para futuras misiones más lejanas", dice Cabrero Gómez
La carrera actual en la Luna se libra entre Estados Unidos y China,
principalmente. En el caso de las misiones no tripuladas, destacan los
robots de prospección Chang’e del país asiático y los Servicios de Carga
Comercial Lunar de la NASA, que determinarán la ventaja relativa de
cada país para acceder y explotar los recursos lunares.
Destacan “los existentes en el agua helada en el polo sur, ya que H2 y O2
son los principales elementos para tener un ‘estación de servicio’
extraterrestre con combustible para futuras misiones más lejanas, como
la de ir a Marte por exploración o las comerciales de explotación de
asteroides ricos en metales y tierras raras”, apunta el físico Juan F. Cabrero Gómez, que trabaja en la misión ExoMars 2020 de la Agencia Espacial Europea (ESA).
China
ya ha lanzado en los últimos años cinco de estas misiones a la Luna,
incluidos orbitadores, aterrizadores y dos pequeños vehículos capaces de
desplazarse por su superficie. “Chang'e 3 es el primer rover lunar que
se crea desde los años 70 y mostró las capacidades de la Luna como base
para la observación de la Tierra y del espacio con las tecnologías
modernas”, dice Ana Inés Gómez de Castro, catedrática de Astronomía y Astrofísica de la Facultad de Ciencias Matemáticas de la Universidad Complutense de Madrid.
El último, Chang'e 4, ha sido capaz de aterrizar en la cara oculta de la Luna por primera vez. Además, las próximas tres misiones Chang’e ya están aprobadas y, entre otras cosas, tienen planes serios de transportar a la Tierra restos de la superficie lunar.
“El 5 y 6 tratarán de traer a la Tierra muestras de distintas
regiones de la Luna, el 7 estudiará una zona del polo sur y el 8,
todavía por determinar, probaría las tecnologías necesarias para la
construcción de una base lunar, sin duda la más interesante de todas las
anteriores”, explica Tomás Alonso Hernández, ingeniero de telecomunicaciones en el Complejo de Comunicaciones con el Espacio Profundo de Madrid (MDSCC, por sus siglas en inglés), perteneciente a la NASA.
“El Chang'e 5 y 6 tratarán de traer a la Tierra muestras de distintas regiones de la Luna", explica Alonso Hernández
El boom de las misiones comerciales
Uno de los motores de renovación del interés por la Luna ha sido la disponibilidad de mapas de alta resolución en 3D de la superficie lunar, generados principalmente por la misión Lunar Reconnaissance Orbiter
(LRO) de la NASA. “En el futuro cercano, también los SLS-Orion de la
NASA y las misiones Luna (25-27) de la Agencia Espacial Rusa
representarán un incremento significativo de la actividad en la Luna”,
dice Gómez de Castro.
Otros países también han hecho sus incursiones. Hace tan solo tres meses, en abril de 2019, una organización israelí intentó hacer aterrizar una sonda no tripulada en la Luna. Fallaron por muy poco y volverán a intentarlo.
Por su parte, la India ha intentado esta semana lanzar otra sonda de aterrizaje al polo sur de la Luna, pero ha tenido que suspender la misión
por problemas técnicos. La Chandrayaan 2 probará la habilidad de
Agencia India de Investigación Espacial de un aterrizaje suave y su
capacidad de operar un rover robótico. Corea del Sur también tiene planeadas misiones no tripuladas.
“Se está produciendo además un auténtico boom de
misiones comerciales patrocinadas por empresas privadas para enviar
orbitadores, vehículos todoterreno e incluso turistas a nuestro
satélite. Todos estamos entusiasmados por seguir explorando la Luna”,
enfatiza Rafael Bachiller, astrónomo y director del Observatorio Astronómico Nacional.
Una de esas iniciativas privadas es SpaceX,
que planea junto a un multimillonario japonés enviar una nave a las
inmediaciones de la Luna en 2023. A esta iniciativa la han bautizado #DearMoon y en ella volarían varios artistas.
“Aun
así, no está claro en qué medida SpaceX tiene la capacidad, es decir,
el dinero y los medios, para preparar esta misión en tan poco tiempo. Es
posible que vayan ‘de farol’, para conseguir más inversores”, dice
Hernández Bernal, y añade: “Estamos claramente ante un resurgir del
interés por la exploración lunar”.
Volver a la Luna para quedarse
Por su parte, EE UU lidera un proyecto internacional –en el que también participa la Agencia Espacial Europea– para lanzar la Estación Espacial Gateway
(DSG, por sus siglas en inglés) que estará en la órbita lunar. Esta
base supondría hacer que las misiones de aterrizaje en la Luna sean
bastante más accesibles.
“Se está produciendo además un auténtico boom de misiones comerciales patrocinadas por empresas privadas", apunta Bachiller
“En estos momentos, EE UU es quién ha indicado que llevar un humano
de vuelta a la Luna es su prioridad, de modo que pienso que la NASA será
quien lo haga, con colaboradores nacionales e internacionales. El
volver allí después de más de medio siglo será ciertamente importante. Y
esta vez, el deseo es establecer una base, no solo para explorar su
superficie y sus minerales, sino también para aprender cómo poder
realizar otras misiones aún más ambiciosas, como ir a Marte”, argumenta María Begoña Vila Costas, astrofísica española que trabaja en el centro de vuelo espacial Goddar de la NASA.
La
DSG daría soporte en las comunicaciones entre la Tierra y la Luna a las
misiones pequeñas, abaratando significativamente su coste y
simplificando el diseño. Además, podría servir de punto de ensamblado de
componentes que requieran condiciones de microgravedad o de vacío y que
vayan a utilizarse en misiones lunares o en órbitas alejadas de la
superficie terrestre como los grandes observatorios astronómicos.
El
país norteamericano también anunció hace pocos meses su intención de
volver a pisar la Luna en 2028 y posteriormente dobló la apuesta a 2024,
en lo que han bautizado como el programa Artemisa. Sin
embargo, este proyecto tiene muchas dificultades. “Están las elecciones
presidenciales el próximo año, además si quieren llegar en 2024 van a
necesitar desarrollar muchos elementos vitales para una misión de estas
características, y eso requiere mucho dinero”, declara Hernández Bernal.
La Casa Blanca ha anunciado un aumento de 1.600 millones de dólares
en el presupuesto de la NASA de 2020 para el desarrollo de este
programa, pero esta cantidad no parece suficiente. “Para colmo, este
dinero se sacaría de un programa de ayudas a estudiantes universitarios. ¿Es esa la clase de progreso que queremos?”, se lamenta el investigador.
Vila
Costas considera que poner en marcha este proyecto va a ser muy
complicado, pero es uno de los objetivos a futuro: “Los prototipos
iniciales permitirán demostrar el proceso de aterrizaje, la
investigación de la superficie lunar, y tecnologías como paneles solares
o comunicaciones con la Tierra, que serían esenciales para establecer
una base allí. El proyecto Artemisa es muy ambicioso, un primer paso en
una nueva fase de exploración espacial”, expone.
“Desde mi punto
de vista lo relevante no es volver a poner astronautas en la Luna, sino
ir para quedarse. Generar un entorno en el que pueda haber permanencia
humana en la Luna”, enfatiza Gómez de Castro.
Las nacionalidades de la Moon Village
El
objetivo de la primera fase de Artemisa sería aterrizar en el polo sur
de la Luna en el año 2024, con una tripulación compuesta de mujeres y
hombres. Para ello, contaría con el nuevo lanzador SLS y la nave Orion, además del módulo Gateway que
ya estaría en funcionamiento. La segunda fase se centraría en conseguir
la sostenibilidad en la Luna y sentar las bases para un futuro viaje a
Marte. Se abriría así la posibilidad de colaboración con agencias
espaciales internacionales y empresas privadas para crear lo que ha
bautizado como Moon Village.
Esta colonia en el polo sur
lunar contaría, según la ESA, con un entorno colaborativo en el que las
agencias pueden mantener su independencia y, sin embargo, compartir
infraestructura básica para sobrevivir en un entorno tan hostil como la
Luna. Además, la estación en la superficie de la Luna abriría muchas
posibilidades para la investigación científica, igual que las que en su
momento surgieron con las estaciones espaciales orbitales.
Moon Village será un entorno colaborativo en el que mantener la independencia y compartir infraestructuras para sobrevivir en el hostil entorno lunar
“Está por ver si esta vez el Gobierno de EE UU pondrá los recursos
necesarios y conseguirá las alianzas imprescindibles con empresas del
sector privado para llevar a cabo este gran proyecto”, insiste Alonso
Hernández.
Bachiller cree que en este contexto, la Agencia
Espacial Europea debe reforzar su colaboración con la NASA en el marco
de la construcción de la nueva nave Orión. “También debería desarrollar
nuevas tecnologías para la extracción y el uso de los recursos naturales
in situ, pues estas tecnologías serán clave para el futuro de la exploración espacial”, explica.
Los
planes de China a este respecto son relativamente desconocidos.
Aparentemente su meta es pisar la superficie lunar hacia 2030 y también
tiene planes de poner una estación espacial en el satélite, hacia 2025.
“La gran ventaja de China es la estabilidad política, aunque sea a costa
de coartar libertades, contaminar y explotar trabajadores para que
nosotros tengamos móviles, tablets y ordenadores más baratos”, relata
Gómez de Castro.
A Cabrero Gómez las intenciones del país asiático
en misiones tripuladas también le resultan una incógnita: “Con la
publicidad mediática del proyecto Artemisa de llevar a una mujer a la
Luna, puede que China se incentive en ser los primeros en ello.
Desconozco la hoja de ruta de China pero sí el sobrevalorado de EE UU
que por dinero no creo que se produzca hasta 2028 o 2030”.
“En
general, tras 50 años de la llega del ser humano a la Luna, ver por allí
a un simple robot nos sabe a poco. Nos queda mucho por aprender sobre
la Luna. ¡Y sobre la Tierra! ¡Siempre hay mucho que aprender!”, concluye
Hernández Bernal.
La
Luna tiene un especial significado cultural, poético y filosófico para
toda la humanidad. No hay ningún otro astro (salvo quizás el Sol) con el
que mantengamos una relación tan estrecha.
Hasta ahora, solo doce personas, todos hombres, han caminado sobre ella. Sin embargo, dentro de la misión Artemisa se ha anunciado a bombo y platillo que si se cumplen los plazos en 2024 se enviará la primera mujer a la Luna.
“Pienso que es la progresión natural de la incorporación de la mujer al mundo laboral. Hay hombres y mujeres astronautas haciendo trabajos equivalentes, y hay también los hay en todas las disciplinas de apoyo necesarias para llevar a los astronautas allí. El que una mujer pise también la Luna será muy especial”, señala la astrofísica Vila Costas.
Probablemente el vuelo más simbólico de los protagonizados por mujeres en el espacio sea el de Valentina Tereshkova, en junio de 1963, por tratarse no solo de la primera misión de una mujer, sino también por hacerlo sola en la nave Vostok 6 y en los inicios de la exploración espacial.
“Además de la carga simbólica y de la importancia de la representación, comparándolo con la proporción doce hombres a ninguna mujer de la Luna, también es muy importante la inspiración para nuevas generaciones de niñas y niños de la misma manera que lo hicieron los pioneros del programa Apolo en los 60”, indica el ingeniero del MDSCC Alonso Hernández.
“Creo firmemente que la diversidad en cualquier aspecto de nuestras vidas es un enriquecimiento para todos, y que todos debemos tener la oportunidad de alcanzar nuestros sueños independientemente de nuestro sexo, raza o género”, continúa la astrofísica Vila Costas.
Para el director del Observatorio Astronómico Nacional es evidente que, desde un punto de vista estrictamente científico-técnico, el sexo de los exploradores de la Luna resulta completamente indiferente. “Sin embargo, desde el punto de vista cultural y social, es importante que veamos a mujeres en igualdad de condiciones que los hombres en todos los ámbitos”.
Hasta ahora, solo doce personas, todos hombres, han caminado sobre ella. Sin embargo, dentro de la misión Artemisa se ha anunciado a bombo y platillo que si se cumplen los plazos en 2024 se enviará la primera mujer a la Luna.
“Pienso que es la progresión natural de la incorporación de la mujer al mundo laboral. Hay hombres y mujeres astronautas haciendo trabajos equivalentes, y hay también los hay en todas las disciplinas de apoyo necesarias para llevar a los astronautas allí. El que una mujer pise también la Luna será muy especial”, señala la astrofísica Vila Costas.
Probablemente el vuelo más simbólico de los protagonizados por mujeres en el espacio sea el de Valentina Tereshkova, en junio de 1963, por tratarse no solo de la primera misión de una mujer, sino también por hacerlo sola en la nave Vostok 6 y en los inicios de la exploración espacial.
“Además de la carga simbólica y de la importancia de la representación, comparándolo con la proporción doce hombres a ninguna mujer de la Luna, también es muy importante la inspiración para nuevas generaciones de niñas y niños de la misma manera que lo hicieron los pioneros del programa Apolo en los 60”, indica el ingeniero del MDSCC Alonso Hernández.
“Creo firmemente que la diversidad en cualquier aspecto de nuestras vidas es un enriquecimiento para todos, y que todos debemos tener la oportunidad de alcanzar nuestros sueños independientemente de nuestro sexo, raza o género”, continúa la astrofísica Vila Costas.
Para el director del Observatorio Astronómico Nacional es evidente que, desde un punto de vista estrictamente científico-técnico, el sexo de los exploradores de la Luna resulta completamente indiferente. “Sin embargo, desde el punto de vista cultural y social, es importante que veamos a mujeres en igualdad de condiciones que los hombres en todos los ámbitos”.
Fuente: SINC
Eva Rodríguez
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