Una pareja de sondas de la NASA, de la misión Gravity Recovery and Interior Laboratory (GRAIL) ha conseguido generar el «mapa gravitarorio» de mayor resolución obtenido hasta ahora de nuestro satélite. Las dos sondas de las que se compone la misión tienen, cada una, e tamaño de una lavadora. Pero los datos que han recogido ayudarán a comprender mucho mejor cómo la Tierra y otros planetas rocosos llegaron a formarse en nuestro Sistema Solar.
El nuevo mapa de gravedad, además, ha revelado un gran número de características del paisaje lunar que nunca antes habían podido ser examinadas con detalle. Por ejemplo, la morfología del terreno volcánico, las cuencas, los picos centrales de muchos cráteres y un enorme número de nuevos cráteres de impacto de todos los tamaños y forma perfectamente circular. Por último, los datos demuestran que el campo gravitatorio de la Luna no se parece en absoluto al de ningún otro planeta rocoso de nuestro sistema. Ni siquiera al de la Tierra.
De hecho, y mucho más que en cualquier otro cuerpo celeste conocido, la gravedad de la Luna se ajusta como un traje apretado a la topografía del terreno, revelando cada uno de sus detalles. En palabras de María Zuber, investigadora principal de la misión, «Cuando nos encontramos con algún cambio notable en el campo gravitatorio (lunar), podemos sincronizar ese cambio con los rasgos topograficos del terreno como cráteres, hondonadas o montañas».
Según Zuber, la gravedad de la Luna conserva, además, una suerte de «grabación» del bombardeo de impactos que caracteriza a todos los cuerpos planetarios de nuestro sistema, y saca a la luz pruebas de fracturas geológicas internas y que se extienden desde las capas más profundas de la corteza hasta el manto. Viejas heridas provocadas por miles de asteroides y cometas y cuyo registro se conserva, intacto, escrito en la gravedad lunar.
Las sondas también han revelado que la densidad de la amalgama de materiales de las zonas montañosas de la corteza lunar es sustancialmente menor de lo que se creía. Y esta baja densidad concuerda a la perfección con los datos obtenidos durante las últimas misiones lunares Apolo, a principios de los años setenta. Es decir, que lo observado en las muestras que trajeron entonces los astronautas a la Tierra no era un simple fenómeno local, sino el indicador de un proceso global.
«Gracias a la determinación de la nueva densidad -asegura Mark Wieczorek, co investigador de la misión GRAIL- hemos podido determinar que el espesor medio de la corteza lunar está entre los 34 y los 43 km. , lo que supone entre diez y veinte km. menos de lo que se pensaba». El investigador destaca que, de esta forma, «la composición de la mezcla de materiales que forman la Luna es similar a la de la Tierra». Lo cual, de paso, constituyr una prueba más en apoyo de la teoría de que la Luna se formó a partir de material de nuestro planeta, eyectado al espacio tras el impacto con un cuerpo del tamaño aproximado al de Marte. Una de las mayores colisiones jamás registradas en toda la historia del Sistema Solar.
A pesar de su importancia, se trata solo del primer «set» de resultados obtenidos por la misión GRAIL, que sigue con su tarea de recopilar datos gravitatorios de nuestro satélite. Incluso tras el próximo mes de agosto, cuando termine su misión principal, las dos sondas continuarán trabajado en una «misión extendida» que no terminará hasta el 17 de diciembre de 2013.
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