La colaboración entre el observatorio estadounidense LIGO y el europeo
Virgo ha hecho posible la detección de una onda gravitacional, una
distorsión del espacio-tiempo, por cuarta vez. La observación se produjo
el pasado 14 de agosto y se relaciona con los momentos finales de la
fusión de dos agujeros negros con masas alrededor de 31 y 25 veces la
del Sol, a unos 1.800 millones de años luz de distancia.
Simulación de la fusión de los dos agujeros negros de los que proceden las ondas detectadas. / LIGO/SXS |