Quedan sólo diez años para que los seres humanos sean más inteligentes. No sólo eso, también serán mejores lectores, con buena ortografía y habrán ampliado sus capacidades de comprensión. Y todo gracias a Internet. La década traerá otras tres buenas nuevas: la tecnología seguirá sorprendiendo, Internet continuará libre y conservará muchas parcelas donde seguir siendo anónimo. Parece un cuento, pero son los resultados de una encuesta del
Pew Research Center de EEUU realizada a 900 expertos, entre profesores universitarios, responsables de empresas tecnológicas o líderes de la Red. La mitad son veteranos: están en Internet desde 1992.
El trabajo forma parte de
una serie de encuestas que, con carácter anual, dibujan cómo será la Internet del futuro. Cada año, cambian las preguntas. En la anterior edición presentaron ocho escenarios posibles a los entrevistados. La mayoría eran sobre innovaciones tecnológicas: realidad aumentada, interfaces o redes sociales.
En esta cuarta entrega, las cuestiones son más provocadoras. Dos de ellas plantean la posibilidad de que Internet esté modificando el intelecto humano. Una tercera pregunta, si las innovaciones tecnológicas seguirán sorprendiendo la imaginación de los hombres.
Las dos últimas tienen un cariz más social. Una pregunta por la supervivencia del principio end-to-end (o punta a punta, en inglés). Postulado en 1981, proponía que los protocolos necesarios para la comunicación en la Red se ejecutaran en los extremos de estalos usuarios sin necesidad de intervención del medio, las redes. Pensado por ingenieros, derivó a lo que hoy se llama neutralidad de la Red. La quinta pide a los expertos que imaginen si será posible ser anónimo en 2020 o, por el contrario, se impondrá el control.
¿Seremos más inteligentes?
En julio de 2008, el escritor estadounidense Nicholas Carr escribió un largo artículo en la revista The Atlantic con el título de Is Google Making Us Stupid? (¿Google nos está haciendo estúpidos? ). Sostenía, como dicen algunos neurólogos y psicólogos, que el acceso fácil a datos on-line y la forma propia de navegar, saltando de una página a otra, están limitando la capacidad para concentrarse. De esta manera, la impresión del saber en el cerebro sería mas débil que al leer un libro, haciéndolo deleble.
Pero el 76% de los entrevistados por Pew Internet no está de acuerdo. Al contrario, creen que Internet potenciará las habilidades mentales. Sólo un 21% considera que su impacto será negativo. El propio Carr es uno de estos, cuando afirma: "El precio de moverse rápidamente entre muchos bits de información es la pérdida de profundidad en nuestro pensamiento".
Le responde el profesor de la Universidad de Berkeley y economista jefe de Google, Hal Varian: "Google nos hará más informados. Los más inteligentes del mundo podrían estar tras un arado en China o India. Ofrecerles un acceso universal al conocimiento les permitirá desarrollar todo su potencial".
Sin embargo, para otros, la cuestión está mal planteada. Lo que está provocando Google es una inteligencia diferente. De la misma forma que las calculadoras hicieron innecesario realizar operaciones, la acumulación de saber no tendrá ya sentido. Lo explica el vicepresidente de la Asociación de Investigadores de Internet, Alex Halavais: "Retener en la cabeza información que es fácil de encontrar en Google no será ya una señal de inteligencia. Ser capaz de descubrir de forma rápida y efectiva información y resolver problemas más que hacerlos en nuestra mente será la medida que usaremos".
¿Leeremos mejor?
A la segunda pregunta, el 65% de los entrevistados respondió que, en 2020, Internet habrá mejorado la capacidad de leer y escribir. La mayoría coincide en que la Red está provocando una revolución de tanto o mayor impacto que la que provocó la imprenta.
Los que ven claro el cambio que se está produciendo casi se escandalizan por la pregunta. "La mejora será especialmente grande y evidente porque los nuevos lectores serán comparados con la generación previa, la de la televisión... Pero la vieja generación seguirá diciendo que los jóvenes no pueden leer, a pesar de las evidencias en contra", argumenta Stephen Downes, del Consejo Nacional de Investigación de Canadá.
Ese miedo, casi desprecio, al cambio por parte de los mayores es destacado por muchos. Como explica Mark Edwards, de la Universidad de Harvard, "cuando apareció la escritura, los filósofos temieron que debilitaría la memoria y degradaría la inteligencia... Cuando surgió la imprenta, los maestros despreciaron la nueva tecnología porque propagaría el error y sin embargo el conocimiento floreció. Internet tendrá los mismos efectos".
Eso sí, las formas de leer, escribir y compartir conocimiento serán diferentes. El profesor de la Universidad de Nueva York, Clay Shirky, lo ve así: "La ficción de largo formato sufrirá (aunque viene sufriendo desde la aparición de la radio) mientras todas las formas numéricas, gráficas, de mostrar el saber, desde la creación de bases de datos, hasta todas las maneras visuales de mostrar datos, vivirán una edad de oro".
Las innovaciones seguirán fascinando
De la misma forma que nadie podría haber previsto en el año 2000 la aparición del iPhone o el éxito de Face-book, el 80% de los encuestados sostiene que los avances que vienen no agotarán la capacidad de asombro de los usuarios. El cofundador del medidor de blogs Technorati, David Sifry, lo dice muy claro: "No tenemos ni idea de cuáles serán los aparatos y aplicaciones principales en 2020". El hecho de que la esfera tecnológica aún esté tomando forma no ayuda a hacer de adivino. Varios expertos dicen que el aumento de la banda ancha y la potencia de computación de las máquinas espolearán una nueva oleada de innovación.
Sin embargo, algunos expertos sostienen que la simiente del futuro está en el presente. "La realidad aumentada es el futuro, junto a su prima hermana, la Internet de las cosas", imagina Rich Osborne, de la Universidad de Exeter. Junto a estas dos, también se habla del cibercoche, ambientes llenos de sensores y variados implantes que anticiparán la era de los ciborg.
El peligro vendrá de operadoras y Gobiernos
Aunque la mayoría (un 61%) cree que el principio end-to-end seguirá vivo en 2020, todos reconocen que el peligro de que Internet deje de ser libre y neutral existe. El profesor de las universidades de Stanford y Berkeley Howard Rheingold describe el proceso que teme vendrá: "Las fuerzas del control central, las políticas y económicas, se moverán para volver a centralizar el poder que perdieron cuando Internet estalló". Hablan de China, de Irán, pero también de los gobiernos occidentales y de las grandes empresas como los más interesados en tener la Red bajo control.
Los optimistas confían en el poder de la gente. "Los usuarios de la Red se unirán para mantenerla abierta", asegura el responsable del Centro para la Democracia y la Tecnología, Jerry Berman. "Hay mucho en juego para dejar que los intermediarios controlen el tubo", añade el director del Centro de Investigación para Internet de Singapur, Peng Hwa Ang.
Aún se podrá navegar sin revelar la identidad
La última cuestión dibujaba un mundo lleno de sistemas de identificación (lectores del iris, escáneres de ADN...) con los que poder acceder a los servicios de Internet, a cambio de renunciar al anonimato. Triunfó la división. Aunque el 41% apuesta por esta posibilidad, el 55% no cree que sea para tanto.
"La batalla por las libertades civiles y la privacidad de la próxima década girará en torno a la creciente exigencia de credenciales de identidad. Pero los nuevos sistemas de autenticación traerán nuevos problemas", opina el director de EPIC, un organismo defensor de los ciberderechos.
Pero hay quien sostiene que esto no es necesariamente malo. "Veremos una variedad de opciones de identificación on-line. Los denunciantes necesitan anonimato; los foros de discusión, un modesto nivel de verificación, mientras que la banca en casa exige una fuerte autenticación", dice el fundador del sitio de anuncios Craiglist, Craig Newmark.
Para defensores de la privacidad, como el director del Instituto para el Futuro, la pregunta se ha quedado vieja: "Teniendo en cuenta la cantidad de comunicaciones que ya vigilan los gobiernos, probablemente hemos superado ese punto".
Lo que más ha soprendido al director del Pew Internet, Lee Rainie, no es ni el fin de la privacidad ni las amenazas a la neutralidad de la Red, sino los resultados a la tercera pregunta. "Creía que estos expertos sabrían qué gadgets y aplicaciones surgirían, pero ni ellos confían en su capacidad para predecir el futuro".