El 14 de noviembre y el 14 de diciembre la Luna llena coincidirá con la máxima aproximación de la Tierra y el satélite, la llamada superluna.
Una superluna es una coincidencia que aparece cuando la luna llena ocurre en el momento de máximo acercamiento del satélite a la Tierra, lo que provoca que el satélite hasta un 14 por ciento mayor y un 30 más brillante en el cielo. En lo que queda de 2016, ocurrirán dos de estas coincidencias: los próximos 14 de noviembre y 14 de diciembre dos superlunas brillarán en el cielo, tal como ha informado la NASA.
Para los astrónomos no tiene mayor relevancia. Las superlunas se producen cuando el satélite está en el perigeo, el punto más cercano a la Tierra de su órbita con forma de elipse, (a 48.000 kilómetros del punto más lejano, o apogeo). Además de esto, la superluna ocurre cuando hay una sizigia: una situación en la que la Tierra, el Sol y la Luna están en línea.
Pero para los astrólogos y los supersticiosos, las superlunas son el preludio de erupciones volcánicas, terremotos y otros graves desastres naturales. Es otra huella más de la vieja y arraigada creencia de que la fase de luna llena ejerce un misterioso magnetismo sobre la gente, y puede poblar las noches de lunáticos descontrolados.
Por suerte, los científicos han descartado que esto tenga base. Hasta ahora, solo se ha confirmado la influencia de las fases de la Luna sobre plantas y mamíferos (como vacas, donde sus nacimientos parecen depender de la fase lunar) y sobre los terremotos.
Sea como sea, la superluna que ocurrirá este 14 de noviembre será la luna llena más cercana de lo que llevamos de siglo XXI. Tal como ha dicho la NASA, la Tierra y la Luna llena no estarán tan cerca hasta el 25 de noviembre de 2034.
El 14 de diciembre habrá otra superluna, caracterizada por coincidir con una lluvia de estrellas, la lluvia de las Gemínidas. La Luna estará tan brillante en el cielo, que hará que sea casi imposible ver las estelas de los meteoros, que se producirán cuando la Tierra atraviese el campo de polvo y partículas dejadas por el asteroide 3200 Faetón.
Naranja e inflada
Aunque las superlunas son hasta un 14 por ciento más grandes y un 30 más brillantes que las lunas llenas normales y corrientes, lo cierto es que muchas veces quedan enmascaradas por las nubes y la luz de las ciudades. Y aun cuando no es así, el ojo humano en realidad no percibe las diferencias, porque en el cielo no hay puntos de referencia para el tamaño de la Luna.
Cuando la Luna se acerca al horizonte, parece extremadamente inflada si cerca de ella hay árboles, edificios o montañas. Pero es solo una ilusión óptica, que se puede deshacer al mirar al cielo si se tapa los alrededores de la Luna (por ejemplo con la mano) y solo se deja pasar la luz del disco.
También es frecuente que la Luna parezca de color amarillo o naranja cuando está cerca del horizonte. El motivo es la dispersión de Rayleigh, un fenómeno que también causa el color azul del cielo y el naranja y rojizo de los atardeceres y amaneceres. Cuando la Luna está más baja en el horizonte, la luz blanca que rebota de ella recorre un largo camino por la atmósfera, en el que la luz azul es absorbida fuertemente por el vapor de agua y el polvo. Por eso, la mezcla de lcolores que llega hasta el ojo humano es más rica en las longitudes de onda de la luz que corresponden con el rojo y el rosa, y por eso se ve naranja.
Los colores rojizos de la Luna se producen por el fenómeno de Rayleigh de la dispersión de la luz- NASA/CASEY DAVIS |
Fuente: ABC Ciencia
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