Una nueva investigación ha descubierto las bases celulares de la inteligencia humana: las personas más inteligentes tienen una arquitectura neuronal extendida que les permite procesar más rápidamente la información y disponer de mayor capacidad para almacenar recuerdos.
Una nueva investigación ha obtenido la primera evidencia de que la inteligencia humana está asociada a la complejidad neuronal: las personas más inteligentes tienen una arquitectura neuronal extendida, con neuronas y dendritas más potentes para procesar información y almacenar recuerdos.
Aunque el grosor de la sustancia gris y la actividad de las áreas corticales temporales y frontales del cerebro guardan relación con las puntuaciones que se obtienen en el cociente intelectual (CI), hasta ahora no existía evidencia directa de un vínculo entre las propiedades estructurales y fisiológicas de las neuronas con la inteligencia humana.
El cociente intelectual es una puntuación que se obtiene en alguno de los test estandarizados diseñados para valorar la inteligencia. Se calcula dividiendo la edad mental de una persona y su edad biológica. El resultado se multiplica por 100 y así se obtiene el indicador de la inteligencia potencial de una persona.
La nueva investigación ha comprobado que las altas puntuaciones que se obtienen en el CI y el gran espesor cortical temporal, están efectivamente relacionados con dendritas (prolongaciones neuronales) más grandes y más complejas de las neuronas piramidales humanas, que son las que envían mensajes a las células de las regiones cerebrales lejanas.
Este descubrimiento confirma que la variación en la morfología y la función neuronal pueden explicar las diferentes puntuaciones que se obtienen en el coeficiente de inteligencia, señalan los investigadores en su artículo, publicado en la revista BioRxiv.
Metodología particular
Para llegar a esta conclusión, Natalia Goriounova y su equipo de la Universidad Free de Ámsterdam, analizaron tejido cerebral sano de 35 personas que debían someterse a cirugía para tratar tumores cerebrales o epilepsia.
Las muestras de tejido se obtuvieron durante la intervención quirúrgica y procedían del lóbulo temporal, la región del cerebro implicada en tareas visuales complejas, (como el reconocimiento de caras), en el lenguaje, en el procesamiento de información y memoria auditiva, en la regulación de las emociones y de motivaciones como la ansiedad, el placer o la ira.
Este examen del tejido cerebral permitió comprobar que las células cerebrales son más grandes en las personas que tienen un CI más alto que los que tienen puntuaciones más bajas. Lo supieron porque las personas intervenidas quirúrgicamente accedieron a realizar un test de CI antes de pasar por el quirófano.
Las neuronas más grandes de estas personas tienen también más dendritas y son más largas, lo que les permite trasladar la información a otras regiones más alejadas del cerebro, una clara ventaja comparativa respecto a las personas con puntuaciones CI más bajas.
¿Causa o consecuencia de la inteligencia?
Esta capacidad adicional de procesar información puede explicar las diferencias en el CI, según los investigadores, así como, tal vez, tener más espacio para almacenar recuerdos y disponer así de una mayor capacidad de memoria.
Otro resultado de esta investigación es que las personas con neuronas más grandes y dendritas más largas procesan la información con mayor rapidez que las que tienen poca puntuación en el CI, ya que las neuronas de estas personas se cansan más y actúan más lentamente. Esto se descubrió al comprobar la capacidad de las neuronas de estos pacientes de transmitir señales eléctricas.
Todavía no se sabe si esta diferencia en el tamaño y prolongación de las neuronas y dendritas es natural o se desarrolla con la experiencia, o si es la causa o la consecuencia del nivel de inteligencia. Para responder a estas cuestiones será necesario analizar muchos más tejidos cerebrales, ya que la muestra de 35 personas es sólo indicativa y no puede considerarse concluyente.
Referencia Bibliográfica:
A cellular basis of human intelligence. Natalia A Goriounova et al. BioRxiv,
doi:https://doi.org/10.1101/296343
Fuente: T21
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