Un equipo interdisciplinar del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia (EE UU) relaciona el fenómeno climático de Oscilación del Sur El Niño (ENSO, por sus siglas en inglés) y la incidencia de conflictos violentos. Según el estudio, publicado en la revista Nature, El Niño ha tenido un papel importante en el 21% de las guerras civiles en todo el mundo de 1950 a 2004.
“Está documentado que El Niño conduce a situaciones de sequía y calor en todo el trópico, y que estas condiciones tienen importantes efectos negativos en las sociedades”, declara a SINC Kyle Meng, investigador de la Universidad de Columbia (EE UU) y coautor de un estudio sobre la relación entre este fenómeno climático y la incidencia de guerras.
El trabajo recaba datos de los conflictos civiles ocurridos desde 1950 a 2004 a través del Centro para el Estudio de las Guerras Civiles de Noruega.
Los resultados indican que la probabilidad de que ocurran conflictos durante los años de El Niño, cuando las condiciones meteorológicas son por lo general más cálidas, es dos veces mayor que en los años más fríos de La Niña. “Esta es la primera demostración de que la estabilidad de las sociedades modernas se relaciona fuertemente con el clima mundial”, apuntan los autores del estudio.
“Se ha sugerido que los cambios climáticos globales han sido responsables de los incidentes de violencia generalizada e incluso el colapso de las civilizaciones”, señala el estudio. “Sin embargo, la mayor parte del apoyo a esta idea ha sido anecdótica y las metodologías que rigen los estudios cuantitativos no han arrojado resultados concluyentes”.
Las cifras señalan que El Niño ha podido estar relacionado de manera importante con el 21% de las guerras civiles de todo el mundo, y cerca del 30% en los 90 países tropicales afectados directamente por él. Además, los expertos sugieren que el ‘caos’ en lugares como Somalia está aumentando por el calentamiento global.
Los científicos apuntan que el fenómeno de El Niño está vinculado con pérdidas en los cultivos de gran tamaño, escasez de alimentos y aumento de los precios. “En los países con una economía basada en la agricultura, una mala cosecha puede conducir a un aumento del desempleo y desestabilizar a la sociedad, que puede tomar la decisión de luchar de forma más activa”, afirma Meng.
También han descrito cómo en otros lugares El Niño se correlaciona con un aumento de los desastres naturales, como huracanes, y la propagación de enfermedades infecciosas. “Existen además explicaciones no económicas. Algunos trabajos recientes de sociólogos han demostrado que las personas son más agresivas cuando las temperaturas suben”, indica el investigador.
Afecta más a los países pobres
Por otro lado, este fenómeno no perturba a todos los países de la misma forma. Solomon M. Hsiang, autor principal del estudio, asegura que países como Australia, que se ha visto afectado por El Niño, nunca ha conocido una guerra civil.
En contraste, en 1982, este evento climático golpeó a la empobrecida sierra de Perú, destruyendo las cosechas. “Ese año los ataques del movimiento guerrillero Sendero Luminoso se convirtieron en una escalada de violencia durante 20 años de guerra civil que aún continúa en la actualidad”, explica Hsiang.
Otros países en los que se han enquistado los conflictos durante El Niño son El Salvador, Filipinas y Uganda (1972), Angola, Haití y Myanmar (1991), y el Congo, Eritrea, Indonesia y Ruanda (1997).
Los científicos plantean que sus hallazgos podrían mejorar la prevención global de algunos conflictos y crisis humanitarias asociadas. “Sin embargo, la generalización de estos resultados requiere una comprensión más profunda de los mecanismos que relacionan el conflicto con el clima”, señalan.
“Tenemos la sospecha de que todos estos conflictos se están produciendo de forma simultánea durante los eventos de El Niño. El reto está en identificar cuál de estos problemas se está produciendo, cuándo y dónde”, concluye Meng.
Referencia bibliográfica:
Solomon M. Hsiang, Kyle C. Meng y Mark A. Cane. “Civil conflicts are associated with the global climate” Nature 476: 438 – 441. Doi:10.1038/nature10311.
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