La investigadora Teri Dankovich, de la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh (Pensilvania), creó y demostró la eficacia de The Drinkable Book ("El Libro Potable") cuyas hojas tienen la capacidad de purificar el agua antes de beber, contienen nanopartículas de plata y cobre, que actúan como filtro y eliminan las bacterias nocivas.
La Dra. Teri Dankovich, investigadora adjunta de la Universidad Carnegie Mellon, ha desarrollado un nuevo y económico sistema de filtración de las bacterias del agua denominado “The Drinkable Book” (el libro bebible), parte del proyecto Water is Life (El Agua es Vida). Esta innovación tiene el potencial para ayudar a reducir el consumo de agua contaminada y las enfermedades que derivan de ello en las regiones menos desarrolladas.
Si bien en el mundo desarrollado el acceso al agua es un servicio básico, el acceso al agua potable sigue siendo un lujo en las regiones menos desarrolladas, de la que carecen 748 millones de personas. Asimismo, aproximadamente 1.800 millones usan agua contaminada con heces, asegura el informe GLAAS 2014 de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Como explica Dankovich, se trata de un libro, cuyas páginas cumplen dos funciones: explican cómo y por qué se debe filtrar el agua y, al arrancarlas, pueden usarse como filtro. Siendo eficiente y barato
El invento ha sido desarrollado principalmente en la Universidad de McGill, Canadá, donde Dankovich realizó su doctorado, y la Universidad de Virginia, y aún se encuentra en las primeras etapas de desarrollo, pese a los increíbles resultados que está obteniendo. La investigadora y sus colegas esperan aumentar la producción del papel, que actualmente ella y sus estudiantes hacen a mano y hacer ensayos en los que las comunidades mismas usen el filtro sin su ayuda.
¿Cómo funciona The Drinkable Book?
El libro contiene hojas que pueden removerse con facilidad y utilizarse como filtros de papel por donde pasar el agua. Su 99% de efectividad se debe a que las hojas tienen nanopartículas de cobre o plata que son absorbidas por las bacterias del agua al filtrarse y las mata.
Las hojas se arrancan del libro y se colocan en soportes de filtros para luego pasar el agua por allí, y si bien el resultado no es agua completamente limpia, sí es notoriamente más segura de utilizar, matando el 99% de las bacterias dañinas que las compone.
Los investigadores del proyecto aseguran que el agua filtrada tiene un nivel similar de contaminación al del agua del grifo de Estados Unidos, conclusión obtenida como resultado del análisis de 25 fuentes de agua contaminada de Sudáfrica, Ghana y Bangladesh.
Pese al alto grado de efectividad y las implicaciones sanitarias del desarrollo de este invento, actualmente no existe un método de manufacturación automática para las hojas, sino que Dankovich y su equipo deben fabricarlas de forma manual. Las hojas tampoco han sido puestas a prueba con otros contaminantes como virus o protozoo.
Para solucionar el inconveniente de la manufacturación automática, Dankovich se encuentra trabajando en conjunto con diseñadores industriales de la Universidad de Cincinnati e ingenieros ambientales de Carnegie, y según declaró a la Sociedad Estadounidense de Química (ACS), “tenemos muchos diseños y estamos intentando simplificarlos”. La dcotora indicó además que “muchas personas en el mundo utilizan cubos de 23 litros para diversas necesidades, por lo que nos estamos basando en ese tipo de contenedor”.
Pese a los obstáculos, el libro de hojas para filtrar es muy económico y fácil de usar, y no sólo es un contenedor de los filtros sino que además puede ser utilizado como medio para distribuir información importante.
Como explica Dankovich, “además de sus diversas aplicaciones, actualmente nos estamos centrando en mejorarlo, pasar de un experimento de laboratorio a un producto manufacturado” y así crear “algo que todos puedan comprender y usar”.
Para solucionar el inconveniente de la manufacturación automática, Dankovich se encuentra trabajando en conjunto con diseñadores industriales de la Universidad de Cincinnati e ingenieros ambientales de Carnegie, y según declaró a la Sociedad Estadounidense de Química (ACS), “tenemos muchos diseños y estamos intentando simplificarlos”. La dcotora indicó además que “muchas personas en el mundo utilizan cubos de 23 litros para diversas necesidades, por lo que nos estamos basando en ese tipo de contenedor”.
Pese a los obstáculos, el libro de hojas para filtrar es muy económico y fácil de usar, y no sólo es un contenedor de los filtros sino que además puede ser utilizado como medio para distribuir información importante.
Como explica Dankovich, “además de sus diversas aplicaciones, actualmente nos estamos centrando en mejorarlo, pasar de un experimento de laboratorio a un producto manufacturado” y así crear “algo que todos puedan comprender y usar”.
Fuente: BBC
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