El «cerebro social» se transforma con un entrenamiento de media hora, durante seis días a la semana, a lo largo de tres meses - MPI CBS |
Varios estudios científicos han demostrado la eficacia de la meditación o «mindfulness»
en reducir la ansiedad, dificultar la aparición de depresión o incluso
aumentar la longevidad. Pero aún hay muchas dudas sobre cuáles son las
técnicas más eficaces y si estas son capaces de tener un efecto real sobre el cerebro, alterando las conexiones de las neuronas a través de un fenómeno conocido como plasticidad.
Por
este motivo, científicos del Instituto Max Planck de Ciencias
Cognitivas y del Cerebro en Leipzig, Alemania, han presentado un estudio
en Science Advances
donde han tratado de responder a estas preguntas. Después de usar tres
programas de entrenamiento en meditación y de hacer pruebas para
analizar las capacidades cerebrales, medir los niveles de actividad
eléctrica en el cerebro o incluso la cantidad de cortisol en sangre,
para calcular los niveles de estrés, han descubierto que la meditación puede cambiar la arquitectura de algunas zonas del cerebro, mejorar las habilidades sociales y además reducir los niveles de ansiedad.
«Dependiendo
de qué programa de entrenamiento se usó durante un período de tres
meses, cambiaron tanto ciertas estructuras cerebrales como marcadores
del comportamiento entre los participantes», ha explicado en un
comunicado Sofie Valk, primera autora del estudio. Por
ejemplo, después de un entrenamiento basado en la atención, observaron
que se produjeron cambios en zonas de la corteza cerebral asociadas con
esta capacidad.
¿Entrenar para ser más felices?
La investigación ha girado en torno al ReSource Project,
una investigación a gran escala basada en un programa de entrenamiento
de tres meses, en los cuales se practicaron diversas técnicas de
meditación durante 30 minutos, durante seis días a la semana. En
concreto, se usaron tres programas de entrenamiento, cada uno basado en
distintas competencias: Uno se centró en la atención e introspección,
otro en las competencias socio-afectivas, como la compasión, la gratitud,
la empatía o la gestión de emociones difíciles, y un tercero en
actividades socio-cognitivas, como lo son la autopercepción y adquirir
la perspectiva de otros.
Después del entrenamiento, los
investigadores trataron de medir el estado de los participantes a través
de exámenes psicológicos, medidas de actividad cerebral a partir de
resonancias magnéticas y de análisis para averiguar cuáles eran los
niveles de cortisol, la hormona del estrés, en el cuerpo.
Los adultos pueden cambiar en tres meses
En
el primer programa de entrenamiento, se logró mejorar la capacidad de
atención de los participantes, y en los otros dos se mejoró la capacidad
de compasión y de adopción de distintas perspectivas. Además, «estos
cambios de comportamiento se correspondieron con el grado de plasticidad estructural del cerebro en regiones específicas de la corteza de las que dependen esas capacidades», ha explicado Valk.
«Nuestros resultados proporcionan evidencias impresionantes de que la plasticidad cerebral en adultos, lograda a través de un entrenamiento breve y diario, puede mejorar la inteligencia social», ha dicho Tania Singer, coatuora del estudio y principal investigadores del ReSource Project. «Dado que la empatía, la compasión y la capacidad de ver las cosas desde otras perspectivas son cruciales para tener unas interacciones sociales exitosas, la resolución de conflictos o la cooperación, creemos que estos hallazgos son muy importantes para el sistema educativo y que además tienen aplicaciones clínicas».
Además de esto, los dos módulos de entrenamiento enfocados en la mejora de capacidades sociales redujeron los niveles de estrés de los participantes: los niveles de cortisol, la hormona del estrés, cayeron hasta un 51 por ciento. La causa de este fenómeno podría estar, tal como ha sugerido Veronika Engert, autora de otra investigación también publicada recientemente en Science Advances, que esos ejercicios implicaron un trabajo de comunicación en parejas: el hecho de revelar información íntima a otro pudo inmunizar a los participantes frente al miedo y a la vergüenza provocados por el juicio de otras personas, y que suele activar el estrés social.
«Nuestros resultados proporcionan evidencias impresionantes de que la plasticidad cerebral en adultos, lograda a través de un entrenamiento breve y diario, puede mejorar la inteligencia social», ha dicho Tania Singer, coatuora del estudio y principal investigadores del ReSource Project. «Dado que la empatía, la compasión y la capacidad de ver las cosas desde otras perspectivas son cruciales para tener unas interacciones sociales exitosas, la resolución de conflictos o la cooperación, creemos que estos hallazgos son muy importantes para el sistema educativo y que además tienen aplicaciones clínicas».
Además de esto, los dos módulos de entrenamiento enfocados en la mejora de capacidades sociales redujeron los niveles de estrés de los participantes: los niveles de cortisol, la hormona del estrés, cayeron hasta un 51 por ciento. La causa de este fenómeno podría estar, tal como ha sugerido Veronika Engert, autora de otra investigación también publicada recientemente en Science Advances, que esos ejercicios implicaron un trabajo de comunicación en parejas: el hecho de revelar información íntima a otro pudo inmunizar a los participantes frente al miedo y a la vergüenza provocados por el juicio de otras personas, y que suele activar el estrés social.
Además, los tres programas de entrenamiento redujeron la percepción del estrés propio entre los participantes.
Según ha concluido Singer, este estudio demuestra que se puede mejorar la calidad de las relaciones y la capacidad de cooperación de las personas con entrenamiento en meditación, al mismo tiempo que se cambia la estructura de las conexiones neurales y que se reducen los niveles de estrés. Además, ahora se ha constatado que cada tipo de meditación tiene distintos efectos en el cerebro, la salud y el comportamiento. «Un vez que hemos entendido cuáles son los efectos que tienen las técnicas de entrenamiento mental, podremos emplearlas de una forma dirigida para mejorar la salud mental y física», ha dicho Tania Singer.
FUENTE: ABC CIENCIA
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