Detectado el pasado octubre, los astrónomos han hecho público su retrato. Tiene forma de extintor de incendios y el doble del tamaño de la Estatua de la Libertad, pero resulta más familiar de lo que podríamos esperar.
El pasado
octubre, astrónomos de la Universidad de Hawái detectaban un objeto,
probablemente un asteroide, mientras se alejaba del Sol. Por su órbita
hiperbólica, se dieron cuenta de que se trataba de un cuerpo llegado de
fuera del Sistema Solar, nuestro primer «visitante interestelar».
Rápidamente, telescopios de todo el mundo apuntaron al «intruso» para
poder saber más sobre su procedencia y composición. Un mes después, los astrónomos ya tienen su retrato y le han puesto nombre: Oumuamua («mensajero de lejos que llega primero», en hawaiano).
Los
telescopios WIYN en el Observatorio Nacional Kitt Peak y el Óptico
Nórdico en Las Palmas tomaron imágenes del objeto, denominado 1I /2017
U1 por la Unión Astronómica Internacional (IAU), durante cinco noches. A
pesar de proceder de otro lugar de la galaxia, el «extranjero» resultó
bastante familiar a los científicos. Su tamaño, rotación y color eran
similares a los de asteroides en nuestro Sistema Solar.
La roca
parecía ligeramente roja y su brillo variaba con un período de 8 horas. A
partir de su brillo cambiante, el equipo dedujo que U1 es muy alargado
con dimensiones aproximadas de 30m x 30 m x 180 m, unas dos veces la
altura de la Estatua de la Libertad. «Su forma es similar a la de un
extintor de incendios, aunque U1 no es tan rojo», dice David Jewitt, de
la Universidad de California en Los Ángeles.
«Con una forma tan
alargada, U1 probablemente necesite una pequeña fuerza cohesiva para
mantenerse unido. Pero eso no es realmente inusual», señala Jayadev
Rajagopal, del Observatorio Nacional de Astronomía Óptica. «Lo más
notable de U1 es, a excepción de su forma, que es familiar y físicamente
nada especial», subraya.
Oumuamua
hizo su recorrido más cercano al Sol el 9 de septiembre. Después dio un
giro brusco, pasando bajo la órbita de la Tierra el 14 de octubre a una
distancia de unos 24 millones de km, aproximadamente 60 veces la
distancia a la Luna. Después, volvió a dispararse hacia el sistema solar
exterior a 44 km por segundo.
Nuestra propia historia
Los
astrónomos reconocen en U1 un posible primo cercano de los asteroides y
cometas que se cree que fueron lanzados desde nuestro propio Sistema
Solar en sus orígenes. Cuando los planetas gigantes se formaron,
empujaron los asteroides y los cometas sobrantes en órbitas cada vez más
excéntricas. Algunos asteroides y cometas impactaron en los planetas
interiores dejando cráteres. Se cree que otros fueron expulsados del
Sistema Solar por completo.
Las superficies marcadas con viruela
del Sistema Solar interior ayudan a verificar esta historia. Sin
embargo, no ha habido evidencia directa hasta la fecha de que los
cometas y asteroides fueran expulsados del Sistema Solar. Si los
planetas se forman alrededor de otras estrellas de la misma manera que
en nuestro Sistema Solar, muchos objetos del tamaño de U1 también
habrían sido expulsados en el proceso. «U1 puede proporcionar la primera
evidencia directa de que los sistemas planetarios alrededor de otras
estrellas expulsaron objetos a medida que se formaron», concluye
Rajagopal.
¿Hay otros por ahí?
Aunque nunca volveremos a ver a Oumuamua
después de que abandone el Sistema Solar, los astrónomos esperan poder
estudiar otros intrusos interestelares. Ahora que se cree que la mayoría
de las estrellas albergan sistemas planetarios, los cuerpos eyectados
deberían ser comunes en la galaxia.
Esa perspectiva sugiere que
nuestro Sistema Solar puede, de hecho, estar inundado de intrusos
interestelares que pasan sin ser detectados. Los autores estiman que,
según las propiedades de U1, hay aproximadamente 10.000 objetos del mismo tamaño más cercanos al Sol que Neptuno
en un momento dado. «Cada uno recorre el Sistema Solar en
aproximadamente 10 años», dice Jewitt, «y cada 10 años más o menos,
tenemos un grupo completamente nuevo de estos objetos, algunos de los
cuales podemos esperar ver».
Futuros rastreos diseñados para
detectar objetos en movimiento probablemente descubrirán más de estos
«visitantes», dando a los astrónomos más oportunidades para estudiar
objetos de más allá del Sistema Solar.
Cuando
el «intruso» fue descubierto a 30 millones de km de la Tierra, los
astrónomos lo clasificaron inicialmente como un cometa (C / 2017 U1) y
más tarde como un asteroide (A / 2017 U1). Sin embargo, otras
observaciones indicaron que debido a su órbita hiperbólica y su alta
excentricidad, el objeto nunca estuvo ligado gravitacionalmente al
Sistema Solar. Era algo nunca visto, un «asteroide interestelar». Como
el nuevo objeto no encajaba en ninguno de los esquemas de designación
existentes de la IAU, era necesario definir uno nuevo. De esta forma se
adoptó un esquema de designación similar al utilizado para cometas y
asteroides (que se caracteriza por las letras «C» y «A»
respectivamente), utilizando la letra «I» que significa «interestelar».
El Comité Ejecutivo de la IAU aprobó la propuesta en menos de 24 horas y
el nuevo objeto ahora se conoce oficialmente como 1I / 2017 U1. Además de la designación técnica, el nuevo objeto también ha sido bautizado como Oumuamua,
que en hawaiano significa «mensajero de lejos que llega primero», lo
que refleja bastante apropiadamente la naturaleza del objeto y su
descubrimiento.
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