Un cráneo notablemente completo de hace 3,8 millones de años revela cómo era el rostro de la especie de australopitecos más antigua conocida: Australopithecus anamensis. Los científicos hallaron el fósil en Woranso-Mille (Etiopía) y, por su morfología, creen que tenía rasgos distintos a la Australopithecus afarensis Lucy, especie con la que habría convivido durante unos 100.000 años.
Reconstrucción facial de Australopithecus anamensis / John Gurche |
En el área de Woranso-Mille, situada en la región de Afar en Etiopía,
a 550 km al noreste de la capital, Adís Abeba, y a 55 km al norte de
Hadar (de donde proviene Lucy) se han descubierto desde 2004 unos 230
fósiles de homínidos. El paleoantropólogo etíope Yohannes Haile-Selassie
del Museo de Historia Natural de Cleveland y profesor de la Universidad
Case Western Reserve (EE UU) es el principal impulsor de este trabajo,
denominado proyecto WORMILL, que integra 85 yacimientos paleontológicos de vertebrados.
En un lugar remoto de esta zona, de la que no existían datos geológicos, se halló en 2016 un cráneo fósil identificado como MRD-VP-1/1. El primer fragmento –la mandíbula superior– fue encontrado por Ali Bereino (un trabajador local de Afar) el 10 de febrero de ese año en una localidad conocida como Miro Dora. Una investigación adicional del área propició la recuperación del resto del cráneo.
Para conocer la edad y el ambiente en el que vivió el homínido al que pertenecía esta calavera se realizaron dos campañas, una en 2017 y otra en 2018. Hoy, la revista Nature
revela los resultados de esta investigación en dos estudios, uno sobre
la descripción del fósil y otro sobre el contexto geológico y la edad
del mismo. Los autores de ambos trabajos asignan el cráneo a Australopithecus anamensis, la especie de australopitecos más antigua conocida.
‘Australopithecus afarensis’ convivió en el tiempo con ‘A. anamesis’ como mínimo durante 100.000 años
“El fósil representa el único cráneo conocido de la especie Australopithecus anamesis, por lo tanto permite caracterizar a esta especie mejor. La datación del fósil en 3,8 millones de años nos indica que Australopithecus afarensis convivió en el tiempo con A. anamesis como mínimo durante 100.000 años. Por lo tanto A. afarensis no es un descendiente directo de A. anamensis como se podría pensar”, explica a Sinc el geólogo Luis Gibert Beotas,
investigador de la Universidad de Barcelona (UB) que participa en uno
de los dos estudios y que se incorporó al proyecto WORMILL en el año
2010, cuando era investigador postdoctoral en el Berkeley Geochronology
Center.
De esta forma, el hallazgo pone en duda las suposiciones
sobre cómo evolucionaron estos antiguos parientes de los humanos y
proporcionan nuevas ideas sobre los primeros australopitecos y
sus orígenes. “Este nuevo fósil indica que el modo de evolución de los
australopitecos fue por cladogénesis (división) y no por anagénesis
(transformación lineal) como se pensaba anteriormente”, declara a Sinc
Yohannes Haile-Selassie.
Stephanie Melillo, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Alemania y coautora de ambos artículos, explica: “Solíamos pensar que A. anamensis se convirtió gradualmente en A. afarensis con el tiempo. Todavía pensamos que estas dos especies tenían una relación ancestrodescendiente,
pero este nuevo descubrimiento sugiere que las dos especies realmente
vivían juntas. Cambia nuestra comprensión del proceso evolutivo y
plantea nuevas preguntas: ¿Competían estos animales por comida o
espacio?”.
Un nuevo rostro entre los homínidos
Hasta ahora, los especímenes más antiguos de este género extinto de homínidos, A. anamesis,
–que datan de hace entre 4,2 y 3,9 millones de años–, era conocidos
principalmente por fósiles de mandíbulas y dientes, mientras que las
especies más jóvenes, A. afarensis, –de hace 3,5 y 2 millones de años– estaban representadas por múltiples calaveras.
Australopithecus anamesis es el miembro más antiguo del género australopitecos. Las similitudes con la dentición del cráneo fósil encontrado con los restos previos ya conocidos han permitido identificarlo como miembro de esta especie.
Además,
gracias a que los restos cráneofaciales están casi completos se han
podido identificar características que no habían sido observadas
anteriormente en esta especie. Algunas eran compartidas con la especie
descendiente A. afarensis, mientras que otras eran más propias de grupos ancestrales más primitivos como el Ardipithecus y el Sahelantropus.
Este individuo tiene una mezcla de rasgos faciales y craneales primitivos y derivados que no se esperaba ver en un solo individuo
“MRD tiene una mezcla de rasgos faciales y craneales primitivos y
derivados que no se esperaba ver en un solo individuo”, argumenta
Haile-Selassie.
“Es bueno poder finalmente ponerle cara al
nombre”, apunta Melillo. “Hasta ahora, teníamos una gran brecha entre
los ancestros humanos más antiguos conocidos, de alrededor de seis
millones de años y especies como Lucy, que tienen de dos a tres millones
de años. Uno de los aspectos más emocionantes de este descubrimiento es
cómo se une el espacio morfológico entre estos dos grupos”, enfatiza.
Hacer frente a la lluvia y a la orografía etíope
Durante la primera campaña para saber más acerca del cráneo, los investigadores tuvieron que hacer frente a una lluvia intensa que dificultó el acceso al yacimiento.
Desde el campamento tenían que acceder al lugar cruzando el río Mille,
que con la lluvia se complicó, ya que pasó de tener una anchura de 20
metros a más de 100 metros.
“En ese momento participamos cuatro
geólogos con especialidades distintas. Mi trabajo consistió en situar en
un contexto estratigráfico y sedimentológico el fósil y recoger
muestras para hacer dataciones por paleomagnetismo”, dice Gibert Beotas.
Durante
una segunda campaña en 2018, pudieron trabajar más intensamente durante
17 días, por lo que se recogieron multitud de muestras para estudios
diversos y se completó el estudio estratigráfico y el muestreo paleomagnético.
“En este caso, mi aportación consistió en contribuir a acotar la edad
utilizando paleomagnetismo y a describir en contexto sedimentario donde
apareció el fósil”, añade el geólogo de la UB.
Según
Haile-Selassie, a pesar de su pequeño tamaño, “el cráneo pertenece a un
macho adulto, basándose en los caracteres craneales y el tamaño de su
canino. Todavía desconocemos cuál era su dieta, por lo que necesitamos
hacer más análisis”.
Un hábitat rodeado por volcanes activos
El cráneo pertenece a un macho adulto, basándose en los caracteres craneales y el tamaño de su canino
Actualmente la región de Afar es una zona semidesértica, atravesada por varios ríos junto a los cuales hay mucha vida. Es una zona situada en la parte norte del Rift Valley africano, cerca de un punto triple donde se separan tres placas tectónicas. Como consecuencia de esto, la actividad geológica es elevada y hay mucho vulcanismo activo.
“Hace
3,8 millones de años, la situación tectónica pudo ser similar. Destaca
la presencia de grandes erupciones volcánicas con la acumulación de
varios niveles de cenizas volcánicas, alguno de ellos de más de dos
metros de espesor. También destacan las diferentes coladas de basalto
que fluían siguiendo la pendiente hacia el interior de valles y lagos”,
argumenta el geólogo español.
Estas erupciones tenían la capacidad de modificar el paisaje, obstruir cauces de ríos y generar lagos efímeros,
así como de destruir lagos someros al rellenarlos con piroclastos o
coladas de basalto. “Sin duda esta actividad volcánica debió afectar a
la fauna y flora que vivía en este entorno”, señala Gibert Beotas.
La
gran actividad tectónica tenía la capacidad de generar nuevas zonas
subsidentes que acomodaban nuevos lagos a medida que otros se rellenaban
de sedimentos. También favoreció la presencia de lagos que perduraron
más a lo largo tiempo en zonas situadas hacia el centro de la depresión
de Afar.
Por otro lado, el contexto climático del Plioceno medio era algo diferente al actual. El clima en general era más cálido con alternancias de periodos húmedos y áridos. Los primeros favorecieron la expansión de lagos en el este de África.
“Parece que este cráneo se convertirá en otro célebre icono de la evolución humana”, señala Fred Spoor
“El yacimiento se encuentra en lo que fue un pequeño delta de un río parecido al actual río Mille,
que también procedía del altiplano etíope, pero que desembocaba en un
lago de unos cinco a ocho metros de profundidad, con una cierta
salinidad. Los restos de polen y biomarcadores nos indican que la
vegetación era variada en función de la proximidad al lago o al río”,
asegura el experto. “También existirían hábitats abiertos lejos de los
árboles”, continúa el paleoantropólogo etíope.
Junto al cráneo aparecieron más de 20 especies de fauna de vertebrados que vivieron en ese mismo momento. También se ha recuperado polen, diatomeas (un grupo de algas) y biomarcadores
que aportan más información sobre el ambiente en que vivió este
homínido. “No se ha realizado ninguna excavación en el lugar, quizás en
el futuro se realice y aparezcan más restos de este individuo”, predice
Gibert Beotas.
En un artículo adjunto de News & Views de la misma revista, el profesor de Anatomía Evolutiva en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, Fred Spoor,
que no participa en el estudio, enfatiza: “Parece que este cráneo se
convertirá en otro célebre icono de la evolución humana. Afectará
sustancialmente a nuestro pensamiento sobre el árbol genealógico
evolutivo de los primeros homínidos”.
Gibert Beotas concluye: “Una vez más lo que muestra este descubrimiento es que la evolución humana fue un proceso complejo,
no lineal. Hace años los arboles evolutivos eran muy simples, una
especia antigua era sustituida por otra más moderna. A medida que
tenemos más fósiles y dataciones más precisas el árbol evolutivo se
ramifica y complica”.
Referencias bibliográficas:Yohannes Haile-Selassie et al. "A 3.8-million-year-old hominincranium from Woranso-Mille, Ethiopia" Nature, 28 de agosto Doi 10.1038/s41586-019-1513-8
Beverly Z. Saylor et al. “Age and context of mid-Pliocene hominin cranium from Woranso-Mille, Ethiopia”. Nature, 28 de agosto. Doi 10.1038/s41586-019-1514-7
Fuente: SINC
Eva Rodríguez
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