Científicos internacionales han abierto una nueva puerta a la futura posibilidad de «leer» los pensamientos. Lo han logrado gracias a una tecnología que reconstruye palabras al «traducir» las señales eléctricas del cerebro.
Leer la mente de la persona que tenemos frente a nosotros, ser capaces de saber lo que está pasando por su cabeza, se acerca cada vez más a la frontera entre ficción y realidad. De hecho, varios trabajos internacionales han abierto una nueva puerta a la posibilidad de conocer los pensamientos mediante el análisis de la actividad neuronal. ¿Cómo? A través de un método que reconstruye palabras, basándose en la actividad eléctrica del cerebro.
Así lo han hecho investigadores de la Universidad de California, en Berkeley (EE UU).
Del trabajo, publicado en la revista «PLoS Biology», se desprende que los científicos decodificaron la actividad del lóbulo temporal del cerebro gracias a un nuevo software que reproduce las palabras – nunca pronunciadas – como si se estuviera escuchando una conversación. En concreto, fueron capaces de «entender» la actividad eléctrica en una región del sistema auditivo llamada circunvolución temporal superior (STG, por sus siglas en inglés). Este sistema parte, según explica a este semanario el principal investigador Brian Pasley, de que «cuando escuchas un sonido, el cerebro analiza las frecuencias distintas del mismo y se activan diferentes áreas neuronales según la frecuencia que cada persona logra captar. Por ejemplo, al oír un tono más bajo (200 Hz) se activa un área cerebral diferente a la que se activa cuendo escuchas un tono más alto (7.000 Hz). Una vez que averiguamos qué áreas se activaban según la frecuencia, pudimos adivinar cuál era el sonido que provocó esa respuesta concreta del cerebro». El objetivo, según Pasley, «era entender cómo el cerebro humano nos permite comprender el discurso a pesar de la variabilidad acústica que pueda haber, por ejemplo el tono de voz de un hombre o de una mujer, si hablan rápido o despacio... Las máquinas hacen un buen trabajo de reconocimiento».
Un hallazgo que puede ser importante para pacientes que han sufrido daños en los mecanismos del habla a causa de un accidente cerebrovascular o graves enfermedades como la esclerosis lateral amiotrófica. El experto añade que «no podía ser usada para pensamientos elaborados o interrogaciones, porque en esta etapa sólo miramos la experiencia perceptual del individuo, no sus verbalizaciones internas. Si se hace posible en el futuro, el procedimiento requeriría una actuación médica invasiva, por lo que sólo sería aplicable en personas con minusvalía severa que carecen de otro medio de comunicación».
Al mejor de dos
Tal y como se desarrolla en el artículo científico, los investigadores mantuvieron conversaciones durante unos diez minutos con cada sujeto y grabaron la actividad cerebral que se producía. A través de las señales que las palabras generaban en la corteza cerebral, desarrollaron dos programas informáticos para reconstruir el vocablo que viajaba en el cerebro. El que mejor funcionó fue el que logró reproducir un sonido más parecido a la palabra inicial que se había escuchado.
Manuel Desco, jefe de la Sección de Cirugía y Medicina Experimental del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid, y experto en el estudio del cerebro mediante técnicas de imagen avanzada, opina que la investigación desarrollada en Berkeley es bastante verosímil. «Existen bastantes experiencias positivas en este ámbito que han dado lugar a una interesante disciplina que se llama BCI (Brain Computer Interfaces, interfaces hombre-máquina). Lo que se busca es la posibilidad de interactuar con un ordenador a través de la actividad cerebral, captada de diferentes maneras (sobre todo electroencefalograma o imagen por resonancia magnética), en lugar de usar ratones o teclados». Aun así, Desco considera que «la mayoría de las noticias sobre la posibilidad de leer la mente son exageraciones enormes. No es lo mismo captar una actividad sencilla – pensar en palabras o acciones concretas – que leer la mente genéricamente, y más aún, en contra de la voluntad del implicado, lo que hoy por hoy, es ciencia ficción. Es curiosa la dificultad de las personas para entender la diferencia entre la actividad sencilla del cerebro –captar sensaciones, articular palabras– y la complejidad del pensamiento».
Paralelamente, investigadores del University College London (Reino Unido) han elaborado otro mecanismo orientado a la lectura de la mente, mediante una resonancia magnética funcional (fMRI por sus siglas en inglés). Según el estudio, publicado en la revista «Current Biology», la resonancia detecta la actividad de una zona del cerebro (el hipocampo) y da una perspectiva de lo que piensa la persona, es decir, una «pauta» que codifica los recuerdos. Es en el hipocampo donde aglutinamos los recuerdos y se procesan actividades como la orientación o aquello que imaginamos.
Mediante la fMRI, el principal investigador, Demis Hassabis, midió los cambios de flujo sanguíneo en el cerebro de los pacientes mientras jugaban al ordenador dentro de un entorno de realidad virtual. «Con unos electrodos colocados en la cabeza observamos la actividad cerebral y la registramos en el ordenador, así pudimos saber dónde se encontraban en ese entorno virtual», es decir «podíamos leer su memoria espacial», añade. «Pudimos saber mediante un escáner dónde se encontraba la persona dentro de un entorno virtual, solamente mirando la actividad de los patrones que registraba el escáner, y procesándolo por un algoritmo complejo de reconocimiento», señala.
Carlos Tejero Juste, vocal de la Sociedad Española de Neurología, reconoce la importancia del tratamiento, pero modera el entusiasmo, ya que «no existe una manera objetiva de contrastar los resultados». Habrá que esperar a que el progreso científico logre adentrarse en el mundo real.
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