Las nubes son elementos clave para regular la temperatura del planeta. Por eso, un total de 600 investigadores se embarcan en una expedición al Ártico para estudiar el impacto de la vida marina en la formación de las mismas con el objetivo de entender mejor el calentamiento global.
El proyecto MOSAIC partió de Tromso (Noruega) el viernes para pasar un año a la deriva atrapado en el hielo a través del Océano Ártico. / CSIC |
Tres equipos de investigadores del
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) participan en la
mayor expedición científica al Ártico de la historia. Se trata del
proyecto MOSAIC que, a bordo del rompehielos de investigación alemán
Polarstern, partió de Tromso (Noruega) el viernes para pasar un año a la
deriva atrapado en el hielo a través del Océano Ártico.
En el Ártico las temperaturas ascienden el doble de rápido que en otras regiones
El objetivo de la misión es estudiar el Ártico como epicentro del
calentamiento global para obtener datos que permitan comprender mejor el
cambio climático global. El proyecto reúne 600 investigadores de 19
países que trabajarán de forma rotativa, e incluye tres equipos de
investigación españoles, todos del CSIC, procedentes del Instituto de
Ciencias del Mar y del Instituto de Ciencias del Espacio/Instituto de
Estudios Espaciales de Cataluña, y financiados por la Agencia Estatal de
Investigación.
Una ruta a través del hielo
El
plan de la expedición MOSAIC prevé que el rompehielos Polarstern, del
Instituto Alfred Wegener (Alemania), navegue en dirección noreste hacia
el mar de Laptev, en la Siberia central, y se adentre en la banquisa de
hielo, en un emplazamiento seleccionado a partir de datos de satélite y
radar, para quedar allí deliberadamente atrapado en el hielo.
Una
vez fijado, el rompehielos viajará a lo largo de una ruta conocida como
deriva transpolar hacia el polo norte, lo cruzará y luego se dirigirá
hacia el sur para desembocar en el estrecho de Fram, entre Groenlandia y
el archipiélago de las Svalbard (Noruega), entre 12 y 14 meses después.
De
este modo, el Polarstern se convertirá en un centro de investigación
itinerante, el llamado MOSAIC, por sus siglas en inglés (Observatorio
multidisciplinar a la deriva para estudiar el clima ártico).
La
expedición contará con un equipo de 60 investigadores expertos en
investigación ártica, más unos 40 tripulantes (en turnos de unos dos
meses), que operarán su instrumental a bordo y en el hielo. Allí los
científicos estudiarán la atmósfera, el mar y el hielo, y cómo
interactúan entre ellos, con el objetivo de comprender mejor cómo
afectará el calentamiento global a la región ártica.
Tres equipos españoles a la deriva
Desde el Instituto de Ciencias del Mar, el investigador del CSIC Manuel Dall’Osto viajará
a bordo del Polarstern entre julio y septiembre de 2020 para realizar
mediciones atmosféricas y estudiar el impacto de la vida marina en la
formación de las nubes.
No entendemos bien cómo se forman las nubes y eso nos limita en las proyecciones del cambio climático
“Las nubes son clave para regular la temperatura del planeta. Sin
nubes tendríamos una Tierra mucho más cálida. Pero no entendemos
suficientemente bien cómo se forman y se destruyen, y eso nos está
limitando mucho en las proyecciones de clima y de cambio climático”,
añade.
“Con nuestra campaña queremos saber qué sinergia se
establece entre la materia de origen biológico y las nubes, qué tipo de
plancton favorece más la formación de nubes y en qué regiones del océano
esta relación es más importante”, explica Dall’Osto.
También desde el Instituto de Ciencias del Mar,
otro equipo de investigadores estudiará la masa y el grosor del hielo
marino mediante mediciones vía satélite. Los científicos desplegarán un
novedoso radiómetro de microondas, montado sobre un trineo, que
permitirá medir el espesor del hielo durante todo el año. El radiómetro
opera en la frecuencia 1.4GHz y ha sido diseñado y construido por la
empresa española Balamis.
“El Ártico es una de las regiones más
remotas del planeta, y de más difícil acceso, por lo que para
monitorizar de forma continua el estado del hielo es imprescindible
recurrir a la información vía satélite”, explica la investigadora del
CSIC Carolina Gabarro, directora del estudio. “Nuestro
radiómetro permitirá mejorar los modelos de transferencia radiativa del
hielo marino y la nieve para lograr estimaciones más fiables del espesor
del hielo desde los satélites”, añade.
La información vía satélite es imprescindible porque el Ártico es una de las regiones de más difícil acceso del planeta
“La información proporcionada por estos satélites sobre el hielo
marino son cruciales para comprender los cambios que afronta el Ártico
bajo la amenaza del cambio climático y, en particular, para estudiar la
evolución de la masa de hielo marino y el equilibrio ártico”, detalla
Gabarro. “Todas estas medidas permitirán mejorar los modelos
matemáticos, y por lo tanto la información geofísica que nos ofrecen los
satélites SMOS (de la Agencia Espacial Europea) y SMAP (de la NASA) que
miden el grosor del hielo marino”, detalla la investigadora.
El tercer equipo español que trabaja en la expedición MOSAIC pertenece al Instituto de Ciencias del Espacio (ICE-CSIC) y al Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña (IEEC) y estudiará la interacción entre el hielo marino y las señales de navegación transmitidas desde satélite (como los GPS).
“Estas
señales, después de reflejarse en el hielo, pueden ser detectadas y
analizadas para extraer información del hielo marino: su grosor,
rugosidad, cantidad de sal, presencia de agua en superficie, etc”,
explica la investigadora del CSIC Estel Cardellach, del ICE/IEEC.
El
estudio del ICE/IEEC se realizará mediante dos experimentos: uno
instalado en la banquisa de hielo y otro a bordo de un avión de
investigación que sobrevolará la zona y recogerá grandes cantidades de
datos, que se sumarán a los datos obtenidos por otros grupos de
investigación de MOSAIC.
“Si los estudios confirman que esta
técnica de medición mediante señales de navegación proporciona una gran
precisión, se podría aplicar desde satélites de bajo coste para
monitorizar los polos de forma continua”, señala Cardellach.
El Ártico, centinela del cambio climático
Las
temperaturas ascienden en todo el planeta, debido principalmente a la
actividad humana que emite gases de efecto invernadero a la atmósfera,
pero en el Ártico las temperaturas ascienden el doble de rápido que en
otras regiones, y sus efectos son más evidentes que en ningún otro
lugar. Por ejemplo, el hielo se reduce y se hace más delgado a medida
que el Ártico se calienta.
El Ártico es una de las zonas más
remotas del planeta, sólo accesible durante unos pocos meses en verano,
cuando el hielo se derrite. Como la expedición MOSAIC viajará a la
deriva durante un año, permitirá obtener datos a lo largo de todo el
ciclo anual del hielo, desde su crecimiento hasta que se derrita.
Fuente: SINC
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