Es posible que si en lugar de a Bruselas, donde se celebró la última conferencia Ludwig Erhard, hubieran invitado a Viviane Reding, la Comisaria europea para las Telecomunicaciones y los Medios Digitales, al último encuentro de los editores en Santander, a más de uno le hubiera dado un amago de infarto. La comisaria europea para los asuntos digitales habla en su conferencia, profética y estratégica, de nuevas formas de regulación de la propiedad intelectual; de la imperiosa necesidad de invitar e incitar a los nativos digitales a que se sumen al trabajo colaborativo en la web, abandonando cualquier forma de represión legal; de un impulso decidido de la digitalización de los libros; de propiciar un acceso más sencillo y atractivo, en suma, a contenidos de alta calidad sobre conexiones de alta velocidad, fijas o móviles, en un nuevo escenario de economía digital que puede propulsar lo que Erhard hiciera en su tiempo, crear una nueva economía social de mercado en la red de la que todos nos beneficiemos. A más de uno, seguro, le hubiera dado un amago de embolia.
La conferencia, titulada Europe's Fast Track to Economic Recovery The Ludwig Erhard Lecture 2009, es tanto un decidido alegato por el cambio digital como un mapa que marca la ruta con los principales hitos que deben recorrerse. Según los datos aportados por Reding, los jóvenes de entre 16 y 24 años utilizaron en un 73% -muy por encima de otros segmentos demográficos- servicios avanzados de transmisión de datos en la red, relacionados, sobre todo, con descargas y redes sociales. Sobre ese incuestionable fundamento demográfico de usuarios convencidos, no exclusivamente pero sí prioritariamente, debe concebirse una estrategia para una Europa digital que pasa, según Reding, por cuatro puntos fundamentales, de los cuales me detendré en dos.
En primer lugar, es cardinal "hacer más sencillo y más atractivo el acceso a los contenidos digitales, allí donde se produzcan en Europa". Y continúa diciendo: "la disponibilidad de contenidos atractivos que atraigan a lectores, oyentes y videntes, será decisiva para que despegue definitivamente la internet de alta velocidad. Es por eso censurable que vivamos un debate tan polarizado sobre esta materia", y conviene que a partir de aquí se empiece a tomar apuntes: "mientras que los propietarios de los derechos insisten en que toda descarga no autorizada desde Internet es una violación de la propiedad intelectual y, por tanto, ilegal o, incluso, criminal, otros enfatizan que el acceso a Internet es un derecho fundamental", algo tan familiar entre nosotros que me conmueve esa forma de hermandad en los problemas sin resolver. "Pemítanme ser clara a este respecto: ambos tiene razón. El drama es que después de tantas y tan poco fructíferas batallas, ambos contendientes se hayan enrocado en sus posiciones, sin que exista signo alguno de apertura por ningún lado. Mientras tanto la piratería en Internet aparece como algo cada vez más "sexy", en particular para los nativos digitales, para la generación de jóvenes usuarios intensivos de Internet. [...] Esta generación debería convertirse en el fundamento de la economía digital", asegura Reding, y no parece que no tenga razón.
Para evitar esa clase de piratería, "¿existen ofertas en el mercado digital suficientemente atractivas y orientadas al consumidor? ¿Da respuesta nuestro sistema de derechos de la propiedad intelectual a las expectativas de la generación digital? ¿Hemos considerado alguna alternativa a la represión? ¿Hemos encarado estos asuntos a través de los ojos de un joven de 16 años?". Y la pregunta del millón de euros: ¿O solamente la hemos abordado desde la perspectiva de un profesor de derecho que creció en la era de Gutenberg?". Juristas como Javier de la Cueva, entre nosotros, lleva mucho tiempo aportando ideas y soluciones a este asunto, tan sencillas de implementar y tan razonables (y acordes con lo que la Comisaria de Telecomunicaciones europea solicita), que es dificil creer que aún no lo haya conseguido. Será necesario, para evitar la tragedia de la exclusión, crear marcos legales de acuerdo con los intereses de los consumidores para acceder a los contenidos digitales en un mercado europeo único que asegure una remuneración equitativa a los autores.
Y Reding no se detiene ahí: "deberíamos facilitar la creación de licencias de la propiedad intelectual para los servicios online con una cobertura que llegara a los 27 Estados miembros", en contra de la compartimentación y, sobre todo, "deberíamos crear un conjunto de reglas modernas que animaran a la digitalización de los libros" y, en paralelo, la creación de un registro europeo de obras huérfanas, que representan un 90% de los libros que los lectores pueden encontrar en las biblioteca públicas y estatales. "Si no reformamos nuestras reglas europeas de copyright sobre las obras huérfanas y sobre las bibliotecas inmediatamente, la digitalización y el desarrollo de contenidos atractivos no tendrán lugar en Europa, sino en el otro lado del Atlántico". O traducido: menos sollozos googlelianos y más iniciativas nacionales y europeas.
Y para finalizar, algo que afecta de lleno a los editores, pequeños y medianos: "la economía digital europea debe abrirse a los pequeños negocios" que representan el 99% de todas las empresas del espacio europeo y que, sin embargo, a penas en un 9% de los casos utilizan las tecnologías y medios digitales para promover nuevos modelos de explotación de sus contenidos y sus negocios, servicios basados sobre todo en la web y en la distribución digital.
Ya puedo oir los rumores de apoplejias al fondo...
+info:
http://weblogs.madrimasd.org/futurosdellibro/archive/2009/07/15/121835.aspx
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