El Instituto de Agricultura Sostenible del CSIC ha obtenido una variedad de mostaza etíope muy resistente a la sequía y a las altas temperaturas, destinada a la producción de biodiesel. Puede cultivarse en zonas marginales, evitando así la competencia por tierras de cultivos alimentarios.
Uno de los efectos perversos de los biocombustibles, cuando se obtienen de cultivos alimentarios, es que distorsionan el precio de los alimentos al alza. Es lo que sucedió hacia el 2007 con el maíz, lo que condujo a sonadas crisis como la de las tortillas en México. La competencia también se da en los terrenos, al destinarse grandes extensiones de tierras a biocombustibles, lo que acaba teniendo efectos en la disponibilidad de alimentos y en su precio.
La alternativa está en buscar cultivos adaptados a terrenos marginales que no compitan con los alimentos. Eso es lo que han hecho un equipo de investigadores del Instituto de Agricultura Sostenible del CSIC. Liderados por el investigador del CSIC Leonardo Velasco Varo, han obtenido y registrado una nueva variedad de mostaza etíope (Brassica carinata) destinada específicamente a la producción de biodiesel.
La nueva variedad, obtenida mediante mejora genética clásica a partir de germoplasma de esta especie, es resistente a la sequía y a las altas temperaturas, lo que permite su cultivo en zonas marginales, evitando así la competencia por tierras de cultivos alimentarios. Ha sido específicamente mejorada para tener un elevado rendimiento en semilla en condiciones de siembra otoñal en zonas de inviernos templados.
Alta productividad en suelos pobres
El rendimiento medio observado en los cultivos de ensayo, realizados en Andalucía en condiciones de secano, es de 2, 7 toneladas por hectárea, frente a las 2,1 toneladas por hectárea de otras variedades de control.
El aceite que se obtiene de las semillas, no comestible, es específico para la producción de biodiesel debido a su alto contenido en ácido erúcico (45%). Además, la harina obtenida tras la extracción del aceite se puede utilizar en biofumigación, ya que tiene un elevado contenido en glucosinolatos, moléculas con una alta actividad biocida.
Tal como explican los investigadores, “en áreas tropicales la producción de biodiesel se puede obtener a partir de aceite de palma, de algodón, etc. En climas templados, se puede hacer con girasol, soja u otros. Sin embargo, hay que buscar cultivos alternativos capaces de desarrollarse en tierras marginales, con alta capacidad de producción y que no compitan con los alimentos”.
En este sentido la nueva variedad representa una alternativa interesante. Más, si se piensa en un contexto futuro en el que desaparecerán o irán a la baja las subvenciones europeas agrícolas. En España, explica Leonardo Velasco, “hay mucho cultivo de girasol improductivo, áreas donde la producción es de apenas media tonelada por hectárea, que sin subvenciones es inviable. En estas zonas, cultivos energéticos como la mostaza etíope representan una interesante alternativa".
La investigación se ha realizado en el marco del Proyecto Singular Estratégico On Cultivos (PSE-120000-2008-4) financiado por el antiguo Ministerio de Ciencia e Innovación. En el mismo proyecto los científicos también obtuvieron otra variedad de Brassica carinata específica para la producción de biomasa.
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