Si adelgazar es difícil, mucho más lo es no recuperar el peso perdido, según coincide la mayoría de los expertos en nutrición. Esta tesis podría cambiar a raíz de un estudio publicado en la última edición de The New England Journal of Medicine (NEJM) que, por primera vez, compara cinco dietas de mantenimiento, para concluir que hay una que destaca sobre las demás.
En el trabajo han participado 773 voluntarios que, antes del estudio, fueron capaces de perder una media de 11 kilos en menos de dos meses, siguiendo una estricta dieta basada en una fórmula comercial y algunos vegetales, hasta completar no más de 1.000 calorías diarias. Una vez logrado lo que podría parecer más difícil, se dividió a los participantes en cinco grupos, cada uno de los cuales se sometió a una dieta concreta.
El primer grupo siguió una dieta baja en proteínas, en la que este tipo de alimentos aportaba el 13% de la energía total. Además, debía de consumir alimentos con un índice glucémico (IG) bajo, es decir, los que no alteran en exceso el nivel de glucosa en sangre. El segundo grupo también debía tomar pocas proteínas pero, en este caso, debía completarlas con alimentos de índice glucémico alto. Al tercero de los grupos se le instó a seguir una dieta alta en proteínas (que aportarían el 25% de la energía total consumida), pero con alimentos de índice glucémico bajo. El cuarto, lo mismo, pero junto con comidas con un alto índice glucémico. Al resto de los participantes, que conformaban el grupo de control, se le asignó una dieta según las recomendaciones de cada país participante, con un contenido moderado en proteínas y sin instrucciones sobre el índice glucémico.
El modelo más eficaz
Además de las recomendaciones ajustadas a cada grupo, había ciertas reglas generales: todas las dietas estaban diseñadas para tener un contenido moderado de grasa (que aportara del 25% al 30% de la energía total del día) y no había restricción calórica, es decir, cada uno podía comer lo que quisiera si se ajustaba a las guías de su grupo, sin límite de cantidad.
Seis meses después del inicio del estudio, los investigadores comprobaron que tanto las personas asignadas a una dieta baja en proteínas como las que seguían una alimentación con un bajo índice glucémico (con independencia de la segunda variable) eran las que más seguían la alimentación recomendada y las que menos peso recuperaban. Pero aquellos que mezclaban las dos variantes positivas (índice glucémico bajo e ingesta elevada de proteínas) no sólo no recuperaban el peso sino que, además, continuaban perdiendo.
El modelo dietético que ha resultado más eficaz para mantener la pérdida de peso puede recordar a otros que se han popularizado en los últimos años y que no cuentan con el aval de los científicos. Por ejemplo, el concepto de índice glucémico es muy conocido por los seguidores del método Montignac, puesto que el francés defendía la eliminación de la dieta de todas aquellas comidas con IG elevado y se basaba en el precepto de no mezclar determinados alimentos, prestando especial atención a las grasas y los hidratos de carbono.
Para Alfredo Martínez, profesor de Farmacia en la Universidad de Navarra y uno de los autores del estudio, la principal diferencia con respecto a las ideas de Montignac es que "esta nueva dieta sugiere que la fibra y las proteínas son una buena pareja para adelgazar".
Para el presidente electo de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), Javier Salvador, la aparente similitud de esta dieta con otras conocidas sin aval científico hace que haya que transmitirla con cautela. Así, el endocrino recuerda que el modelo recomienda una "discreta elevación" del consumo de proteínas frente a otras dietas, como la Atkins, que sólo fomentan la ingestión de grasas y proteínas.
Martínez, que aportó 120 adultos al estudio del NEJM, no cree que sea difícil transmitir a la población general el concepto de índice glucémico, un parámetro con el que los millones de personas que hacen régimen en todo el mundo no están muy familiarizados. "Ejemplo de alimentos con muchas proteínas son la carne, los pescados, las legumbres y los huevos; de bajo índice glucémico tenemos los cereales integrales, las frutas, las verduras, y, de nuevo, las legumbres", explica.
Salvador recuerda que el modelo tradicional recomendado para perder peso y, posteriormente, mantener esa pérdida aboga por una dieta equilibrada, en la que los hidratos de carbono juegan un papel importante, de alrededor de un 50% de la dieta. "Está demostrado que tiene efectos saludables, como reducir el riesgo cardiovascular", comenta. Sin embargo, señala que la recomendación de consumir alimentos de bajo índice glucémico no es nueva. "Ya está presente en la dieta mediterránea; lo interesante es la combinación con las proteínas que proponen los autores".
Este especialista reconoce que, además de esta última, recientemente ha habido más publicaciones que intentan demostrar el beneficio de un aumento del consumo de proteínas y una disminución del de hidratos refinados. Para Salvador, sin embargo, "el tema no está suficientemente resuelto" y hay aspectos en los que el régimen clásico, equilibrado, gana con respecto a las nuevas tendencias. "Por ejemplo, el colesterol malo se reduce más con la dieta equilibrada y está demostrado que las dietas basadas en el aumento de proteínas no se mantienen a largo plazo", especifica.
Si hay algo en lo que coinciden todos los especialistas es en que la obesidad es un problema "a largo plazo" y que, en cualquier grupo que se somete a una dieta controlada, "el porcentaje más amplio" recupera el peso perdido.
Así, aunque el presidente electo de la SEEN reconoce el valor del artículo, cree que sus resultados "deberán confirmarse" y que la gente "no debe tomar determinaciones nutricionales" a partir de este estudio que, a su juicio, "generará mucha correspondencia en el propio NEJM en los próximos meses". Este experto echa en falta una "valoración nutricional de los pacientes" al inicio del régimen de mantenimiento, ya que la dieta empleada para la pérdida de peso inicial es "excesivamente baja".
Para los autores del estudio, sin embargo, la estrategia evaluada parece ser "la ideal" para la prevención de la ganancia de peso, aunque siguen reconociendo un aspecto que hay que mejorar. En este estudio, como en la gran mayoría, un importante porcentaje de pacientes (un 29%) no son capaces de seguir las recomendaciones de sus médicos. El día que se consiga un cambio en este sentido, el fin de la obesidad estará más cerca.
FUENTE:
http://www.publico.es/ciencias/349249/carne-y-garbanzos-para-no-volver-a-engordar
En el trabajo han participado 773 voluntarios que, antes del estudio, fueron capaces de perder una media de 11 kilos en menos de dos meses, siguiendo una estricta dieta basada en una fórmula comercial y algunos vegetales, hasta completar no más de 1.000 calorías diarias. Una vez logrado lo que podría parecer más difícil, se dividió a los participantes en cinco grupos, cada uno de los cuales se sometió a una dieta concreta.
El primer grupo siguió una dieta baja en proteínas, en la que este tipo de alimentos aportaba el 13% de la energía total. Además, debía de consumir alimentos con un índice glucémico (IG) bajo, es decir, los que no alteran en exceso el nivel de glucosa en sangre. El segundo grupo también debía tomar pocas proteínas pero, en este caso, debía completarlas con alimentos de índice glucémico alto. Al tercero de los grupos se le instó a seguir una dieta alta en proteínas (que aportarían el 25% de la energía total consumida), pero con alimentos de índice glucémico bajo. El cuarto, lo mismo, pero junto con comidas con un alto índice glucémico. Al resto de los participantes, que conformaban el grupo de control, se le asignó una dieta según las recomendaciones de cada país participante, con un contenido moderado en proteínas y sin instrucciones sobre el índice glucémico.
El modelo más eficaz
Además de las recomendaciones ajustadas a cada grupo, había ciertas reglas generales: todas las dietas estaban diseñadas para tener un contenido moderado de grasa (que aportara del 25% al 30% de la energía total del día) y no había restricción calórica, es decir, cada uno podía comer lo que quisiera si se ajustaba a las guías de su grupo, sin límite de cantidad.
Seis meses después del inicio del estudio, los investigadores comprobaron que tanto las personas asignadas a una dieta baja en proteínas como las que seguían una alimentación con un bajo índice glucémico (con independencia de la segunda variable) eran las que más seguían la alimentación recomendada y las que menos peso recuperaban. Pero aquellos que mezclaban las dos variantes positivas (índice glucémico bajo e ingesta elevada de proteínas) no sólo no recuperaban el peso sino que, además, continuaban perdiendo.
El modelo dietético que ha resultado más eficaz para mantener la pérdida de peso puede recordar a otros que se han popularizado en los últimos años y que no cuentan con el aval de los científicos. Por ejemplo, el concepto de índice glucémico es muy conocido por los seguidores del método Montignac, puesto que el francés defendía la eliminación de la dieta de todas aquellas comidas con IG elevado y se basaba en el precepto de no mezclar determinados alimentos, prestando especial atención a las grasas y los hidratos de carbono.
Para Alfredo Martínez, profesor de Farmacia en la Universidad de Navarra y uno de los autores del estudio, la principal diferencia con respecto a las ideas de Montignac es que "esta nueva dieta sugiere que la fibra y las proteínas son una buena pareja para adelgazar".
Para el presidente electo de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), Javier Salvador, la aparente similitud de esta dieta con otras conocidas sin aval científico hace que haya que transmitirla con cautela. Así, el endocrino recuerda que el modelo recomienda una "discreta elevación" del consumo de proteínas frente a otras dietas, como la Atkins, que sólo fomentan la ingestión de grasas y proteínas.
Martínez, que aportó 120 adultos al estudio del NEJM, no cree que sea difícil transmitir a la población general el concepto de índice glucémico, un parámetro con el que los millones de personas que hacen régimen en todo el mundo no están muy familiarizados. "Ejemplo de alimentos con muchas proteínas son la carne, los pescados, las legumbres y los huevos; de bajo índice glucémico tenemos los cereales integrales, las frutas, las verduras, y, de nuevo, las legumbres", explica.
Salvador recuerda que el modelo tradicional recomendado para perder peso y, posteriormente, mantener esa pérdida aboga por una dieta equilibrada, en la que los hidratos de carbono juegan un papel importante, de alrededor de un 50% de la dieta. "Está demostrado que tiene efectos saludables, como reducir el riesgo cardiovascular", comenta. Sin embargo, señala que la recomendación de consumir alimentos de bajo índice glucémico no es nueva. "Ya está presente en la dieta mediterránea; lo interesante es la combinación con las proteínas que proponen los autores".
Este especialista reconoce que, además de esta última, recientemente ha habido más publicaciones que intentan demostrar el beneficio de un aumento del consumo de proteínas y una disminución del de hidratos refinados. Para Salvador, sin embargo, "el tema no está suficientemente resuelto" y hay aspectos en los que el régimen clásico, equilibrado, gana con respecto a las nuevas tendencias. "Por ejemplo, el colesterol malo se reduce más con la dieta equilibrada y está demostrado que las dietas basadas en el aumento de proteínas no se mantienen a largo plazo", especifica.
Si hay algo en lo que coinciden todos los especialistas es en que la obesidad es un problema "a largo plazo" y que, en cualquier grupo que se somete a una dieta controlada, "el porcentaje más amplio" recupera el peso perdido.
Así, aunque el presidente electo de la SEEN reconoce el valor del artículo, cree que sus resultados "deberán confirmarse" y que la gente "no debe tomar determinaciones nutricionales" a partir de este estudio que, a su juicio, "generará mucha correspondencia en el propio NEJM en los próximos meses". Este experto echa en falta una "valoración nutricional de los pacientes" al inicio del régimen de mantenimiento, ya que la dieta empleada para la pérdida de peso inicial es "excesivamente baja".
Para los autores del estudio, sin embargo, la estrategia evaluada parece ser "la ideal" para la prevención de la ganancia de peso, aunque siguen reconociendo un aspecto que hay que mejorar. En este estudio, como en la gran mayoría, un importante porcentaje de pacientes (un 29%) no son capaces de seguir las recomendaciones de sus médicos. El día que se consiga un cambio en este sentido, el fin de la obesidad estará más cerca.
FUENTE:
http://www.publico.es/ciencias/349249/carne-y-garbanzos-para-no-volver-a-engordar
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