Un grupo de neurocientíficos ha descubierto algo sorprendente sobre cómo nuestro cerebro identifica a los demás. Depojado de pelo y ropa, el mismo rostro puede parecernos femenino o masculino según el lugar en el que aparece en nuestro campo de visión. De esta forma, el cerebro reconoce una cara como perteneciente a un varón cuando aparece en una determinada zona ante nuestros ojos, pero esa misma cara puede ser identificada como de mujer si se cambia de lugar. La insólita investigación, realizada por un equipo del Instituto de Tecnología de Massachusetts en Cambridge (MIT, por sus siglas en inlgés) y de la Universidad de Harvard (EE.UU.), se publica en la edición digital de la revista 'Current Biology'.
Según explica Arash Afraz, responsable del estudio, los descubrimientos desafían la antigua creencia de que la forma cómo el cerebro ve un objeto no depende de dónde se localiza el mismo con respecto al observador. "Es la clase de cosa que no podría predecirse, que miraras a dos caras idénticas y pensaras que son diferentes", añade Afraz.
En el mundo real, la inconsistencia del cerebro para asignar sexo a las caras no es perceptible debido a que existen muchos otros indicios, como el pelo o la ropa, por ejemplo. Identificamos rápidamente un vestido con una mujer o un pelo muy corto con un hombre, pero cuando las personas ven caras generadas por ordenador, despojadas de otras características identificativas de género, sorpresivamente emerge un patrón de sesgos basado en qué lugar de la pantalla aparece de la cara.
Rostros de dos centímetros
Los investigadores mostraron a un grupo de voluntarios series aleatorias de caras, que iban de un espectro de muy masculino a muy femenino, y les pidieron que las clasificaran por su sexo. En el caso de las caras más andróginas, los sujetos clasificaban las mismas caras como masculinas o femeninas dependiendo de dónde aparecían. Se dijo a los participantes del estudio que fijaran su visión en el centro de la pantalla, a medida que las caras aparecían en destellos en distintas localizaciones durante 50 milisegundos. Asumiendo que los sujetos se sentaban a una distancia de alrededor de medio metro del monitor, las caras parecían tener de alto unos dos centímetros.
Los patrones de sesgos masculinos y femeninos eran diferentes según la persona, ya que algunas juzgaban las caras andróginas como femeninas en todas las ocasiones que aparecían en la parte superior de la esquina derecha, mientras que otras juzgaban las caras que aparecían en la misma localización como masculinas.
Sesgo de edad
Los sujetos también mostraron sesgos cuando se juzgaba la edad de las caras, pero en cada individuo el patrón de sesgo de la edad era independiente del patrón de sesgo por sexo. Los investigadores apuntan que esta inconsistencia podría deberse al tamaño de la muestra observada. Afraz plantea que en la corteza visual, donde se procesan las imágenes, las células se agrupan según la parte de la escena visual que analizan. Dentro de estos grupos existe probablemente un número relativamente pequeño de neuronas dedicadas a la interpretación del sexo de las caras.
Cuanto más pequeña sea la imagen, menores células se activarían, por lo que las células que responden a las caras femeninas podrían dominar. Por otro lado, en una parte diferente de la corteza visual, podrían dominar las células que responden a las caras masculinas.
Los científicos creen que el cerebro no siempre es coherente en la forma en la que percibe los objetos en diferentes circunstancias. Y añaden que el estudio deja sin respuesta la pregunta de por qué cada persona desarrolla diferentes patrones de sesgo.
FUENTE:
http://www.abc.es/20101126/ciencia/sexo-pertenece-esta-cara-201011261033.html
Según explica Arash Afraz, responsable del estudio, los descubrimientos desafían la antigua creencia de que la forma cómo el cerebro ve un objeto no depende de dónde se localiza el mismo con respecto al observador. "Es la clase de cosa que no podría predecirse, que miraras a dos caras idénticas y pensaras que son diferentes", añade Afraz.
En el mundo real, la inconsistencia del cerebro para asignar sexo a las caras no es perceptible debido a que existen muchos otros indicios, como el pelo o la ropa, por ejemplo. Identificamos rápidamente un vestido con una mujer o un pelo muy corto con un hombre, pero cuando las personas ven caras generadas por ordenador, despojadas de otras características identificativas de género, sorpresivamente emerge un patrón de sesgos basado en qué lugar de la pantalla aparece de la cara.
Rostros de dos centímetros
Los investigadores mostraron a un grupo de voluntarios series aleatorias de caras, que iban de un espectro de muy masculino a muy femenino, y les pidieron que las clasificaran por su sexo. En el caso de las caras más andróginas, los sujetos clasificaban las mismas caras como masculinas o femeninas dependiendo de dónde aparecían. Se dijo a los participantes del estudio que fijaran su visión en el centro de la pantalla, a medida que las caras aparecían en destellos en distintas localizaciones durante 50 milisegundos. Asumiendo que los sujetos se sentaban a una distancia de alrededor de medio metro del monitor, las caras parecían tener de alto unos dos centímetros.
Los patrones de sesgos masculinos y femeninos eran diferentes según la persona, ya que algunas juzgaban las caras andróginas como femeninas en todas las ocasiones que aparecían en la parte superior de la esquina derecha, mientras que otras juzgaban las caras que aparecían en la misma localización como masculinas.
Sesgo de edad
Los sujetos también mostraron sesgos cuando se juzgaba la edad de las caras, pero en cada individuo el patrón de sesgo de la edad era independiente del patrón de sesgo por sexo. Los investigadores apuntan que esta inconsistencia podría deberse al tamaño de la muestra observada. Afraz plantea que en la corteza visual, donde se procesan las imágenes, las células se agrupan según la parte de la escena visual que analizan. Dentro de estos grupos existe probablemente un número relativamente pequeño de neuronas dedicadas a la interpretación del sexo de las caras.
Cuanto más pequeña sea la imagen, menores células se activarían, por lo que las células que responden a las caras femeninas podrían dominar. Por otro lado, en una parte diferente de la corteza visual, podrían dominar las células que responden a las caras masculinas.
Los científicos creen que el cerebro no siempre es coherente en la forma en la que percibe los objetos en diferentes circunstancias. Y añaden que el estudio deja sin respuesta la pregunta de por qué cada persona desarrolla diferentes patrones de sesgo.
FUENTE:
http://www.abc.es/20101126/ciencia/sexo-pertenece-esta-cara-201011261033.html
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