El deslizamiento de una serpiente por el aire, la caída de una salamanquesa, el vuelo de un insecto o el descenso de una semilla de arce enseñan a los científicos cómo mejorar el diseño de las aeronaves. El último número de la revista Bioinspiration & Biomimetics dedica un especial a los vuelos inspirados en la naturaleza, nueve estudios en la frontera entre la biología y la ingeniería.
Para mejorar el diseño de los aviones, los helicópteros y otras aeronaves, los científicos no dejan de observar la naturaleza para imitar sus diseños. Desde la ingeniosa caída de las salamanquesas o “geckos”, el deslizamiento de las serpientes o el vuelo de las gaviotas volantes, hasta el movimiento de los insectos o el planeo de las semillas de arce.
La revista Bioinspiration & Biomimetics del Instituto de Física (IOP, por sus siglas en inglés) publica hoy una edición titulada “vuelo bioinspirado”, que recoge en nueve artículos el conocimiento recopilado por los científicos en este campo a lo largo de los últimos años.
La naturaleza supera los mejores avances del hombre en vuelo robótico, ya que incluso la geometría y la dinámica del descenso de una simple semilla de arce sirve de guía a un grupo de investigadores de la Universidad de Maryland (EE UU).
El equipo, dirigido por el investigador Evan Ulrich, cree que el vuelo de esta semilla demuestra que los micro helicópteros podrían simplificarse mucho más, y que estas pequeñas aeronaves podrían imitar el juego que tiene el ala de las semillas de arce para sostenerse en el aire y, sorprendentemente, poder volar hacia delante.
Otros dos artículos tratan sobre las tácticas empleadas para el descenso controlado por salamanquesas y serpientes voladoras, que se acompaña con una selección de películas, cuatro de las cuales están disponibles en YouTube.
La primera, de un equipo dirigido por el estudiante graduado Jusufi Ardian de la Universidad de California en Berkeley (EE UU), muestra cómo los investigadores han estudiado el truco que emplea una salamanquesa con la cola, que gira hacia la derecha y le permite posicionarse en el aire de tal forma que siempre cae de pie. Este grupo de científicos ha desarrollado un modelo de robot-gecko que emplea la misma táctica en el descenso.
En otra película el profesor Jake Socha y su equipo de Virginia Tech (EE UU) muestra las habilidades difíciles de creer que despliegan algunas serpientes que pueden “volar”, deslizándose con destreza por el aire.
Respecto a los descensos tácticos, la edición especial analiza también cómo se queda suspendido el colibrí en el aire de un modo casi perfecto, la explotación intuitiva de las corrientes ascendentes térmicas que hacen las aves y el movimiento mecánico de las alas de los insectos, así como el magnífico sentido del entorno de vuelo que tienen las gaviotas, lo que les permite ángulos increíbles de ataque y un mayor control en los vientos cruzados.
El editor de la edición especial, el profesor David Lentink la Universidad de Wageningen (Holanda), escribe en la revista: "Como los biólogos y los ingenieros se suelen formar de manera muy diferente, existe una brecha entre la comprensión del vuelo natural que hacen los biólogos y la pericia del ingeniero para diseñar vehículos que funcionen bien. En el centro, sin embargo, se sitúan unos pocos ingenieros pioneros que son capaces de establecer puentes entre los dos campos".
Para mejorar el diseño de los aviones, los helicópteros y otras aeronaves, los científicos no dejan de observar la naturaleza para imitar sus diseños. Desde la ingeniosa caída de las salamanquesas o “geckos”, el deslizamiento de las serpientes o el vuelo de las gaviotas volantes, hasta el movimiento de los insectos o el planeo de las semillas de arce.
La revista Bioinspiration & Biomimetics del Instituto de Física (IOP, por sus siglas en inglés) publica hoy una edición titulada “vuelo bioinspirado”, que recoge en nueve artículos el conocimiento recopilado por los científicos en este campo a lo largo de los últimos años.
La naturaleza supera los mejores avances del hombre en vuelo robótico, ya que incluso la geometría y la dinámica del descenso de una simple semilla de arce sirve de guía a un grupo de investigadores de la Universidad de Maryland (EE UU).
El equipo, dirigido por el investigador Evan Ulrich, cree que el vuelo de esta semilla demuestra que los micro helicópteros podrían simplificarse mucho más, y que estas pequeñas aeronaves podrían imitar el juego que tiene el ala de las semillas de arce para sostenerse en el aire y, sorprendentemente, poder volar hacia delante.
Otros dos artículos tratan sobre las tácticas empleadas para el descenso controlado por salamanquesas y serpientes voladoras, que se acompaña con una selección de películas, cuatro de las cuales están disponibles en YouTube.
La primera, de un equipo dirigido por el estudiante graduado Jusufi Ardian de la Universidad de California en Berkeley (EE UU), muestra cómo los investigadores han estudiado el truco que emplea una salamanquesa con la cola, que gira hacia la derecha y le permite posicionarse en el aire de tal forma que siempre cae de pie. Este grupo de científicos ha desarrollado un modelo de robot-gecko que emplea la misma táctica en el descenso.
En otra película el profesor Jake Socha y su equipo de Virginia Tech (EE UU) muestra las habilidades difíciles de creer que despliegan algunas serpientes que pueden “volar”, deslizándose con destreza por el aire.
Respecto a los descensos tácticos, la edición especial analiza también cómo se queda suspendido el colibrí en el aire de un modo casi perfecto, la explotación intuitiva de las corrientes ascendentes térmicas que hacen las aves y el movimiento mecánico de las alas de los insectos, así como el magnífico sentido del entorno de vuelo que tienen las gaviotas, lo que les permite ángulos increíbles de ataque y un mayor control en los vientos cruzados.
El editor de la edición especial, el profesor David Lentink la Universidad de Wageningen (Holanda), escribe en la revista: "Como los biólogos y los ingenieros se suelen formar de manera muy diferente, existe una brecha entre la comprensión del vuelo natural que hacen los biólogos y la pericia del ingeniero para diseñar vehículos que funcionen bien. En el centro, sin embargo, se sitúan unos pocos ingenieros pioneros que son capaces de establecer puentes entre los dos campos".
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