Un equipo de investigadores ha fabricado un diminuto dispositivo electrónico que, adherido a la piel, detecta anomalías en el ritmo cardiaco de la persona en tiempo real y envía la información del electrocardiograma correspondiente, ya analizada, al propio interesado y a su médico.
Este dispositivo ha sido desarrollado por un equipo de la Universidad Politécnica de Lausana (Suiza), encabezado por el español David Atienza, quien dijo a EFE que, a diferencia de otros aparatos, este que es capaz de interpretar los datos que recoge y avisar cuando algo se sale de los parámetros normales.
"Hasta ahora, este tipo de aparatos tan sólo recopilaban información, que más tarde tenía que ser analizada por el médico, mientras que éste ya indica qué posibles patologías podría presentar el paciente", explicó Atienza.
El investigador señaló que el dispositivo envía un mensaje al teléfono móvil del paciente en caso de detectar alguna anomalía, además de remitir un correo electrónico a su médico, al que le llega información mucho más detallada de lo sucedido. "Lo que si que les llega a ambos es una captura de pantalla con la evolución del electrocardiograma de las últimas dos horas", precisó.
De esta forma, se pueden detectar anomalías cardiacas en un estado muy inicial, lo que previene de posibles problemas mayores, un importante logro si se tiene en cuenta que las enfermedades cardiovasculares son las causantes de unas 100.000 muertes repentinas cada año.
El dispositivo, bautizado WBSN ("wireless body sensor network"), requiere un modo de transmisión de la comunicación estándar, que puede ser vía GPS, 3G o Bluethooth, y el "software" puede ser compatible con cualquier teléfono móvil que esté actualmente en el mercado. De momento, el dispositivo, que tiene una autonomía energética de hasta tres semanas, se puede utilizar ya en celulares iPhone, Nokia y HTC.
Atienza contó que la efectividad del WBSN se ha probado ya en 20 pacientes con problemas cardiacos y en unas cien personas más, pero que antes de comercializarlo se necesita pasar un estudio clínico con al menos 150 pacientes y los controles de calidad. "El proceso completo para su validación antes de salir al mercado podría estar listo en unos cuatro o cinco meses porque ya tenemos la tecnología, que es lo más complicado", señaló.
Sin embargo, su salida al mercado podría demorarse algo más, porque depende de decisiones empresariales de las compañías que ya han mostrado interés en comercializar este producto, advirtió Atienza.
Según explicó, hay dos empresas de tecnología médica interesadas para venderlo en hospitales, ya que agiliza la labor del personal, y unas tres compañías de salud que han mostrado interés en facilitar el dispositivo a sus asegurados.
En cuanto al precio, el investigador español comentó que sería barato porque, al ser capaz de seleccionar la información que necesita, no precisa memoria con mucha capacidad.
"Según mis cálculos, si se fabrican unas 5.000 unidades, que es una cifra razonable de alcanzar, se podría vender por unos 50 euros la pieza", estimó.
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