16 dic 2010

No dormir nos hace más feos


Como todo el mundo sabe, nuestra sociedad de consumo es una fuente casi inagotable de paradojas; algunas superficialmente entrañables, otras dolorosamente absurdas. Una de ellas, más cercana al primer grupo que al segundo, acaba de ser puesta de manifiesto por un equipo de científicos en Suecia, y podría traducirse al lenguaje llano mediante la siguiente contradicción: cuanto más obsesionados estamos con la imagen, más nos gusta vivir de noche; lo cual, a su vez, nos hace tener un aspecto horrible al día siguiente.

El estudio, que en realidad es una especie de broma navideña, proviene del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia), y forma parte del último número del 'British Medical Journal' (BMJ). Esta publicación, toda una referencia en el ámbito de la salud, dedica tradicionalmente un especial navideño a informes que tratan los temas más estrambóticos, aunque demanda de ellas los "requerimientos estandarizados" habituales en cualquier investigación. En este caso, más de 30 voluntarios fueron privados de sueño y se diseñó un completo análisis estadístico para comprobar que, efectivamente, el sueño se nos nota en el rostro, y los demás nos ven más guapos cuando hemos dormido bien.

El experimento, dirigido por John Axelsson, del Departamento de Neurociencia Clínica de la mencionada institución, contó con 33 participantes de entre 18 y 31 años. Todos ellos fueron fotografiados entre las dos y las tres de la tarde, la primera vez tras haber dormido bien y una segunda después de haber sido privados de sueño. Durante el tiempo que duró el estudio, realizado en los Laboratorios del Sueño de la capital sueca, no se permitía alcohol, y no se aceptaron voluntarios fumadores, ya que estos dos hábitos habrían acentuado el mal aspecto de los sujetos.

En la investigación, denominada 'Beauty sleep' ('Belleza del sueño'), se controlaron todos los posibles efectos distorsionadores de la imagen: se usó la misma luz, la misma cámara y la misma expresión facial, sin maquillaje ni peinados que cubrieran el rostro, y siempre en la misma habitación. La diferencia es que la primera vez habían dormido ocho horas, y la segunda ya llevaban 31 horas despiertos, lo que se sumaba a un descanso escaso en la noche anterior. Después, se pidió a 65 observadores voluntarios que dijeran si veían rastros de cansancio o de falta de salud en las imágenes que se les mostraba.

Los observadores, naturalmente, no conocían el objeto del experimento ni si las personas que veían habían dormido bien o mal, pero adjudicaron valores significativamente mayores de salud y belleza a los rostros fotografiados tras haber dormido bien. "Cuando se les privaba de sueño, la gente era evaluada como menos saludable, más cansada y menos atractiva que después de una noche de sueño normal". Concretamente, la percepción de la salud bajaba una media de un 6%, la del atractivo se reducía en un 4% y la del cansancio se incrementaba un 19% si el individuo había dormido mal.

Los investigadores concluyen que estos resultados, coherentes con lo que se sabe acerca de los efectos de la falta de sueño, podrían tener importancia en la práctica médica. "Estudios futuros podrían centrarse en la relevancia de estas pistas faciales en entornos clínicos", señalan. "Podría investigarse si los médicos son mejores que la población media en detectar el sueño o la salud a partir de los rasgos de la cara", proponen para continuar esta línea de investigación... Quizás las próximas Navidades, si las crisis no lo impiden.

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