Con ahorros del 40 por ciento en el consumo de agua y un 25 en electricidad, este edificio residencial ha ganado la primera precertificación LEED oro de España.
Desde el Arco de la Sangre de la plaza de Zocodover, en pleno corazón de Toledo, se puede ver el futuro Barrio Avanzado de Santa María Benquerencia. La orografía de la que otrora fuera capital imperial permitirá en breve contemplar desde la céntrica plaza el icono del nuevo desarrollo urbanístico. La Torre del Molino de Viento, proyectada por el francés Jean Nouvel, se alzará a 30 metros de altura como icono y bienvenida a esta miniciudad ideada por completo por el que fuera premio Pritzker en 2008 y su socia Mia Hägg.
Su propuesta huye del concepto clásico de barrio reticular y concibe el espacio en siete bloques de viviendas distintos entre sí. Cada unidad es un universo abierto en el que, lejos de explotar la estructura cerrada de la mancomunidad, interior y exterior se comunican a través de repeticiones de espacios verdes y servicios comunitarios a ambos lados de la construcción. Los «lotes» que cobijarán a casi 2.000 vecinos han sido seleccionados a través de un concurso de ideas internacional y, para quien crea que tanto caché subirá el precio de las viviendas, hay que aclarar que son todas de Protección Oficial y están tuteladas por la Empresa Regional de Suelo y Vivienda de Castila-La Mancha.
De entre todas las propuestas ganadoras, accésit y menciones honoríficas, sobresale el Lote 5 y es el Consejo de Construcción Verde de Estados Unidos (USGBC) quien rubrica tal afirmación con la concesión de la primera precertificación LEED oro otorgada en España a un edifico residencial.
Este distintivo es un prestigioso indicador de la sostenibilidad en la construcción. Los galardonados son los diseñadores de esta propuesta triangular (de Lumo Arquitectos) y los colaboradores de Indra, que han participado activamente en la adaptación del proyecto a las exigencias de esta organización sin ánimo de lucro. Los beneficiados serán los 295 vecinos que ahorrarán un 40 por ciento de agua y un 25 por ciento en el recibo de la luz, gracias a la combinación de soluciones pasivas y energías limpias.
Las viviendas de las sietes plantas son de varios tamaños, desde el estudio y los apartamentos de una habitación o dos habitaciones, hasta los dúplex de tres dormitorios (los más habituales) y habitáculos en las plantas bajas adaptadas a personas con movilidad reducida. El denominador común es que todas tienen doble orientación, al patio interior y al exterior. Además, se distribuyen a lo largo de los lados del triángulo olvidando la perpendicularidad y doblándose levemente sobre sus ejes para exponerse al máximo a la incidencia del sol.
Sostenibilidad a buen precio
El edificio, concebido como un triángulo, se levanta del suelo para favorecer la ventilación cruzada y aislar el edificio de la humedad del terreno. El espacio vacío que se crea se aprovecha para locales comerciales en el lado del triángulo más social, aquel que se abre hacia el resto del barrio. Esto deja un 70 por ciento de la parte baja porticada de acceso libre para pasear y dar continuidad entre interior y exterior. Su patio se concibió como un lugar dedicado al agua pero, bajo los criterios del experto de Indra y profesor titular del Consejo Americano, Daniel Martín, se modificó para dar cabida a jardinería autóctona que favoreciera la filtración del agua de lluvia y caminos para paseantes.
Juegos de agua y zonas verdes que reducen la temperatura en el plaza y, por consiguiente, en cada casa. Martín explica que para minimizar el efecto «isla de calor» (diferencia entre la temperatura de la zona urbanizada y la que no) se ha recurrido también a cubierta con vegetación regional, que traslada arriba «lo que quitas del suelo». Los lados no son ajenos a esta explosión natural; se ha incluido una lámina vegetal de hoja caduca que desciende para dar sombra en verano y sol en invierno al corredor por donde se accede a las viviendas.
Con tantas zonas verdes, sin embargo, Lote 5 es capaz de ahorrar agua, gracias a dos colectores de lluvia de 60.000 litros situados, en el sótano del dibujo. Para reducir el gasto eléctrico, 253 paneles solares proyectados en la cubierta calentarán el agua sanitaria. Un 70 por ciento de las necesidades totales calculadas.
Los materiales cumplen los requisitos del Consejo americano. La madera es exclusivamente FSC (único certificado que admite el Consejo), las pinturas, adhesivos y disolventes no contienen compuestos orgánicos volátiles, que se evaporan a lo largo de toda su vida útil y son cancerígenos. La normativa LEED exige también que los materiales usados durante la obra sean reciclados. En este caso, se calcula que será el 85 por ciento. Se pueden aprovechar los desechos en el mismo desarrollo o donarlos a nuevos desarrollos o centros de reciclado.
Algunas medidas se descartaron con el fin de contener el coste de la obra. Por ejemplo, no se aprovecharán las aguas grises porque «se necesitan el doble de tuberías», apunta Martín. La fotovoltaica, considera el experto, «no sale rentable en una comunidad de vecinos».
En el estudio viven esta prestigiosa precertificación y las sugerencias de Indra como «una buena oportunidad para ser un referente en la construcción sostenible con coste contenido. Los edificios, sobre todo de oficinas, que aspiran a la siguiente graduación, el LEED platino, son mucho más caros», explica Javier García, arquitecto del estudio asturiano. Desde Indra, Daniel Martín afirma que la USGBC tiene en cuenta cinco aspectos principalmente (la parcela, el agua, la energía, los materiales y la calidad ambiental interior) y que además «son muy exigentes».
Los plazos para el comienzo y final de la obra aún no está claros, aunque la intención es que la ejecución del proyecto arranque a lo largo de 2011. Desde la colocación del primer ladrillo calculen, los interesados, unos quince meses.
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Un saludo.
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