Un monótono polígono industrial cercano a Manchester (Reino Unido) acoge el mayor banco biológico del mundo; mayor por la calidad y cantidad de la información que registra aunque, cuantitativamente, China le está retando. El biobanco británico contiene una amplia gama de datos biológicos de medio millón de personas y ahora está listo para ser utilizado por los investigadores de la comunidad científica internacional. En su corazón hay congeladores con diez millones de muestras de sangre, orina y saliva. Un vagón robot obedece a un ordenador extrayendo hasta 8.500 muestras por hora.
Durante los últimos tres años el banco ha reclutado a medio millón de personas en Gran Bretaña de entre 40 y 69 años de edad que se han sometido a extracciones, respondido a cuestionarios y realizado pruebas físicas. Tim Peakman, director ejecutivo de UK Biobank, explica el porqué de la franja de edad: "Es el tramo en el que se manifiestan con más frecuencia las enfermedades y así se pueden hacer mejores estudios estadísticos de dolencias complejas. Si comparamos 5.000 casos de personas con una afección con otros 5.000 sin la dolencia, nos da una idea de qué variación tienen". Para comparar, cuanto mayor es la base de datos, mejor.
El biobanco será utilizado por cualquier investigador que cumpla el criterio de estar haciendo una labor de "beneficio público". Este concepto es la única condición, al margen de que sean firmas comerciales o instituciones públicas o que sus estudios sean de carácter preventivo o curativo.
El proyecto empezó en el año 2000 con un cónclave de académicos convencidos de que ya se disponía de la tecnología necesaria y que su uso sería relevante para el conocimiento de las enfermedades sin resolver. En 2004 se hizo un programa piloto en Manchester y con el resultado se propuso el UK Biobank a posibles financiadores. Wellcome Trust, de la farmacéutica homónima, financia el proyecto junto a otros patrocinadores institucionales. Según cuenta Peakman, para conseguir el medio millón de voluntarios mandaron ocho millones de cartas a usuarios de la Seguridad Social.
"El biobanco no es representativo de la población mundial ni de la de Europa, no guarda la proporción de razas, edades, sexos o minorías étnicas; la base de datos es generalizadora, es decir, establece qué tienen de particular, por ejemplo, las personas que fuman 20 cigarrillos diarios al margen del sexo o la raza", explica Peakman, involucrado también en la creación de otros bancos en Canadá o Suecia.
Seguimientos de salud
En las blancas y asépticas dependencias del biobanco se detectan algunas máquinas por estrenar. A las 14 personas que trabajan en Manchester, cuatro en Oxford y una en Londres se unirán otras hasta completar una plantilla de entre 20 y 25. El proyecto ha costado 78 millones de euros para arrancar y ahora cuesta unos 2,4 millones de euros al año. "Trabajamos con la tecnología para proveer los datos que nos piden y necesitamos conectar con los médicos para monitorizar la salud de los voluntarios registrados", explica el director.
Aunque los investigadores pueden requerir cualquier tipo de datos, han concebido ya dos grupos de solicitudes; unas de tipo transversal en las que se pedirán, por ejemplo, el nivel de insulina, colesterol o la dieta de los que tengan un índice de masa muscular determinado o entren en la categoría de obesos. Otro tipo de peticiones serán de estudios de control de enfermedades como la diabetes, los cánceres, los desórdenes psiquiátricos y los trastornos cardiacos, degenerativos o genéticos. Llegará un día, dentro de unos 30 años, en el que se acabarán las muestras y la vida del biobanco. Para Peakman "eso querrá decir que ha generado resultados que serán la base de datos de otras bases".
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