28 ene 2010

Un tejido puede crear otro sin células madre


¿Por qué dar dos pasos si se puede dar un salto? Esa es la filosofía que ha inspirado al equipo de Marius Wernig en la Universidad de Stanford (EEUU), que ha encontrado un audaz atajo para crear neuronas a partir de células adultas que evitaría el riesgo de cáncer. Se trata del mayor obstáculo que afrontan cientos de científicos que intentan allanar el camino hacia futuros tratamientos en los que las células sanas de un paciente puedan curar sus órganos enfermos. "Es un salto descomunal", señala Lluís Montoliu, investigador del CSIC. "Han conseguido reprogramar células sin pasar por la casilla de salida", detalla.

Hasta ahora el baile de la reprogramación celular tenía dos pasos. Primero se rebobinan células adultas para llevarlas a su estado primigenio de células madre, en el que pueden dar lugar a cualquiera de los tejidos del cuerpo. Después se las reconduce para que se transformen en células de corazón y no del cerebro, por ejemplo.

Wernig, cuya web recoge la cita de Albert Einstein "sólo los que intentan lo absurdo pueden conseguir lo imposible", demuestra hoy en Nature que basta un paso para poder bailar.

Su equipo ha conseguido transformar fibroblastos (células de piel) adultos en neuronas capaces de lanzar conexiones al exterior e integrar redes con otras neuronas. Ha usado la técnica con la que el japonés Shinya Yamanaka creó las primeras células reprogramadas en 2006, aunque su receta es diferente. Yamanaka demostró que cuatro genes son suficientes para rebobinar una célula adulta en otra no diferenciada. El problema era que, como esas células madre inducidas podían ser cualquier cosa, algunas elegían la peor opción: convertirse en un tumor.


Nuevo cóctel

Wernig intentó lo absurdo: transformar una célula adulta en otra, sin pasar por el punto intermedio en el que acecha el cáncer. Buscó su propio cóctel de genes entre un grupo específico que suele estar activo en las neuronas y no en otras células. Encontró cinco candidatos y se los inyectó a fibroblastos de ratón. Estas células forman el armazón en el que se sostienen el resto de células y órganos del cuerpo. Pero una vez se les inocularon los genes, comenzaron a cambiar. En menos de dos semanas transmitían impulsos eléctricos, lanzaban brazos finos y alargados de conexión (sinapsis) y se integraban en tejidos cerebrales, es decir, eran neuronas. En experimentos sucesivos el equipo demostró que hasta células tomadas de la cola de los ratones pueden transformarse con sólo tres genes. Adelantan que tal vez uno pueda hacer todo el trabajo.

La técnica de Wernig aún está lejos de hacer realidad el sueño de la medicina regenerativa, pero le pone a la cabeza de la carrera. "El estudio tiene un potencial terapéutico evidente si se comprueba que es factible y seguro", comenta Jacob Hanna, un experto en reprogramación del Instituto Tecnológico de Massachusetts que califica el trabajo de "rompedor".

Wernig ha logrado crear algunos tipos de neuronas. Ahora habrá que demostrar si se pueden producir todos los tipos y si funcionan tan bien como los naturales, recuerda Montoliu. "Estoy seguro de que habrá más trabajos en esta línea", concluye.




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