Este material de gran flexibilidad y resistencia sustituirá al silicio en los transistores responsables de la velocidad del procesamiento de datos.
Parte del futuro está compuesto de ordenadores tan espesos y flexibles como una hoja, listos para llevar doblados en un bolsillo, y extremadamente veloces. Un futuro que sigue pareciendo increíble, pero que es real y cada vez más cercano.
IBM acaba de anunciar la creación de un transistor capaz de funcionar a una velocidad de 100 GHz, lo que permitiría aumentar la velocidad de los ordenadores hasta diez veces, gracias al grafeno. Este nuevo material proveniente del grafito permitirá que los electrones se muevan dentro de los transistores (los interruptores eléctricos que permiten que pase la corriente y que determinan la velocidad de los procesos en función de la cantidad que dejan pasar) aumentado la transmisión desde los 100 km por segundo de los actuales de silicio hasta alcanzar los 1.000 km por segundo dentro del grafeno. Empresas como IBM están investigando este nuevo material ante la imposibilidad de reducir aún más los diminutos transistores de 35 nanometros de tamaño (un nanometro es el resultado de dividir un metro en 1.000 millones de partes).
Un gran descubrimiento
El grafeno proviene del grafito, el mismo material de las minas de los lápices, compuesto a su vez por muchas capas de átomos de carbono. El grafeno es una única de estas capas de átomos de carbono. Este material fue descubierto en la Universidad de Manchester en 2004, gracias a la sencilla participación de la cinta aislante. Haciendo presión con la cinta sobre el grafito y después sobre una superficie se consiguió aislar una capa de grafeno. Una manera un poco rústica que se intenta mejorar desde diversos centros de investigación con el fin de conseguir capas más uniformes.
El equipo de investigación dirigido por Tomás Palacios en el departamento de Ingeniería Electrónica e Informática del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) es el encargado de profundizar en las aplicaciones del grafeno: «El grafeno es muy delgado; tan sólo una capa atómica de espesor, lo que lo hace flexible, y es más resistente que el metal. Además es transparente, absorbe sólo el dos por ciento de luz, lo que permite hacer dispositivos electrónicos en ventanas, plásticos...», explica Palacios. Su grupo está interesado concretamente en mejorar la velocidad de la comunicación inalámbrica, por ejemplo para Internet o la telefonía móvil. Otro de los usos será de carácter médico. La variación en las propiedades del grafeno debido a la exposición a una gota de sangre podría determinar en cuestión de segundos el tipo de enfermedad que sufre la persona que acude a su médico de cabecera. «Al ser tan fino, es tremendamente sensible a lo que sucede en la superficie de la capa atómica», detalla Palacios. Otro posible uso, sobre el que se trabaja, es para desarrollar aparatos que detecten infrarrojos, lo cual ayudaría a esclarecer el estado de los productos perecederos como la carne o el pescado, ya que cuando se degradan emiten radiaciones infrarrojas. «Lo que primero saldrá al mercado, y sobre lo que muchas compañías están investigando, es probablemente baterías para coches eléctricos y la fabricación de paneles solares que abaraten costes», explica Palacios.
Antes de estas finas capas, se intentó utilizar nanotubos de carbono, una lámina de grafeno enrollado en forma de cilindro hueco, pero esta nueva fórmula evitará tener que controlar el diámetro del nanotubo, que cambia por completo las propiedades del grafeno.
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