Un importante avance en el campo de los sistemas energéticos renovables aplicados a la telefonía celular y otros dispositivos electrónicos móviles se ha concretado gracias al trabajo conjunto de la empresa SiGNa y el catedrático en química James Dye, de la Michigan State University. La nueva tecnología utiliza cartuchos de hidrógeno para alimentar a las pilas de combustible empleadas en estos productos.
Para James Dye, el descubrimiento de esta tecnología energética sostenible ha significado un renacimiento de su pasión por la química, luego de una extensa carrera de 60 años. Así lo explica en una nota de prensa de la Michigan State University y en un artículo publicado en el medio especializado Physorg.com.
La nueva fuente de energía “verde” puede llegar a ser muy útil en determinados países del Tercer Mundo, en los cuales la electricidad en los hogares es un verdadero lujo (como por ejemplo sucede en África). En consecuencia, se obtiene una solución portátil, ecológica y rentable para producir la energía que necesitan los teléfonos móviles y otros dispositivos para su recarga.
Todo comenzó con el trabajo en metales alcalinos desarrollado por Dye y su equipo en el laboratorio de la Michigan State University, el cual desembocó en el aprovechamiento del poder del siliciuro de sodio, que es la fuente principal para el nuevo producto de SiGNa.
Un proceso natural
Según explicó Dye, los ingenieros y científicos de la universidad norteamericana han sido capaces de producir siliciuros de metales alcalinos en su laboratorio. Los mismos están hechos básicamente de sodio y silicio que, a su vez, son producidos a partir de sal y de arena. Al añadir agua al siliciuro de sodio se logra generar hidrógeno.
Con el hidrógeno se crea la energía necesaria para las células de combustible, utilizando una fuente natural y renovable. El subproducto, silicato de sodio, es también ecológico y puede hallarse por ejemplo en la pasta dental que se emplea cotidianamente en los hogares de todo el mundo.
Por su parte, SiGNa ha desarrollado una plataforma que produce gas de hidrógeno de baja presión, convirtiéndolo posteriormente en electricidad a través de una pila de combustible de bajo costo. De esta forma, el avance logrado en el laboratorio ha podido trasladarse directamente a una solución tecnológica hoy disponible en el mercado.
Dye explicó que ha estado trabajando con metales alcalinos en los últimos 50 años, y que el objetivo que perseguía SiGNa estaba estrechamente relacionado con su proyecto científico. El experimentado especialista llegó a Michigan State University en 1953, y en consecuencia sus seis décadas de actividad científica fueron determinantes para concretar este descubrimiento.
Otros desarrollos
El proceso que desembocó en esta nueva tecnología energética renovable para teléfonos móviles ya había sido trabajado por Dye y su equipo en anteriores ocasiones. Es así que usando un proceso similar se logró desarrollar anteriormente una fuente de combustible ecológico para hacer funcionar bicicletas eléctricas.
Esta célula de combustible para bicicletas eléctricas también fue desarrollada por SiGNa, obteniendo rangos de producción energética de 1 vatio a 3 kilovatios y alcanzando velocidades de hasta 25 kilómetros por hora con estos vehículos, durante un trayecto de aproximadamente 100 millas.
Vale destacar que las pilas de combustible de hidrógeno conforman una tecnología limpia, produciendo energía a través de la combinación de hidrógeno y oxígeno en una reacción química. Sus principales ventajas son su carácter silencioso y, sobretodo, que solamente generan vapor de agua como residuo además de electricidad y calor.
Sin embargo, el gran problema del hidrógeno como fuente energética es que no existe aislado en estado natural, por lo tanto no es posible extraerlo de ningún lugar como sucede, por ejemplo, con el petróleo y el gas. De esta manera, para emplear hidrógeno con fines energéticos solamente es posible generarlo en forma independiente.
Las tecnologías actuales resultan todavía inviables para la producción a gran escala, porque consumen más energía que la que se obtiene durante el proceso. En consecuencia, estos pequeños avances tecnológicos resultan vitales para que en un futuro el hidrógeno pueda ser una fuente energética de uso masivo.
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