"En 1991 había 16 millones de móviles; ahora, 5.500 millones. La tecnología inalámbrica es la que más rápidamente se ha desarrollado en la historia de la humanidad", explica el sociólogo Manuel Castells, director de Comunicación móvil y desarrollo económico y social en América Latina, un estudio de la Fundación Telefónica presentado ayer en Barcelona.
El 85% de la población mundial está conectada con móvil. "La comunicación móvil es la comunicación", zanja Castells. En América Latina la penetración es del 80%, con países punta como Argentina, con una penetración del 115%. La tasa de penetración es similar a Estados Unidos, pero por detrás de Europa.
Entre las conclusiones del estudio se destaca que el móvil ayuda al desarrollo, particularmente en los países y regiones más pobres. El efecto es mayor del visto en otros sitios.
Pero el móvil no ayuda a reducir la desigualdad. "En el análisis de los 18 países latinoamericanos no encontramos ningún efecto ni en un sentido ni en otro sobre la desigualdad social. Ni la aumenta ni la disminuye". Sin embargo, tiene un impacto positivo sobre el empleo, en parte porque el 55% del trabajo urbano es autónomo; a partir de la localización permanente del móvil hay más trabajo. También las posibilidades de encontrar empleo aumentan gracias a que se limitan los intermediarios que controlan el trabajo.
Otra conclusión del estudio es el aumento de la seguridad de las personas tanto en medios urbanos como rurales. La posibilidad de comunicación móvil constante mejora el sentimiento de seguridad y también la autonomía de las personas. La mayoría de las llamadas del móvil se realizan desde sitios en los que se podría llamar de otra manera. "Por tanto, no es tanto que sea móvil, sino que sea constante", añadió el sociólogo.
Castells reconoce que la mayor discriminación se da con la banda ancha. "Pero la pinza de distribución de ingresos en América Latina es mucho mayor que la distribución de tecnología móvil, incluso con banda ancha".
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